Cuestionado, admirado, vilipendiado, criticado, reconocido…. todo respecto a él se hace con pasión y vehemencia. Asi son las actitudes, contradictorias, polémicas y rara vez indiferentes, que los ciudadanos muestran hacia Baltasar Garzón Real, el juez de la Audiencia Nacional española con mayor proyección tanto en su país como el mundo. De él se ha dicho de todo. Se le acusa de ser poco riguroso en las instrucciones que realiza, de mostrarse demasiado efectista en sus iniciativas, de buscar la imagen y el relumbrón por encima de todo. No entraré a discutir estas observaciones, que, por lo que he visto, vienen casi siempre moduladas por los cambios de perspectiva y de valoración de quienes, alabándole en exceso cuando les interesa, le llenan, en cambio, de improperios y denuestos cuando sus pautas no se acomodan a lo que a ellos les gustaría que hiciera. Practicando la ley del péndulo oportunista, se desacreditan a sí mismos mientras dejan incólume la imagen de un juez que ha logrado sobrevivir a toda suerte de vaivenes y zarandeos.
Y conseguirá hacerlo de nuevo con brío reforzado. Cuando un magistrado del Tribunal Supremo, llamado Varela, decide admitir a trámite la denuncia de una banda fascista y sórdida autodenominada impúdicamente Manos Limpias, que arremete contra Garzón por insistir en investigar los crímenes imprescriptibles del franquismo, la pretensión de los que así actúan no puede entenderse más que movida por una doble finalidad: la de preservar la impunidad de la única dictadura europea cuyos responsables todavía ocupan indignamente lugares de honor en las calles españolas; y la de parar los pies al magistrado que ha sabido parar los pies de delincuentes contra los que nadie se había atrevido a poner en el lugar que les corresponde. Si a Garzón hay que atribuirle el mérito de haberse enfrentado al mundo de la droga que todo lo corrompe y al terrorismo de Estado frente a ETA, hay que reconocerle también el coraje demostrado frente a los criminales de esa banda y la infraestructura de extorsión, propaganda y muerte que sustenta la aventura asesina de quienes siempre han sido los peores enemigos del pueblo vasco.
¿Audacia excesiva, quizá temeridad, adobadas por un ego sobredimensionado?. Qué más da. Merced a Garzón la imagen del siniestro Augusto Pinochet se hundió en el pozo en el que quedó sumida hasta la desaparición del dictador chileno. A su atrevimiento se debe la defensa del principio de justicia universal que, aunque diluido por el gobierno español, ha logrado poner en evidencia la tragedia argentina durante los años atroces de aquella dictadura miserable y abrir los ojos ante la barbarie de Guantánamo, que nadie debiera olvidar.
Pero, ay, cuando al juez nacido en la Sierra Morena jienense se le ocurre hacer que la Ley de la Memoria Histórica en España sea algo más que una declaración de buenas intenciones y pone en el punto de mira a los que sumieron al pais en una guerra civil y en una postguerra atroz, entonces hacen acto de presencia las fuerzas sempiternas de la caverna española para pedir su inhabilitación y que se calle para siempre. Aventuro que han metido la pata hasta el corvejón. Con su querella y su imputación, la figura de Garzón se acrecienta y robustece a la par que dignifica un panorama judicial donde priman en exceso las sombras sobre las luces.
Estimado Fernando, ayer mientras seguía las noticias por televisión me iba indignando. Le reprochan que no quisiera contestar a las preguntas del abogado de la acusación.
ResponderEliminarNo se entiende cómo se puede admitir a trámite una querella como esta a no ser que la Justicia esté instrumentalizada por politicastros de tres al cuarto.
Estos de Manos limpias ¿cómo se financian? Me gustaría mucho saberlo y si se sostienen con fondos públicos como los de la fundación F.F.
Te felicito por el post.
Un abrazo.
Garzón es GRANDE e INCORRUPTIBLE. Un juez como la copa de un pino en su sentido de la justicia y un gran HOMBRE a quien en España deberían seguir su ejemplo muchísimos jueces mediocres y vendidos al mejor postor, lo que hace que nuestra justicia se vea por los ciudadanos como una GRAN injusticia. Este país necesita MUCHOS "Garzones". Seguro que saldrá airoso de esta torticera y repulsiva denuncia. ¡Larga vida a nuestro héroe, el juez Garzón! Besotes, M.
