Cuando un régimen político agrede o asesina a los periodistas que cubren la información en el territorio palestino, ilegalmente ocupado y sometido a un proceso de limpieza étnica de su población, demuestra de manera fehaciente la culpabilidad de las acciones que lleva a cabo en lo que se ha convertido la mayor vergüenza del siglo XXI. La ocupación no busca únicamente derrotar a un enemigo armado, sino borrar pruebas, moldear el relato y reescribir la historia antes de que la mirada del mundo se pose sobre lo que queda de la Franja.
El Sindicato de Periodistas Palestino ha informado que, desde octubre de 2023 al menos 247 periodistas han muerto, más de 500 han resultado heridos y 650 viviendas de informadores han sido destruidas. Según el proyecto Costs of War la cifra de muertos supera el número de periodistas que perdieron la vida en las dos guerras mundiales y en los conflictos de Vietnam, Yugoslavia y Afganistán juntos.
Es una cifra atroz, escandalosa, indignante, a la que se ha llegado con la finalidad de amedrentar el ejercicio de una función tan decisiva como es la información sobre la tragedia a la que están sometidos la población y el territorio de Palestina. Si a ello se une la prohibición de la entrada de la prensa internacional se entenderá hasta qué punto este ensañamiento con los periodista constituye y esta vulneración del derecho a la información no sólo son una vergüenza que no debe ser ignorada sino también un punto de inflexión para el periodismo global.
Y es que, como afirma Edith Rodríguez Cachera vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras España y del Consejo Internacional, "no ha ocurrido nunca que nos encontremos con una presunta autoproclamada democracia que veta el acceso durante dos años a la prensa extranjera internacional y que masacra de forma deliberada sin piedad y sin testigos a la prensa local y que lo reivindique”.
Ahmed Abu Aziz, periodista de Middle East Eye, 29 años
asesinado por el ejercito de Israel el 25de agosto de 2025
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