2 de octubre de 2021

Imágenes sobrecogedoras del cierre ferroviario

 



Por nada del mundo me perdería una exposición de las fotografías que salen de la sensibilidad y la mirada crítica de Ricardo González. Fue alumno mío y ahora me une a él una entrañable amistad, fraguada en la confianza y en las complicidades que suscitan temas y espacios de interés común, en torno a los cuales es posible construir reflexiones sin límites. Recupera entornos olvidados, rescata horizontes que creíamos perdidos, recupera, en fin, los motivos que ayudan a valorar la utilidad inmensa de la fotografía que no envejece. Abre a la sociedad una nueva exposición en el Patio Herreriano. El tema es muy motivador. Ha sido un placer acompañarle en la inauguración. Aprendiendo y tomando nota, a sabiendas de que la conversación estaba servida y habría de ser muy apetecible.

Como un zarpazo implacable en la memoria. Esa es la sensación que me ha producido la visita que de nuevo y sin prisas he realizado a la Exposición de las fotografías que Ricardo González dedica a los impactos dejados por el cierre del servicio ferroviario entre Valladolid y Ariza, consumado el primer día del año 1985. Treinta y seis años han pasado ya, pero aquello permanece incólume en el recuerdo.
Las imágenes son un látigo en la mirada de quien las contempla y las observa durante un rato, ya que (lo aconsejo) es una muestra que hay que ver en calma y en silencio. Cada detalle es una lección de las relaciones entre espacio y tiempo. Cuando se hace así, y recurriendo a la imaginación, la sala cobra vida invitando al espectador a la evocación por un momento de los sonidos, los colores, las voces y las estampas asociadas al tráfico ferroviario y a los servicios que prestaba. Un mundo apasionante para quienes lo conocimos e hicimos uso de él.
Se trata evidentemente de una sensación ilusoria que enseguida contrasta con la quietud desazonante que las imágenes definitivamente transmiten, reproduciendo ese zarpazo del que antes hablé. En ese ejercicio trabado de recuerdos y hechos actuales, se llega a la conclusión de lo mucho que han perdido la sociedad y el territorio a raíz de la desaparición de esas líneas que seguían articulando vínculos, trasiegos y sociabilidades. De pronto desaparecieron para siempre, dejando un poso de nostalgia, y también de rabia, que la mirada implacable y sincera de Ricardo González ha puesto de nuevo al descubierto.
En el Patio Herreriano. Museo de Arte Contemporáneo Español, en Valladolid. Hasta el 6 de febrero 2022.

2 comentarios:

  1. ¡Quién pudiera visitar esa interesante exposición!

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  2. Siempre serás bienvenido a Valladolid y a la Vieja Castilla

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