14 de octubre de 2012

Dolorosos eufemismos


Jean Plantu, tan expresivo como siempre: "Sin embargo, se le había dicho que debía hacer esfuerzos". Siempre "los hombres de negro"

Sabíamos de la falta de sensibilidad del Fondo Monetario Internacional hacia los problemas que afectan a los ciudadanos que viven de su salario, que no evaden impuestos, que entienden la política como una acción de servicio público en pos de la solidaridad y de la justicia social. Mal se han avenido desde siempre esas premisas, cumplidas por la mayoría social, con la lógica de un organismo que vampiriza a los Estados, que les aconseja en contra de sus propios ciudadanos, que hunde en la miseria a quienes siguen sus dicterios. Basta recordar lo que pasó en la Argentina cuando el siglo XXI apenas comenzaba. El FMI lo sumió en la ruina, como bien saben nuestros amigos argentinos. Tenemos elementos de juicio suficientes para saber lo que representa en la economía mundial ese Fondo perverso que en cierta ocasión llegó a estar gobernado por el político que, al frente de Bankia, es uno de los principales corresponsables del desastre financiero español. Y precisamente porque sabemos bien lo que ha sido y es el FMI causan estupor las declaraciones de su directora actual calificando de "valientes" las medidas que adopta el gobierno español para demoler el Estado de bienestar que se había conseguido fraguar en España desde los años ochenta y que hoy se desvanece por arte de esa "valentía" que consiste simplemente en destrozar los mecanismos de solidaridad social mientras se mantienen los privilegios de la fracción minoritaria, que permanece inmune a los demoledores impactos de la crisis.

Y comoquiera que los efectos de esa política están ya a la vista, resulta obsceno pensar que los factores que los motivan obedecen estrictamente a las medidas obligadas por la crisis, cuando resulta evidente que son la expresión inequívoca de una postura ideológica destinada al desmantelamiento del modelo de Estado en que se ha cimentado la singularidad europea en el mundo para defender, en su defecto, la lógica de esa mezcla de liberalismo salvaje e intervencionismo selectivo del que no cabe esperar otro resultado que la depauperación irreversible de la mayoría de la sociedad. No es valentía, sino perversión e indecencia, por más que Mme. Lagarde trate de enmascararlo con esas palabras de preocupación por lo que está ocurriendo en España y que, dichas a continuación del respaldo ofrecido hacia las medidas traumáticas, suenan a la más descarada de las hipocresías.

4 comentarios:

  1. La verdad, Fernando, es que estamos viviendo en un mundo indecente, perverso y cruel donde, efectivamente, quieren y van a desmantelar todo lo conseguido hasta ahora. Nos quieren llevar y nos están llevando contra las cuerdas de la existencia y bien contentos están de saber que lo máximo que haremos es manifestarnos... Muy decepcionante. Besotes, M.

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  2. Tienes razón, Merche. Lo suscribo plenamente. Un abrazo

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  3. Gracias,JARAMOS, por tu visita. Es un honor verte por aqui

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