ResponderEliminarTengo, amigo,unos cuantos enlaces preparados para hacer algo sobre este juez, porque me tiene indignada esaabsurda denuncia de la extrema derecha. Pues con un dedico solo, que ya sabes cómo estoy, lo voy a hacer, porque creo que merece una campaña de apoyo de los blogs. Un abrazo.
ResponderEliminarEs que tener memoria cuesta a muchos,es reconocer que se atentó con los derechos de muchos,aquí también ha costado en un principio tener memoria después no,cuando hubo una dictadura es obvio que no se respetaron los derechos humanos,y más allá de las ideologías la justicia es una,los derechos son los mismos para todos y si se violaron de ambos lados merecen que se haga justicia,lo que sucede con Garzón es lo que pasa con todo aquel que quiere hacer las cosas bien,cuando lo veía buscando justicia a los crimenes sucedidos en nuestra dictadura pensaba porque investigaba aqui y al franquismo no,(no estaba bien informada) hoy sé que intenta lo mismo allá por lo que me cae bien alguien que siendo juez aspira alcanzar la justicia como debe ser.Espero que no logren dañarlo quienes lo intenten,todos los jueces deberían ser justos e incorruptibles.
ResponderEliminarUn abrazo Fernando muy buen post,por cierto esos paisajes que pones en el titulo del blog me encantan.
si es culpable de algo, que le sancionen, muchos se alegrarán y otros nos entristeceremos.
ResponderEliminarPero pase lo que pase, la Historia reconocerá sin duda, a uno de los tíos más trabajadores de este país y a uno de los pocos jueces a los que los delincuentes tienen miedo.
La labor que está haciendo Garzón persiguiendo los crimenes del fascismo me parece extraordinaria y plausible.
ResponderEliminarPero tampoco exageremos: como profesional, albergo mis dudas hacia Garzón (no me gusta como instruye los sumarios, por ejemplo), aparte de que solo persigue los crimenes que cometió un bando.
Que, insisto, me parece extraordinariamente bien.
Pero, puestos a ser justos y ecuanimes, ¿¿¿¿¿¿por que no perseguir a los crimenes cometidos por el otro bando??????
Cornelivs tuvo dos abuelos: uno fue represaliado de un bando; y el otro fue represaliado del otro bando. Ambos eran gente buena, gente sencilla.
¿Cual de los dos se merece mas justicia y memoria histórica?
Un fuerte abrazo, amigo Fernando.
Cuando un juez no está adscrito a una bandería política, cuando acusa a unos y otros sin importarle las siglas de los partidos o las críticas que desde ellos se vierten, se le acusa de ególatra, de orgulloso, de estrella...
ResponderEliminarGarzón puso a Pinochet en un aprieto cuando el asesino se paseaba por el mundo a su antojo después de haberse cargado a miles de personas. Y soliviantó a los que antes le alababan por haber perseguido al GAL.
Garzón intenta enjuiciar una serie de crímenes que se cometieron en España hace unos cuantos años, no sólo durante la guerra, también después de la guerra. Los asesinos de muchos españoles del bando perdedor nunca pagaron sus delitos porque la justicia ni siquiera los citó.
Los asesinos del otro bando, que también los hubo, ya fueron enjuiciados, perseguidos o matados sin juicio previo. Los muertos del bando vencedor no perdieron su nombre y sus familias fueron recompensadas por el régimen. Ahora, aunque sea tarde, habría que hacer lo mismo con los muertos por el franquismo. Y Garzón se atreve a hacerlo.
Como dice Merche, ojalá hubiera más jueces con su valor y su entereza.
hola escritor poeta y amigo! no te imaginas como se lo tiene encuenta aquí en Argentina a Garzón....cuando se habla de verdadera justicia...
ResponderEliminares uno de los pocos que quedan...
ojalá siga adelante..
un placer visitarte...
besotes.
silvia cloud
Siempre me ha parecido un hombre con la cabeza muy bien "amueblada". Espero que la última que le han querido hacer no perjudique su carrera, esos fascistas de "manos limpias" no se como tienen tanto cinismo. Un beso
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