Aconsejo visitar el barrio de El Cabanyal, al Este de
la ciudad de Valencia, junto al mar. Es el barrio que inspiró a Joaquín Sorolla
alguno de sus cuadros más memorables, aquellos que nos han perpetuado en el
recuerdo el inconfundible color del Mediterráneo y la imagen de las
arduas labores asociadas a la pesca. Hoy es un barrio abandonado a su suerte,
proscrito en las políticas públicas del Ayuntamiento, empeñado en la
eliminación de uno de sus tramos patrimonialmente más valiosos para llevar a
cabo una operación urbanística de envergadura que llevaría consigo la
destrucción de lo que ese barrio ha significado en la historia del urbanismo
valenciano.
El panorama es brutal: la incuria a que se ve sometido por parte del
gobierno municipal contrasta con la espectacularidad y belleza de su patrimonio
arquitectónico, un legado valiosísimo del modernismo cultivado a comienzos del
siglo XX y que se traduce en un inventario admirable de viviendas de dos
alturas, con fachadas estéticamente bien concebidas en las que el empleo de la
cerámica de la tierra y la decoración imaginativa se traduce en un cromatismo
variopinto y hermoso que invita a la mirada y a la evocación de lo que aquel
barrio fue hasta que la codicia especulativa y el desprecio por el patrimonio
lo han arrumbado a la imagen de desolación y marginalidad que hoy ofrece. Es
una sensación extraña la que se tiene cuando se recorren sus calles, se
observan sus viviendas tapiadas o el sinfín de comercios hace tiempo clausurados,
como otro de los síntomas de su deliberada desvitalización.
Mas, de pronto, la
mirada se complace en el edificio que alberga la Sociedad Musical de la Unión
de Pescadores del barrio. Iniciativa emblemática de la historia cultural
valenciana, nacida en la primera década del siglo pasado, sobrevive en medio de
la ruina que lo rodea, y lo hace con esfuerzo y al tiempo con ilusión,
conscientes sus miembros de que el día que abandonen El Cabanyal una parte
esencial de la vida del barrio pescador que mira hacia la Malvarrosa habrá
desaparecido para siempre. Quiero con estas palabras dejar constancia del hecho
y del homenaje que merecen.
Un saludo desde Suecia!
ResponderEliminarGracias, Don Gerardo de Suecia. Otro saludo desde cualquier punto de España
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