6 de septiembre de 2009

Fiestas patronales, tal como son: ¿dónde está la diversión?


Que nadie piense que soy un cenizo o que estoy en contra de las celebraciones que permiten disfrutar de vez en cuando de la vida. Compartir un buen rato con la familia o los amigos es un placer que alegra aquellos momentos que, por las razones que sean, elegimos para pasarlo bien. La oferta de ocio de que se dispone actualmente es enorme, brinda posibilidades como nunca habían existido, permite abrirse a un mundo de experiencias creativas gratificantes y satisfactorias. En fin, entiendo que la ruptura festiva en el transcurso de la vida cotidiana resulta tan agradable como necesaria.


Pero observo que las fiestas patronales se han convertido desde hace tiempo en otra cosa, que me disuade de sumarme a ellas. No las recuerdo así en mi infancia y juventud donde sí tal vez tuvieran sentido porque el resto del año transcurría de una forma donde poco juego había para la diversión que se saliera un poco de la rutina. Hoy, en cambio, y salvo contadísimas manifestaciones de buen gusto, cada vez más excepcionales, lo que priman son el ruido, la chabacanería y el alcohol, que fluye a raudales.


Los espectáculos musicales, el teatro o los carruseles de feria, que antaño se identificaban y nos identifican con lo excepcional del momento, quedan completamente arrumbados por el olor de las fritangas que apestan en la calle, el griterío permanente de los jóvenes que, agrupados en peñas o lo que sea, transportan en los carros retirados de los supermercados cantidades ingentes de bebida, por la que compiten de manera desaforada, y por el espectáculo reiterado y obsesivo de los toros, toros y más toros que día a día dan rienda a todo tipo de sensaciones cuando no revelan la precariedad de ideas que permitan sustituirlo por otra cosa o hacer del encierro un episodio excepcional y no el santo y seña de la programación festiva. “Sin toros no tiene sentido la fiesta” decía el otro día el alcalde de un pueblo vallisoletano, donde mañana, tarde y noche el toro preside la jornada.


Me viene esta reflexión a propósito de las fiestas de Valladolid, donde el poder de la hostelería lo domina todo, y de las que hace años he decidido pasar por completo. Ni me gustan ni me interesan. Aunque todos sabemos que en España hay experiencias aceptables, se ha acabado imponiendo de manera bastante generalizada un modelo festivo de estilo cutre y ramplón, macarra y estridente, cuando no violento, en la mayor parte de las ocasiones, que carece por completo de interés, al menos en mi opinión. Lo cierto es que se trata de algo insólito en Europa (ignoro si en otros ámbitos ocurren cosas así). Pues, desde luego, nadie se imagina ciudades o lugares europeos que están en la mente de todos verse de pronto conmocionados por la marabunta de grupos vociferantes, que ponen las calles perdidas de suciedad y pestilencia, mientras se entusiasman corriendo delante de un toro aun con el riesgo de su vida. Terminado el encierro, ya no hay más que hacer, salvo rendir un homenaje permanente a Baco y esperar a la próxima estampida. Todo lo demás es accesorio. En eso y no en otra cosa consisten los "sanfermines" de Pamplona, el paradigma por antonomasia de la fiesta arrolladora.


¿Estaré equivocado o es que realmente debemos seguir convencidos de que Spain is different?. Aludo a este tema porque sociológica y culturalmente tiene interés. ¿No les parece?.


Addenda: Tres dias después de escribir este postm han tenido lugar los sucesos ocurridos en Pozuelo de Alarcón (Madrid), donde ha estallado una violentísima reacción juvenil al recorte del programa festivo. Ha bastado este pretexto para que la violencia se apoderara de la calle con manifestaciones terribles de destrucción y agresividad. El hecho ha coincidido con la fiesta patronal y ha abierto un debate que, me imagino, va a dar para mucho. Lo sorprendente es que el lugar donde esto ha ocurrido no es ningún barrio marginal, sino un municipio en la zona más valorada social y urbanísticamente de Madrid, un espacio de élites politicas y empresariales, donde todos llegan económicamente a fin de mes y donde la calidad de vida está más que garantizada... hasta que la ola virulenta, empapada de todo tipo de alcohol y sumida en la cultura del "botellón", ha hecho acto de presencia para demostrar que nadie está a salvo de la marabunta que comento.


