Jean Plantu, tan expresivo como siempre: "Sin embargo, se le había dicho que debía hacer esfuerzos". Siempre "los hombres de negro"
Sabíamos de la falta de sensibilidad del Fondo Monetario Internacional hacia los problemas que afectan a los ciudadanos que viven de su salario, que no
evaden impuestos, que entienden la política como una acción de servicio público
en pos de la
solidaridad y de la justicia social. Mal se han avenido desde siempre esas
premisas, cumplidas por la mayoría social, con la lógica de un organismo que vampiriza a los Estados, que les
aconseja en contra de sus propios ciudadanos, que hunde en la miseria a quienes
siguen sus dicterios. Basta recordar lo que pasó en la Argentina cuando el
siglo XXI apenas comenzaba. El FMI lo sumió en la ruina, como bien saben
nuestros amigos argentinos. Tenemos elementos de juicio suficientes para saber
lo que representa en la economía mundial ese Fondo perverso que en cierta
ocasión llegó a estar gobernado por el político que, al frente de Bankia, es
uno de los principales corresponsables del desastre financiero español. Y
precisamente porque sabemos bien lo que ha sido y es el FMI causan estupor las
declaraciones de su directora actual calificando de "valientes" las
medidas que adopta el gobierno español para demoler el Estado de bienestar que
se había conseguido fraguar en España desde los años ochenta y que hoy se
desvanece por arte de esa "valentía" que consiste simplemente en
destrozar los mecanismos de solidaridad social mientras se mantienen los
privilegios de la fracción minoritaria, que permanece inmune a los demoledores impactos de
la crisis.
Y comoquiera que los efectos de esa política están ya a la vista, resulta obsceno pensar que los factores que los motivan obedecen estrictamente a las medidas obligadas por la crisis, cuando resulta evidente que son la expresión inequívoca de una postura ideológica destinada al desmantelamiento del modelo de Estado en que se ha cimentado la singularidad europea en el mundo para defender, en su defecto, la lógica de esa mezcla de liberalismo salvaje e intervencionismo selectivo del que no cabe esperar otro resultado que la depauperación irreversible de la mayoría de la sociedad. No es valentía, sino perversión e indecencia, por más que Mme. Lagarde trate de enmascararlo con esas palabras de preocupación por lo que está ocurriendo en España y que, dichas a continuación del respaldo ofrecido hacia las medidas traumáticas, suenan a la más descarada de las hipocresías.
Y comoquiera que los efectos de esa política están ya a la vista, resulta obsceno pensar que los factores que los motivan obedecen estrictamente a las medidas obligadas por la crisis, cuando resulta evidente que son la expresión inequívoca de una postura ideológica destinada al desmantelamiento del modelo de Estado en que se ha cimentado la singularidad europea en el mundo para defender, en su defecto, la lógica de esa mezcla de liberalismo salvaje e intervencionismo selectivo del que no cabe esperar otro resultado que la depauperación irreversible de la mayoría de la sociedad. No es valentía, sino perversión e indecencia, por más que Mme. Lagarde trate de enmascararlo con esas palabras de preocupación por lo que está ocurriendo en España y que, dichas a continuación del respaldo ofrecido hacia las medidas traumáticas, suenan a la más descarada de las hipocresías.
La verdad, Fernando, es que estamos viviendo en un mundo indecente, perverso y cruel donde, efectivamente, quieren y van a desmantelar todo lo conseguido hasta ahora. Nos quieren llevar y nos están llevando contra las cuerdas de la existencia y bien contentos están de saber que lo máximo que haremos es manifestarnos... Muy decepcionante. Besotes, M.
ResponderEliminarLeído.
ResponderEliminarTienes razón, Merche. Lo suscribo plenamente. Un abrazo
ResponderEliminarGracias,JARAMOS, por tu visita. Es un honor verte por aqui
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