Una corriente de alarma y preocupación se extiende en torno al futuro de la educación en el eslabón más decisivo del proceso formativo como es el que atiende a la etapa de la adolescencia, ese momento clave de la vida de una persona y del futuro de un país. Siempre es un tema de actualidad, de primerísima importancia; una cuestión que rebasa el interés coyuntural que en un determinado momento puede tener un suceso de especial resonancia para convertirse en un aspecto omnipresente en el debate público y al tiempo reconocido como uno de los pilares sustanciales de las dinámicas sociales, económicas y culturales de una sociedad. Por eso sobrecoge pensar en lo que pudiera subyacer en las tensiones y conflictos que de pronto estallan poniendo en evidencia que algo va mal en el sistema, al no impedir que los procesos desestabilizadores de algo tan algo esencial como son la formación y la convivencia educativa se instalen en nuestra vida cotidiana hasta convertirse en fenómenos más habituales que esporádicos.
Las movilizaciones que en Francia están teniendo lugar como protesta del profesorado ante las situaciones de violencia que se viven en los centros educativos de la periferia de Paris son una muestra palmaria de que el problema ha alcanzado, o puede llegar a alcanzar, una dimensión muy preocupante. Pero no es un hecho aislado. Sabemos que situaciones similares se dan también en otros países europeos (Alemania, Italia, Dinamarca, entre otros) donde los niveles educativos son destacados y forman parte de realidades sociales evolucionadas que siempre han asignado una importancia considerable a la educación. ¿Qué ocurre, por tanto, en la enseñanza para que ocurran sucesos que ponen en entredicho la propia consistencia del sistema?
Probablemente estemos asistiendo a un agravamiento de la crisis educativa como consecuencia de una serie de factores que están operando de manera simultánea. Bien es verdad que en este panorama no podemos dejar de valorar el esfuerzo e incluso el sacrificio que un sector importante del profesorado realiza por mantener la calidad del dificil y siempre ingrato ejercicio de la docencia, aun a costa de su propio bienestar psicológico. Lo sorprendente es que esta labor no siempre se hace con el reconocimiento que merece. Son posturas encomiables que tratan de sobrevivir dignamente en un entorno donde la atención a la enseñanza pública tiende a debilitarse a medida que se reduce el apoyo económico e institucional que debiera – e incluso, como sucede en la Comunidad de Madrid, se halla sometida a un proceso de deterioro cuidadosamente deliberado como reflejo de uno de los ejemplos de incuria educativa más alarmantes – mientras en el panorama hacen acto de presencia otros factores que no pueden pasar desapercibidos.
Magníficamente los ha descrito Rosario Ortega, de la Universidad de Córdoba, al señalar que “no son los hechos vandálicos, normalmente puntuales, graves, condenables y demandantes de políticas claras y seguras contra ellos, lo más importante, con serlo. Es mucho más extenso, y mucho más devastador, para un número más alto de escolares y educadores el fenómeno de la violencia interpersonal, tanto directa como indirecta, y especialmente la que aumenta a ritmo acelerado: la que acontece mediante el uso de las nuevas tecnologías -teléfono móvil y diversos usos de Internet-, redes sociales en las que anida el acoso, la intimidación, la agresión sexual o el cyberbullying, lo que de verdad está dañando a nuestros jóvenes escolares. En nuestro país, son lo que los franceses llaman las microviolencias de los iguales, junto con el nuevo riesgo de violencia que algunos jóvenes son capaces de infligir a sus adultos (docentes y padres-madres), los hechos más preocupantes"
Mucho se está hablando en España del Pacto por la Educación. En los términos en que está planteado el debate previo - y basta seguirlo para darse cuenta de que se trata de un diálogo de sordos - apuesto triple contra sencillo a que el Pacto no tendrá lugar, al menos por ahora. Si no hay un acuerdo previo sobre el apoyo básico que debe merecer la ENSEÑANZA PÚBLICA, el debate ulterior carece de sentido.
Sabes que comparto tu opinión en este tema, querido amigo, pues tenemos visiones muy semejantes en este tema.
