15 de noviembre de 2023

Una negociación desequilibrada

 Se esgrime el argumento de que ha sido el precio que había que pagar para que no gobernase la derecha. Así es, pero más allá de la opinión que merezca tal justificación, es posible que el ciudadano se plantee si ese objetivo basta para explicar el nivel de consistencia de la capacidad negociadora que - por lo que se deduce desde el primer momento, y que la visita insólita de la vicepresidenta así lo avala - un Gobierno que se precie y con la legitimidad que le ampara debe demostrar con firmeza e inteligencia para que el resultado de la negociación no fuese al final tan ostensiblemente asimétrico. Con el coste que ello pueda suponer desde el punto de vista constitucional.

Aunque la discreción con que se ha llevado a cabo parece justificada, la opacidad y el excesivo silencio aplicados a la trayectoria del proceso inducen a pesar que tal negociación o no ha existido tal y como normalmente se entiende o ha sido asumida por parte del señor Sánchez desde una posición acrítica, deliberada y conscientemente débil, de una permeabilidad absoluta para aceptar cuanto se le presentara sin perspectivas de razonable y justo quidproquo. El prófugo ha marcado a su antojo los tiempos y el espacio para, siendo la quinta fuerza de Catalonia y no representando él mismo a nadie, canjear los siete votos de sus compinches por un cúmulo de ventajas personales y estrictamente beneficiosas para su región que hace tres meses nadie podría imaginar. Y hacerlo además desde su propia atalaya, desde la que no se ha apeado en ningún momento, mostrando una soberbia insultante. El acuerdo se ha firmado donde el prófugo ha querido, cómo y cuando ha querido. La simbología utilizada ha sido impresionante (lo de Cerdán y García-Pérez bajo la foto de la urna del 1-O supera lo insuperable).
La derecha no va a gobernar, pero la imagen del Estado, tras este acuerdo del PSOE con lo más reaccionario, corrupto e insolidario de la política catalana, va a quedar seriamente resentida. Y tampoco alumbra en exceso las dotes negociadoras del presidente, a quien apoyé el 23 J. Aunque habrá que descender a los detalles del trágala, diseñado como chantaje permanente a fin de mediatizar implacablemente la legislatura que se avecina, el dilatado periodo amnistiable fijado, la inclusión en él de grupos reconocidamente violentos, la previsión del referéndum de autodeterminación y, algo increíble, la figura de un "verificador" externo, inciden claramente en la idea de que no ha habido negociación equitativa, digna de tal nombre.

1 comentario:

  1. Me temo que la "amnistía" anunciada pretende, sobre todo, conseguir los votos del sector favorecido para continuar en el poder...Ojalá me equivoque

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