7 de agosto de 2019

El patrimonio de la Iglesia católica no ha cesado de crecer y crecer


Hace trece años la Mezquita de Córdoba era de titularidad pública, formando parte del patrimonio cultural del Estado. Por arte de birlibirloque hoy pertenece a la Iglesia regida por un Santo Padre que vive en Roma. Es otra pieza más entre los 30.000 bienes que han engrosado sorprendentemente el Inventario patrimonial en poder de esa institución, que los ha registrado a su nombre sin tener la titularidad. Immatriculación lo llaman. El mayor pelotazo patrimonial del mundo a favor de un grupo privado.

Aunque parezca un milagro, no lo es. Ha sido tan sencillo como decir "esto es mío y me lo apropio, y lo hago porque en 1998 el Gobierno de Aznar López nos lo permitió y además no pagamos un ochavo de impuestos, a diferencia del vecino de Aluche, del Cabanyal o del barrio de Gamonal, que abonan un IBI en progresión creciente, y que son embargados si no lo hacen".

Mientras tanto, se dicen ellos mismos, satisfechos de lo conseguido " esperemos que la relación elaborada por los Registradores de la Propiedad sobre ese montón de bicocas conseguido a la chita callando no sea dado a conocer al Congreso para que todos los ciudadanos lo conozcan con pelos y señales. Hasta ahí podíamos llegar". Sin embargo, esos insaciables y codiciosos amigos de la rebatiña a pesar suyo, pues, como todo el mundo reconoce, reniegan con vehemencia de las pompas de este mundo tan materialista y esclavo de lo terrenal, también saben que el Gobierno del Estado está obligado a dar a conocer esa información por acuerdo parlamentario. Y no ignoran que, cuando se sepa, las reclamaciones, impugnaciones y recursos florecerán como hongos a lo largo y ancho del país.

No hay en todo el mundo un caso igual. Por cierto, saben a quien pertenecen Notre Dame de Paris, el Duomo de Milano o las iglesias de la católica Irlanda? A las administraciones públicas.

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