19 de mayo de 2011

No se resignan a ser una “generación perdida”



Concentración en la Plaza de la Fuente Dorada, de Valladolid ( mayo de 2011)


No es la nuestra una juventud resignada. Es una juventud consciente del mundo que la ha tocado vivir, de los problemas de su tiempo, de sus dificultades y de las incertidumbres que se ciernen sobre sus horizontes y perspectivas. También lo es de sus capacidades y fortalezas. Si observamos los comportamientos colectivos de la juventud en el mundo, no es difícil detectar rasgos de singularidad en el caso de los jóvenes europeos. Hemos visto en otros lugares movimientos de gran resonancia, motivados por el rechazo a las guerras, el repudio a las dictaduras, la defensa de la libertad. Ocurrió durante la guerra de Vietnam en Estados Unidos, en Indonesia frente a Suharto, en Latinoamérica frente a los regímenes de muerte y corrupción que asolaron a muchos de sus países en los setenta y ochenta, en el norte de África apenas comenzada la segunda década del siglo XXI.


Lo que está ocurriendo en la Unión Europea ofrece matices que deben ser tenidos en cuenta. Es la expresión de una rebeldía en el espacio que se creía confortable y garante de derechos enraizados en la Historia y en los ámbitos de la decisión pública, y que ahora se perciben gravemente amenazados. Ya tuvimos ocasión de comprobar la dimensión de la protesta a finales de 2008 en Grecia, cuando los jóvenes salieron a la calle al darse cuenta de los efectos traumáticos que la crisis comenzaba a provocar en su país. Lo hemos visto también en Francia, en Portugal, en el Reino Unido, en Irlanda.... y haces unos días, el 15 de mayo de 2011, ha hecho de pronto su aparición en España, para convertirse en uno de los fenómenos sociales que mayor impacto están teniendo en los medios, en las conversaciones de la gente, en las cábalas de los analistas, en los intérpretes, más o menos cualificados, del rumbo político que adquiere el país ante un acontecimiento que nadie preveía y que ha dado lugar a toda suerte de opiniones.


No es casual que la movilización haya estallado en un momento en el que convergen dos causas que posiblemente han tenido un efecto inductor. Tres días antes de que comenzara, el Fondo Monetario Internacional alertaba sobre el riesgo en España de una “generación perdida”, terrible denominación aplicada al reconocimiento de las enormes dificultades a que se enfrenta la integración en la sociedad de un sector de la población – el juvenil - que, si por algo se caracteriza, es por su nivel de cualificación y de competencia para contribuir al desarrollo del país, y que se siente desvalorizada ante tasas de desempleo que, en los tramos iniciales de la vida laboral, superan el 40%. Que nadie me venga con que se trata de una juventud poco preparada, por mor de una educación errática. Falso de toda falsedad. Conozco el tema porque lo vivo de cerca. Nunca la juventud española ha estado tan preparada como hoy. Cuando se dice que carece de adaptación a las necesidades del sistema productivo, se está diciendo una mentira. El problema no son los jóvenes, son las empresas, o muchas de ellas, que se escudan en este argumento falaz para justificar su resistencia a la contratación de personal joven, al que con frecuencia explotan con sueldos y contratos miserables. Basta echar un vistazo a los jóvenes cualificados que emigran a otros países europeos con el fin de trabajar en su especialidad y donde gozan de un reconocimiento que su país les niega. A muchos ha conmocionado la sensación de que pueden llegar a formar parte de esa “generación perdida”, abandonada a su suerte.


Este hecho, justificativo de una preocupación creciente y de una desafección hacia la política, ha coincidido con el desarrollo de una campaña electoral que, en la mayor parte de sus manifestaciones, roza el tedio y a menudo la desvergüenza. No entraré en detalles porque son de todos conocidos, pero lo cierto es que muchísimos jóvenes españoles no se sienten representados en esos mítines ni en el lenguaje que se utiliza magnificando los problemas y eludiendo las soluciones, mientras se recurre a la descalificación brutal y zafia del adversario para que el ruido domine en el ambiente y eclipse el tratamiento riguroso de la realidad. Si se observa con detalle el sentido de sus reivindicaciones no hay en ellas síntoma alguno de voluntad antisistema, sino precisamente de todo lo contrario: de reconocimiento de que su papel en la sociedad está minimizado o simplemente eludido ante la prevalencia reiterada de un discurso que les resulta ajeno y de unos comportamientos que no reconocen como los propios de un modelo democrático e integrador digno de tal nombre.


