12 de diciembre de 2007

Una obra sobre el pensamiento económico de la Ilustración española


Cuando Caja España de Inversiones me encomendó la tarea de seleccionar y editar una obra que formase parte de la colección de textos cuidadosamente publicados por la Entidad sobre temas de especial relevancia económica, opté por dar cumplimiento a un deseo intelectual durante mucho tiempo abrigado. Quería satisfacer la curiosidad y el interés que siempre he sentido hacia las cuestiones relacionadas con la modernización de la sociedad y de la economía españolas en el periodo de la Ilustración, y particularmente con esa etapa que, coincidente con el último tercio del siglo XVIII, ve florecer un movimiento organizado de sensibilización pública, auspiciado desde el poder central, hacia los cambios que esos momentos tienen lugar en Europa, razón que explica esa alusión concreta y reiterada a las Academias Reales de Londres y París, aunque las alusiones a Inglaterra sean las más frecuentes, ante la importancia dada al hecho de que “a finales del siglo último abrió los ojos a sus verdaderos intereses”.
Son experiencias que movilizaron la atención de los ilustrados españoles, motivados por la necesidad – “forzosa”, como aquí se dice - “de imitar las naciones industriosas, si queremos mejorar la aplicación y utilidad que rinde la ocupación bien ordenada de las gentes”, lo que les llevaría a mostrarse dispuestos, por eso mismo, a romper definitivamente con las arcaicas estructuras de producción y de trabajo existentes en España, mediante la asimilación de las innovaciones, la introducción de nuevas pautas organizativas y los esfuerzos de formación que lo hicieran posible.
No se trataba ciertamente de un movimiento aislado ni de una posición espontánea ni oportunista. La voluntad de introducir reformas obedecía a un estado de ánimo creciente, permeable a los principios y a los objetivos del Siglo de las Luces, y planteado con el propósito de que también llegasen a formar parte de la economía, de la sociedad y de la cultura españolas. Actitud que en cierto modo ha de ir poco a poco cobrando carta de naturaleza si, como señala Gonzalo Anes, el pensamiento ilustrado reformista consiguió impregnar y cohesionar las sensibilidades de una parte significativa de la sociedad hasta el punto de provocar “la colaboración de nobles, eclesiásticos, burgueses, campesinos y trabajadores de las ciudades en el intento de intensificar la producción y de conseguir una cierta liberalización”. Mas es obvio que este proceso no hubiera sido posible sin la implicación directa de las propias estructuras del poder de la época, personificadas por la figura del Rey Carlos III y por la muy relevante de Don Pedro Rodríguez Campomanes, cuya impronta cristalizó de manera muy significativa en el ambicioso proyecto de puesta en marcha de las Sociedades Económicas de Amigos del Pais, a las que se otorgó un papel fundamental en la transformación y modernización del país “mediante la ordenación de las ciencias con un criterio de utilidad, la dirección de la producción con la proliferación de centros de enseñanzas prácticas, la verificación de ensayos económicos, etc.”.
Las numerosas y elocuentes ideas plasmadas en este obra, que recupera en edición facsímil las Memorias de la Sociedad Económica Matritense existentes en la Biblioteca Histórica del Palacio de Santa Cruz de la Universidad de Valladolid, nos acercan con claridad a la realidad económica y social española del último cuarto del Setecientos y, particularmente, a las reflexiones, debates y alternativas que suscitan los problemas, muchos de ellos seculares, encontrados a la hora de facilitar la transformación del país. La obra fue presentada en Valladolid el 12 de Diciembre de 2007.


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