Confieso que cuando oigo hablar de austeridad siento escalofrío. En principio, la palabra suena bien, pero no siempre se pronuncia con la misma connotación. Prefiero oír hablar de ética, de transparencia, de equidad. De lucha contra la corrupción, de justicia fiscal. Son términos que no admiten ambigüedades cuando de la decisión política se trata.
Pero, austeridad.. ¿A quién y cómo se aplica? ¿En qué capítulos del gasto público? ¿Con qué incidencia? ¿A quién afecta, cuando al tiempo ese término, tan reiterativo ahora, va asociado a otros tan altisonantes como los de eficiencia, productividad y competitividad?
El hecho de que desde la perspectiva de la acción pública todos estos conceptos afloren en el discurso con la misma prosopopeya - ya empiezan a hacerlo en las investiduras autonómicas - resulta más que preocupante.
Creo que ahora todos quieren PARECER austeros porque antes han sido derrochones y tienen mala conciencia. Y los que no han sido porque no estaban aún en cargos, temen que los igualen y los acusen del lujo y el despilfarro. Muy agudo tu post, amigo Fernando. Salud(os).
ResponderEliminarTienes toda la razón amigo Fernando. Cuando los políticos hablan de austeridad el Pueblo se echa a temblar porque sabemos quién va a tener que ser austero.
ResponderEliminarA CiU le gusta mucho esta palabra. La Agència Catalana de Cooperació ha visto recortado su presupuesto en un 55%. En números absolutos es mucho dinero pero si lo comparamos con los presupuestos de la Generalitat, sólo calderilla.
Un abrazo
Fíjate, una palabra, que parece tan poquita cosa y la de preguntas que crea. Muy certera tu reflexión y tus preguntas. Un saludo
ResponderEliminarAusteridad, sí, pero no para los que la tienen crónica...
ResponderEliminarY la ética, para todos, sin distinción alguna...
Un abrazo
Sobre todo cuando se promete austeridad en algun discurso de investidura que casualmente ya han tenido años de gobierno en mayoría para aplicarse el cuento. Es mentira, todo es mentira, solo quieren la poltrona y tener sus espaldas bien guardadas.
ResponderEliminarUn beso
Como dice ANTÒNIA, ya sabemos a quienes se refieren cuando hablan de "austeridad"--a nosotros. Lo primero que deberían hacer los que han ganado las poltronas (especialmente los de Valencia y Baleares)es devolver el dinero ro-ba-do a las arcas públicas y que "austeridad" lo demuestren con el ejemplo: yendo al trabajo en autobus, metro, bici, o coche particular (como todos) sin coches oficiales; bajarse los sueldos,las pensiones vitalicias doradas y prebendas varias; Erradicar eso de "aforados" porque el ladrón de guante blanco tiene el mismo derecho, que el pobre que roba una barra de pan, a ir a la carcel. En fin, ahora no se me ocurre nada más pero seguro que hay muchísimas "austeridades" que pueden practicar. Besotes, M.
ResponderEliminarEs un término la mar de práctico. Sirve para todo y desde cuanto más lejos se mire, más bonito se ve.
ResponderEliminarUn abrazo
Estoy con Merche: primero que se devuelva todo el dinero retraído o pagado de más, y luego que los que hablen de austeridad que prediquen con el ejemplo, bajándose el sueldo, quitándose dietas, comiendo el menú del día. ¿Por qué tenemos que pagarles sus despachos lujosos, sus viajes de postín, sus autopromociones?
ResponderEliminarMe tomo un descanso, querido Fernando. No se aún si definitivo o temporal, y tampoco se si volvere o no a escribir.
ResponderEliminarProbablemente...no.
Eso si: seguiré visitandote.
Hasta entonces, un abrazo enorme.