Yerran aquellos políticos – reflejo evidente de su miopía y de su incapacidad para entender lo que ocurre a su alrededor – que hablan de manipulación, de intenciones aviesas, de propósitos inconfesables, para acabar incurriendo en actitudes paranoicas que no van más allá del temor a que sus intereses y sinecuras puedan verse cuestionados, refractarios a la crítica como son en su mayoría. Aunque, bien mirado, hay que admitir que el temor está justificado en la medida en que una protesta de tal magnitud, expresión de un malestar hace tiempo larvado, no puede dejar indiferente a nadie ni ser entendida como un hecho episódico, sino como un fenómeno sociológico de contestación y puesta en entredicho de pautas de comportamiento y de gestión que pueden llegar a convertir a muchos jóvenes, si no lo han hecho ya, en excluidos involuntarios dentro de un sistema que prescinde de ellos, quizá irreversiblemente.

En el fondo no deja de ser una manifestación a favor de una visibilidad que creen haber perdido y que desean recuperar. ¿No es ésta acaso otra expresión más de la “España de la rabia y de la idea”, de la que con tanto acierto como contundencia habló Don Antonio Machado?

¿Qué ocurrirá a partir de ahora? ¿Cómo evolucionará esa movilización que se ha extendido como el aceite en las principales ciudades españoles, grandes, medianas y pequeñas? Nadie lo sabe y es difícil hacer previsiones. Mas, ocurra lo que ocurra, es evidente que lo sucedido en España en la segunda quincena del mes de mayo de 2011 marcará un hito de gran importancia en la historia del país, tanto como fenómeno sociológico como advertencia de que el rumbo de la política española debe corregir deficiencias muy serias que han puesto en entredicho su credibilidad para un sector significativo de la población - el que tiene el futuro en sus manos -, cuyas reclamaciones y necesidades no pueden ser ignoradas.





8 comentarios:

  1. ¡Excelente exposición! Así es. Los jóvenes--y no tan jóvenes-- hemos reaccionado, hemos salido a la calle pacíficamente con unos lemas altamente originales y geniales (por ejemplo el de la foto que pones al principio, sin ir más lejos) Otros que me han gustado son: "Si no nos dejais soñar, no os dejaremos dormir"; "No soy el futuro, soy el presente"; "Demasiado pan para tanto chorizo" etc. Prueba de que nuestros jóvenes son altamente creativos e ingeniosos. Ahora, lo que francamente me repatea es que los politicastros (especialmente los del PP que creen tener su triunfo tan seguro) digan que hemos sido manipulados por la izquierda y que hay algo "oscuro" detrás de estas manifestaciones. Como creo recordarás, querido Fernando, yo vengo abogando por una revolución ciudadana desde que abrí mi blog hace cuatro años y no tengo a NADIE detrás, ni PSOE, ni IU. NADIE. Simplemente soy una ciudadana concienciada que ve que esta democracia (timocracia como sabes que la llamo) es una estafa al pueblo y tenemos que reaccionar. Besotes, M.

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  2. Qué buen análisis, Fernando. Con una hija que el año que viene termina derecho, tengo tanto miedo...
    Las perspectivas no son muy alagüeñas.
    Ojalá cambie la situación.
    Un abrazo

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  3. La generacion perdida, no es la que mira adelante y no ve claro el camino; sino la que al mirar atrás no ve lo que ha construido.
    Saludos Fernando.

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  4. Perdón, me equivoqué en uno de los lemas: "POCO pan para tanto chorizo". Besotes de nuevo, M.

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  5. Completamente de acuerdo con esta entrada. En algún momento se tenía que decir basta a la destrucción de la Europa social y a la democracia, que en su día su construcción también tuvo sus etapas de lucha. Esperemos que esto no se detenga y esto se convierta en el punto y final de la hegemonía del neoliberalismo en el Mundo, un movimiento que sólo ha creado exclusión, pobreza y desarraigo.
    Gracias también por ser un gran docente que se niega a aceptar la mentira de unos jóvenes poco preparados...

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  6. Mis felicitaciones, Fernando, por tanta claridad en este post, como nos tienes acostumbrados.
    Apoyo a esta generación con mi firma, con la difusión en mi facebook y en la Puerta del Sol con mi asistencia.
    Me conmueve todo lo que están haciendo.
    Un abrazo muy fuerte,

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  7. Un post muy acertado. Has retratado muy bien lo que está pasando en este ya histórico mayo español. Los políticos, y solamente ellos/as han conseguido que la gente (una proporción significativa de gente) haya llegado a aborrecer algo tan bienintenciuonado como es la democracia. Han hecho de la democracia "su" democracia. Y están jugando con las cartas marcadas. Y claro, siempre ganan ellos, y pierden los que no hacen trampa, los que van por la vida a pecho descubierto, con buena intención, sin ocultar nada. Pero esto es el pistoletazo de salida de algo, y es como cuando uno se tira del tobogan, que no para hasta que llega al final.

    Un abrazo.

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  8. He pasñado algunos ratos con los acampados en la Plaza de Cataluña y me he llevado una grata impresión. También los hay menos jóvenes...Un abrazo

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