ResponderEliminarY...gracias por honrarme con tu amistad y con tu afecto, amigo. Gracias por todo. Si; Cornelivs vuelve.
UN ABRAZO...!!!
Sin una mayor apuesta por el setor público, tanto en financiación como en organización, la educación se convertiría de nuevo en privilegio de las élites.
ResponderEliminarNo debemos permitir que eso ocurra.
El pacto por la educación se rompió hace mucho tiempo ya, y venimos asistiendo a su demolición programada y lenta, como para que no se note demasiado. No me refiero a un pacto puntual que puedan o no firmar ahora mismo los partidos políticos de turno, sino al gran pacto tácito que instauró la escuela pública a partir del siglo XVIII, muy tímidamente al principio, tomando fuerzas poco a poco, para que ahora procedan a desmontarlo, acabados los principios de la ilustracion y recién ingresados en la ley de la jungla que es el neoliberalismo. Se acercan tiempos oscuros, y los síntomas que presenta nuestro ámbito educativo, no sólo en España, sino en toda Europa, no son sino los síntomas de la sociedad en general. No me parece que haya intención de colocar la educación pública y general en el lugar que debería tener en una sociedad igualitaria y justa; más bien volveremos a la educación de beneficencia para los más desfavorecidos, con pocos años de escolarización y a una enseñanza de élite para los favorecidos. Eso es lo que viene y lo que impone la sacrosanta economía de mercado.
ResponderEliminarEs como antaño, y cada vez mas, porque no se invierte en la enseñanza pública. Sólo los niños de papá, tendrán la oportunidad de acceder a la educación. Volvemos atrás, como los cangrejos, y los hijos y los nietos de los que nos pisotearon la cabeza, lo van a intentar otra vez. Espero que no lo consigan, espero que la democracia ponga las cosas en su sitio, y todos tengamos los mismos derechos, las mismas oportunidades, y los mismos deberes. Un beso
ResponderEliminarLa educación me preocupa muchísimo. No solo en España pero a nivel internacional. En todos los países veo que la educación se está deteriorando a marchas forzadas. A los poderes fácticos les interesa tener una juventud adocenada, sin criterio propio para así poderla manejarla mejor. Mucho me temo que nos vamos abocados hacia un mundo totalitario. ¡Qué desgracia y qué tristeza! Recuerdo mis años estudiantiles cuando en mi colegio hacíamos una réplica de las Naciones Unidas y cada uno defendía sus causas con sólidos argumentos. Por lo que leo, eso pasó a la historia... Besotes, M.
ResponderEliminarEl otro día entrevistaban al rector de la universidad Complutense y el horizonte que tenemos ante nosotros es para echarse a temblar.
ResponderEliminarNo sólo en el aspecto de la violencia, hay que meditar. NO ESTAMOS PREPARADOS PARA BOLONIA ( y no son mis palabras)
Un abrazo
El ministo, Sr. Gabilondo, me merece todos los respetos, pero no puedo decir lo mismo de que todos los partidos tengan voluntad de pacto y hacer de este tema, un tema de Estado...
ResponderEliminarY bien que me pesa este escepticimo
No creo que se llegue a ningún pacto en educación ni en ningún otro tema, el PP sólo "pacta" si se aceptan sus premisas, ay qué listos son, todo un ejemplo de diálogo y tolerancia. Pero esto necesita un cambio, sin duda. Llevamos años dando bandazos y poniendo tiritas para una pierna rota, así no vamos a ninguna parte. Los docentes nos dejamos la vida en las clases y a nadie le parece suficiente, nos hacen responsables de todo lo malo y se olvidan de la escasa financiación y otros problemas, la auténtica madre del cordero. Y seguimos, a pesar de todo, ay...
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo creo que sólo el día que se limpie a fondo de política la edución, el pacto educativo será algo positivo. Mientras cada partido quiera arrimar el ascua a su sardina, mejor no tocarlo. Lo ideal es que unos funcionarios especialistas en el tema y totalmente apolíticos, tomen las riendas del cambio.
ResponderEliminarUn abrazo.