26 de diciembre de 2016

Escándalo en la Universidad española: el caso del rector plagiario

Es necesario y urgente que las Universidades públicas españolas reaccionen ante tanto desvarío. El daño que el rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, acusado de plagio masivo en sus publicaciones, está haciendo al sistema universitario es enorme e injustificado, al poner en entredicho la labor de quienes se esfuerzan por dignificar la institución a través de la enseñanza y la investigación realizadas con honestidad, y que son la mayoria. Lo ocurrido con el personaje descubierto no tiene parangón con ningún otro país de la Unión Europea y, posiblemente, del conjunto de paises con una situación respetable en el ámbito de la educación superior.

El hijo de Luis Suárez Fernández, que fue rector de la Universidad de Valladolid en los últimos años del franquismo, de infausta memoria en esta Universidad (cuya participación fue decisiva en el cierre llevado a cabo por el gobierno del dictador el 7 de febrero de 1975), y al que incomprensiblemente se ha dedicado una calle en la ciudad donde nacieron Jorge Guillén y Rosa Chacel, ha demostrado ser un contraejemplo de profesor universitario. Una indecencia sin paliativos. Mentiroso, plagiario compulsivo, arrogante y despectivo hacia el sistema, no merece formar parte del profesorado que ejerce sus funciones en la Universidad. Conociendo como se han cubierto en España algunas plazas de Catedrático de Historia del Derecho,  me atrevo a afirmar que nos encontramos ante un intruso sin mérito alguno, y cuya presencia en la plantilla universitaria solo cabe atribuir al nepotismo y a la falta de un nivel básico de dignidad intelectual y ética personal, tanto por su parte como por quienes se lo han permitido.

Lo terrible es que, al observar cómo han actuado varios de sus colegas de la URJC, se tiene la impresión de que esa Universidad se asemeja, a la sombra caciquil de ese individuo, más a una mafia de intereses que a un Alma Mater digna de tal nombre.

1 comentario:

  1. Me imagino que algunos de los que callan tienen mucho que agradecer a la endogamia que caracteriza a la universidad española...

    Un abrazo, Fernando

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