Imagen: Encierro en Peñafiel (Valladolid)

17 comentarios:

  1. Ay, Fernando, yo tampoco entiendo estas fiestas taurinas sanguinarias... Solo son una excusa para el exceso en todo: la bebida, el desenfreno, el ruido, la cutrez rampante. Una VERDADERA desgracia. Además hoy en dia, más que antaño, porque la ignorancia supina del ciudadano "de a pie" (a quien le ha lavado el cerebro los programas basura...) lo invade todo... Besotes, M.

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  2. No sé que decirte, llevo más de tres años sin acudir a ninguna fiesta, y tampoco he sido nunca muy festivalera, así no puedo opinar como Dios manda. No soy de mucha ayuda que vamos a hacerle. Reconozco que puedes tener parte de razón en cuanto a las molestias que se ocasionan, las perrerías que se hacen a los toros... pero no cabe quedarse sólo ahí. Es una forma de disfrutar y no todos lo hacemos de la misma manera. Tal vez lo suyo sea compatibilizar el disfrute de todos.
    Saludos

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  3. Las talanqueras es una realidad en todos los pueblos de nuestra tierra. Lo he comprobado. Eso está incrustado en nuestra cultura, dicen que mediterránea. ¡Qué se yo!

    El ruido, también, y si no vete por Levante, y lo comprobarás.

    También yo debo ser bien cenizo, pero no me va.

    No hay fiesta hispana sin pólvora, vino, toros y lo que caiga…

    Dirás que soy un ordinario. Eso mismo pienso yo de nuestro pueblo en fiestas. Se salta bastantes cosas; será el complejo de esclavo que tenemos.

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  4. Si decir lo que dices te convierte en un cenizo, entonces ya somos dos, porque yo digo lo mismo que tu.

    Un abrazo.

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  5. Mi sobrina vive en Peñafiel, y yo he vivido las fiestas en muchas ocasiones, mi hermano un año fué corneado, aunque fué un accidente, él no se metió, el toro se salió de su recorrido, pero puedo decirte que son unos bestias, se tiran todas las fiestas borrachos, bueno, y lo que no son las fiestas, allí la juventud, es lo único que hace, beber. Cada vez entiendo menos esa barbarie de fiestas, este año, ya han muerto siete personas en estos festejos de sangre. Un beso

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  6. Fernando, en Cataluña no hay demasiada tradición taurina pero lo del botellón y el ruido, lo mismo.
    Yo tampoco entiendo nada de esto. Por si fuera poco toda mi vida he tenido pánico a los fuegos artificiales. Y nunca he visto un encierro ni por televisión. Simplemente no puedo entenderlo.
    Un abrazo.

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  7. Poco puedo decir. Estoy manca.

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  8. ¿¿Equivocado??
    Basta con acercarse a las ferias de cualquier lugar para comprobar que una vez más, esta vez por desgracia, tienes toda la razón del mundo.
    Es una pena, yo este año ni pisé la feria de Almería...
    y sí, "Spain is different", pero para mal...
    Un abrazo

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  9. Por cierto, me encanta tu foto de la cabecera.;)

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  10. Comparto, Fernando, la valoración que haces de este tipo de fiestas y si estás equivocado, no eres el único. Me sumo a la lista de disidentes de estos festejos que, con el tiempo, han ido a peor...

    Particularmente huyo desde hace unos años de estos festejos. A lo mejor es que uno se está haciendo mayor... No sé.

