17 de febrero de 2013

Imágenes de la ciudad real en la obra de Gabriele Basilico, Vivian Maier, Danny Lyon y Lewis Hine


Más que acercarnos a la realidad, la fotografía nos aporta una nueva dimensión, una perspectiva diferente, de lo convencionalmente percibido. Con frecuencia no nos damos cuenta del significado de lo que nos rodea, a no ser que su propio impacto visual y su espectacularidad induzcan a entender que constituye algo digno de ser preservado en la memoria. Pasa con el arte, con los paisajes admirables, con las imágenes que encierran rasgos singulares o impactantes. El resto se omite o simplemente queda relegado a la indiferencia. De ahí la utilidad de acercarse a las exposiciones de los grandes maestros de la fotografía cuyas obras se inspiran en la calle y en cuanto sucede en ella como espacio público de convivencia, comunicación y conflicto. 




Por esa razón, la fotografía de Gabriele Basilico (Milán, 1944 - Milán, 2013) merece ser contemplada porque nos acerca, con nitidez y sin ambigüedades de ningún tipo, a la realidad de las ciudades contemporáneas a través de la dureza de sus periferias, de sus bordes, de los espacios donde la ciudad emblemática es reemplazada por la visión estandarizada de la que sólo quien acude a ella puede dejar testimonio. Y lo consigue captando la expresividad del edificio, de las arquitecturas que modelan el hecho urbano y le aportan esa sensación de cambio constante, que la fotografía sabe retener para dar fe indeleble de su existencia. 

Con la brillantez y la rotundidad que procuran el blanco y el negro, el artista italiano nos ha transmitido a lo largo de su carrera la que, a mi juicio, es la forma más honesta y seria de dar cuenta de lo que verdaderamente representa el hecho urbano contemporáneo: la ciudad del caos, de la forma descuidada, incluso de la fealdad, de la silueta que recorta un horizonte banal en el que las gentes se desenvuelve conscientes de que su entorno no es el que identifica a la ciudad transmitida en los catálogos de viajes o en las recomendaciones a quien la visita. Es, dicho de otro modo, la contraposición entre la imagen real y la imagen tópica, vanamente edulcorada, de la ciudad de nuestros días, que tanto gusta a los expertos en mercadoctenia territorial.


Me entero por la prensa de que acaba de fallecer. Joven aún, en Milán, su ciudad natal. En la referencia que menciona el suceso alude a su participación en el encargo que la DATAR (Delégation pour l'Aménagement du Territoire et l'Action Régionale) francesa le hizo a mediados de los ochenta para representar en imágenes el paisaje de Francia, con todo el realismo y la sinceridad de los que la buena fotografía es capaz. Recuerdo haber visto hace años esas imágenes en la oficina que el prestigioso organismo posee cerca de la Tour Eiffel en Paris. Confieso que me impresionaron mucho, muchísimo. Entonces conocí por vez primera el nombre del fotógrafo italiano, al que más tarde volví a apreciar en la exposición que hizo en Valladolid en la primavera de 2008. No le he perdido la pista, porque ese tipo de artista siempre me ha interesado. Por eso, al enterarme que se ha ido definitivamente, deseo dejar constancia de lo mucho que aporta al conocimiento visual de la realidad quien se acerca a ella con la fuerza de su compromiso con la verdad. 




Una sensación que también se tiene al observar las imágenes captadas por la cámara de Vivian Maier (1926-2009), empeñada en documentar cuidadosa y libremente los matices de la llamada "mitología americana", en Nueva York y Chicago fundamentalmente. De esas ciudades provienen las "instantáneas de la demolición de construcciones históricas en aras del imparable desarrollo, escenas nunca vistas de las vidas de personas de otras comunidades étnicas y de los indigentes", según subraya Anne Morin, Comisaria de la exposición que ha descubierto en Valladolid una parte muy expresiva de la obra de Maier. 

La misma razón explica el interés suscitado por la obra realizada por Danny Lyon ( Brooklyn, NY, 1942), fundador del grupo de fotografía Bleak Beauty,  cuando descubre la sociedad del Uptown de Chicago, que nos remite a los rostros que el autor inmortalizó en blanco y negro tal y como se mostraban a mediados de los sesenta. El propio autor señala la finalidad perseguida que no es otra que la de "congelar en el tiempo algún momento, algún gesto, una cara, para ser observada para siempre o por un tiempo breve por aquellos que nunca la verán si no se les enseña. Las imágenes no se hacen para molestar las conciencias de la gente pero sí para alterarla. Las fotos no están pidiendo ayuda para estas personas sino algo mucho más difícil: ser muy consciente de su existencia, una existencia tan real e importante como la suya propia". 





Me detengo, finalmente, en la muestra que nos da a conocer a Lewis Hine (Wisconsin, 1874 - New York, 1940). Confieso que me ha impresionado. Reconocido por críticos solventes como el padre de la fotografía social moderna, nos acerca con fuerza y enorme capacidad expresiva a la realidad de Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. Fue profesor de Geografía en la Ethical Culture School de New York. A él se deben imágenes de tanto impacto visual como las que descubren la sociedad en la ciudad industrial de Pittsburgh, la forma de trabajo en la construcción del Empire State neoyorquino, la llegada de los inmigrantes a Ellis Island o a la sociedad que habita la realidad profunda norteamericana en Virginia y Carolina del Norte sin olvidar tampoco sus estremecedores reportajes sobre el trabajo de los niños o los testimonios de su labor en las misiones efectuadas en Europa bajo los auspicios de la Cruz Roja Americana. Sin duda no podría entenderse sin acudir a su legado lo que representó la creación de la Photo League en la historia de la fotografía. Su legado fotográfico se conserva en la Biblioteca del Congreso de Washington y en ese impresionante museo de la fotografía que es la George Eastman House , sito en el 900 de la East Avenue en Rochester, NY.

2 comentarios:

  1. Gracias por la reseña, tan sentida. No lo conocía, pero voy a interesarme ahora.

    Un saludo

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    1. Gracias, José Luis Ríos. He visto sus referencias fotográficas en la red y me parecen excelentes. Desde ahora ya le conozco y seguiré su obra.

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