20 de noviembre de 2019

La justicia funciona

Por desgracia la corrupción es una gangrena que corroe con demasiada frecuencia la política. No es una lacra privativa de ningún país pues ofrece una dimensión más generalizada de lo que se cree. Ocurre en España, con escándalos tremendos, pero también ha hecho mella en Italia, en Francia, en Alemania, en Estados Unidos, por doquier y alcanza niveles escalofriantes en los países con regímenes estructuralmente corruptos. Con todo, lejos de mi ánimo pensar en aquello de "que mal de muchos... ".

Pero lo cierto es que, echando un vistazo al tratamiento jurídico de la corrupción política, no es difícil comprobar que en España, a diferencia de otros muchos países, incluso europeos, LA JUSTICIA FUNCIONA, de modo que tarde o temprano las fechorías y sus responsables reciben la sanción que sus malas prácticas merecen. Es el nuestro un Estado donde la impunidad, a diferencia de Italia por ejemplo, no se estila ni permite irse de rositas a los que ejercen obscenamente la responsabilidad pública sin la ejemplaridad que debieran. Los efectos jurídicos, planteados con las debidas garantías, son demoledores a la par que aleccionadores.

Las sentencias promulgadas en los últimos años así lo evidencian de forma inequívoca, mientras esperamos como agua de mayo la aplicación de la justicia garantista española al latrocinio sistemático e inmenso llevado a cabo por la banda familiar de los Pujol Ferrusola y cuya pretensión de impunidad constituye uno de los pilares principales sobre los que esa gente ha tratado de asentar la manipulación secesionista en Cataluña. Mientras tanto, España funciona y la ley prevalece. Tarde o temprano. ¿No les parece?

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