24 de septiembre de 2017

El periodo más satisfactorio de la Historia de España

Sin duda tiene muchas imperfecciones, merece ser corregido en comportamientos censurables y sancionables, son muchas las situaciones que obligan a la rectificación, la critica y la autocrítica se hacen obligadas, su clase política es manifiestamente mejorable... Pero qué quieren que les diga. No ha habido ningún período igual en su Historia como el que nos ha tocado vivir, desde Indibil y Mandonio hasta nuestros días. Debemos felicitarnos por ello.

Me refiero a España, a ese país del Suroeste de Europa, que marca la bisagra entre Oriente y Occidente. Ese territorio que, cimentado en el Mediterráneo y en Centroeuropa, mira al Atlántico. Es un país libre, democrático, estructurado, con un sistema institucional que, constitucionalmente diseñado, funciona dignamente y que asegura unas relaciones de equilibrio que tanto se necesitan en un espacio de mezcla de culturas, de interrelaciones sin fin, de crisol de ideas y mentalidades, que se han ido fraguando a lo largo del tiempo hasta dar lugar a una valiosa y enriquecedora pluralidad integrada.

A estas alturas de la vida, y mirando a mi alrededor, me identifico con este Estado, defiendo la Constitución aprobada en 1978 y repudio con convicción los movimientos reaccionarios, tributarios del más rancio carlismo, que, basados en la falsedad, en el engaño y en la manipulación, quieren destrozarlo sobre la base reivindicativa de una plurinacionalidad que, en términos objetivos,es más una antigualla y  falacia interesada que realidad a defender, pues no encubren otra cosa que xenofobia y rechazo al diferente. Bajo la losa del nacionalismo aflora toda suerte de aberraciones e intereses inconfensables. Lean a Stefan Zweig y sabrán lo que es bueno.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo en que el nacionalismo es una ideología reaccionaria, pues al final busca la diferenciación a través de la promoción de lo propio y la defenestración de lo ajeno. Pero ojo, en la crítica a los nacionalismos periféricos (que por otra parte han sido pata de eso que se llama régimen del 78, ya que han sustentado gobierno del PP y del PSOE indistintamente y han gobernado regiones importantes) la izquierda no debe caer en el error de posicionarse con el españolismo más rancio, deberá buscar una alternativa que lo diferencie de "España 1 y no 51".

    Y es que, por mucho que no me guste el nacionalismo, lo cierto es que la realidad se traduce en la existencia de territorios dónde la gente tiene una fuerte idea de identidad (promocionada desde las instituciones, de la misma forma que el estado español promociona sus valores) y que no han encontrado acomodo en un marco constitucional (territorial) que nada ha cambiado en 40 años a pesar de que se dejaron muchas cosas en el tintero. Y frente a esto hay que actuar y dar una solución. Se habla mucho de diálogo, pero diálogo para qué, en realidad la cuestión de fondo no es la independencia o el encaje en el estado, eso vendrá después, sino votar, y no es una idea tan descabellada, que cuando la sociedad está dividida se recurra a la democracia para solucionarlo.

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