11 de diciembre de 2011

Una formación infrautilizada

Se les llena la boca con que los jóvenes españoles no están preparados para afrontar los desafíos a que se ven obligados los empresarios. Se insiste una y otra vez en el argumento de que el sistema educativo ha de adaptarse a las necesidades de las empresas, mitificando así el sentido de una relación a la que se atribuye la estricta responsabilidad de la salida a la crisis. Sin embargo, todo queda en falacia cuando se observa lo mucho que aportan nuestros graduados cuando se van a trabajar al extranjero y los enormes esfuerzos que hacen para integrarse en los equipos que aprovechan su formación cuando se quedan en España. Esos desajustes que el discurso neoliberal simplificador, redundante en nuestra tierra, exacerba, tratando de eludir sus propias responsabilidades, quedan enseguida subsanados por la propia capacidad de reacción y adaptación de quienes solo disponen de su formación y de sus ansias de trabajar, como tantas veces han demostrado.

Frente al tópico emerge el argumento contundente que lo rebate: la sobrecualificación respecto al trabajo desempeñado distingue, según el informe de Eurostat, a los integrantes de la población activa española, más aún que en cualquier otro país europeo. Es decir, tenemos una mano de obra subtilizada, malgastada, por la sencilla razón de que quienes ostentan la capacidad de iniciativa empresarial han antepuesto el modelo especulativo al modelo productivo, la cultura del pelotazo a la cultura del valor añadido. Una mano de obra repleta de ilusiones perdidas.

El resultado no puede ser más lamentable: el desaprovechamiento de nuestro potencial humano y la puesta en evidencia de que los liderazgos empresariales priman una categoría que no está a la altura de lo que el verdadero desarrollo exige.

4 comentarios:

  1. El eterno problema del relevo generacional. No es nuevo.
    Lo lamentable de estas actitudes es el desánimo que provocan.
    Un abrazo

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  2. Ilusiones perdidas, tú lo has dicho. Con una hija que acaba la carrera y uno que la empieza... Es una pena que ni ellos ni nosotros tengamos ilusión.
    Un abrazo

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  3. Algo hay que hacer para devolver la esperanza a estos jóvenes que, formados, salen de las universidades con la mochila repleta de ilusiones. No dudo que los jóvenes estén bien preparados, tanto hoy como ayer. Lo demás son falacias que quieren esconder nosequé.

    Un abrazo.

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  4. es agradable a la mente encontrar estos puntos de vista.

    un saludo.

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