18 de marzo de 2020

El justo reconocimiento a la labor de la Unidad Militar de Emergencias

Se creó en 2005, en medio de un clima de oposición incomprensible. Pocas iniciativas de un Gobierno de España merecen ser tan aplaudidas y felicitadas. No se debe pasar por alto. Las actividades que ha desplegado desde entonces han sido espectaculares, francamente increíbles si se analizan con detalle. He indagado sobre este tema en el resto de la UE y no he visto nada igual. Con la misma voluntad de admiración que merecen los profesionales de la Sanidad y los científicos relacionados con la Sanidad en España, justo es reconocer el impresionante servicio a la sociedad, cuando estalla la catástrofe, realizado por la Unidad Militar de Emergencias (UME). Chapeau y gratitud. Símbolo y emblema de la España que funciona. De la España que importa e interesa. De todo el Estado.


El gobierno euskaldun, ambiguo y cínico donde los haya, desestimó su colaboración en los trabajos relacionados con la catástrofe ambiental de Zaldívar, pésimamente gestionada y de la que ya no se habla. Ahí sigue, como una ponzoña incrustada para siempre en el corazón de la tierra vasca. Actitud similar adoptó ese arquetipo de la mendacidad y de la ineptitud que atiende por Torra. Con todo, la UME está llevando a cabo, por indicación del Gobierno de España, la limpieza del aeropuerto de Bilbao y la desinfección del puerto de Barcelona y del aeropuerto de El Prat, mientras Cataluña aparece sumida en el desastre, la mentira, la malversación y el desgobierno.

Las cosas como son. En situaciones trágicas como éstas se demuestra quién es quién.

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