19 de febrero de 2024

El campo se rebela

 Si la presencia de los agricultores y ganaderos en las carreteras de España es intensa y reiterada, si la manifestación de su malestar resulta tan evidente como abrumadora... ¿de qué manera se está afrontando el problema cuando los mecanismos de representatividad de ese malestar no están claros ni identificados? No parece que las organizaciones agrarias tradicionales ostenten el nivel de reconocimiento y confianza que creían tener mientras otros actores emergen al amparo de las formas de comunicación incontrolables que desbordan los límites convencionales.

Por otro lado, no es fácil acordar, comprometer y aplicar medidas de negociación y actuación efectivas y con el grado de perentoriedad, y a no largo plazo, que los movilizados plantean y exigen. La Comisión Europea tiene ante sí un problema de enorme envergadura en unas circunstancias especialmente críticas. En unos meses serán las elecciones al Parlamento. A la lentitud habitual de la administración comunitaria y las inercias de que adolece la PAC, que sigue manejando un presupuesto considerable, se suma el fin de etapa en que se encuentran los órganos de decisión.
Trato de seguir la cuestión y solo veo tractores, muchos de enorme potencia, gente cabreada, contaminación a esgalla y hortalizas y frutas por el suelo. Nadie habla con nadie. El campo se tiñe de malestar y ruido, con un nivel de participación muy alta que clama ante un horizonte repleto de incertidumbres y dificultades de toda índole. Me temo que en estos momentos nadie sabe cómo puede evolucionar la situación.

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