    Un cordial saludo

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  11. Querido Fernando estoy totalmente de acuerdo, con lo que dices de las fiestas.
    No es que en nuestra época fueramos "ñoños"también nos gustaba divertirnos.
    Esperabas las Fiestas con ilusión pero es que ahora desde el viernes ya son "Fiestas" todas las semanas.
    Y además muchas fiestas se han convertido de Interes Cultural, ahí es nada.
    Estoy de acuerdo que es bueno divertirse, disfrutar del momento pero parece que nos estamos pasando.

    Un besico.

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  12. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  13. Hola Fernando, creo que es la primera vez que te noto enfadado escribiendo y no me extraña.

    La fiesta taurina siempre ha estado arraigada a los pueblos por costumbre y tradición. Esa es la justificación que muchos personas dan, entonces yo les digo que si, que efectivamente, que por esa regla de tres, también antiguamente era tradición y costumbre tirar a un hombre acusado por el pueblo o el rey a los leones para burlarse, reírse y ver como se lo comían, ¿por qué no se sigue haciendo?.
    Quiero pensar que el progreso necesita tiempo, ahora parece también que todos los medios de comunicación se han puesto de acuerdo en sacar todas las fiestas taurinas de todos los pueblos de España y a continuación polémica pero en realidad no se trabaja para concienciar de que es una falta de respeto hacia los toros, un ser vivo, al que se le molesta, se le hace sufrir por un motivo, pasarlo bien y reírse de un pobre animal eso sí a veces el animal lucha y consigue hacer también daño y vengarse de los burros del pueblo.
    Fernando ya hay pueblos que como bien sabes han retirado esta fiesta, la excusa llámala crisis, pero resulta que así ha sido, quiero pensar que poco a poco habrá otro tipo de excusas.
    Un abrazo, didi.

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  14. Anónimo9/9/09 09:03

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  15. ¡Hola Fernando!, ya puedo leerte de nuevo y seguir tus magníficas entradas. Totalmente de acuerdo con lo que nos cuentas y con lo que expresas y como lo dices. Hace mucho tiempo que no acudo a ninguna y me pasa lo que a tí, detesto lo zafio, lo grosero y lo que está fuera de lugar... y éso amigo por desgracia para nosotro@s está de moda... Me gustaría que no nos identificaran por la fiesta de los toros, no veo en ellos, nada que tenga valor ni arte, más bien me parece primitivo....y por ello pido perdón a los puristas... Tampoco entiendo Fernando con la que está cayendo la fiesta de la tomatina, ni de tirarse agua sinsentido, ni vino....Despilfarrar por despilfarrar... Para mí, eso no es disfrutar pero si ellos lo quieren así, a nosotros sólo nos queda no acudir y quedarnos a contemplar una puesta de sol tan bonita como la que has puesto. ´Volveré para leerte como siempre.Un abrazo.Angela

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  16. hola escritor,poeta y amigo!te leo y estoy de acuerdo con vos....
    esta muy bien explicado el tema...
    besos.
    silvia cloud

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  17. Hola Fernando he pasado por aquí y al reconocer ese lugar he parado a leer. Conozco Peñafiel, un pueblo precioso con un magnífico castillo y mucha historia. Cuando era joven iba todos los veranos a las fietas con mi padre. A mi madre le orrorizaban. Entonces, por lo menos, había más entretenimientos que solo toros y bebida. Se han ido masificando y los jóvenes ahora solo entienden la diversión si están borrachos. Eso es lo que en la actualidad tenemos por desgracia y podemos decir que extendido por toda la geografía.
    A mí, como no me interesan las corridas ni los encierros, y mucho menos las borracheras, e optado por visitar Peñafiel en Semana Santa (tampoco se puede casi pasar a ver El Ángel de tanta gente que hay) o simplemente en un puente soleado. Ya no conviene visitar un pueblo en fiestas, es mejor conocerlo y disfrutarlo en tranquilidad.

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