Admiré mucho a Camilo José Cela en mi juventud, sobre todo tras leer obras como La colmena o La familia de Pascual Duarte (no valoro tanto la tan mitificada Viaje a la Alcarria), que me sirvieron para descubrir aspectos ignorados para mi de la realidad española y cuyo estilo incluso llegó a influirme en algún momento cuando abrigué pretensiones, finalmente fallidas, de orientar mi vida hacia la Literatura. La trayectoria posterior de ese escritor , y pese a conseguir el Premio Nobel en 1989, dejó de interesarme porque ni su imagen, ni sus ínfulas ni sus obras tenían ya la enjundia y el atractivo que las que le dieron merecido prestigio en los años en que Cela dio a conocer lo mejor de sí mismo.
Me apena, sin embargo, que la Fundación que creó en Iria Flavia haya acabado como “el rosario de la aurora”. La sensación de abandono, desolación y tristeza se impone a la vista de ese impresionante legado, del que todo el mundo parece desentenderse, falto de apoyos externos, que se han retirando ante las perspectivas de una pésima gestión. Su director gerente, un hombre sencillo y que hace lo que puede, trata de salvar la imagen, pero ésta se encuentra ya plenamente arrumbada por la incompetencia, los recelos y la insensibilidad de la segunda esposa de Cela, llamada Marina Castaño, que ha unido en su persona la ineptitud con la codicia, para finalmente dejar por los suelos la memoria del escritor coruñés. Hoy implora ante la Xunta de Galicia una ayuda para apuntalar la ruina, aunque esa institución desconfía de esos ruegos, que encubren el desastre ocasionado, mientras se plantea recuperar ese patrimonio para integrarlo en la Ciudad de la Cultura instalada en Santiago de Compostela, lo que supondría la extinción de la Fundación.
El balance obtenido por la Sra. Castaño no puede ser más demoledor. Baste señalar que, al fallecer Cela, el escritor se encontraba en la indigencia técnica, al no poseer bien alguno a su nombre ni ser el titular de sus obras. El matrimonio Castaño-Cela habia efectuado el traspaso de esos haberes, mediante sinuosas operaciones de “ingenieria mercantil” a sociedades gestoras creadas ex profeso para colocar a Cela en la insolvencia frente a las reclamaciones justificadas de su único heredero, Camilo José Cela Conde, hijo del escritor y excelente profesor en la Universidad de las Islas Baleares.
De momento la justicia ha puesto en evidencia las artimañas de Castaño, uno de los ejemplos más lamentables de avaricia e insensibilidad observados en la cultura española. El Juzgado nº 40 de Madrid ha determinado que el escritor perjudicó los derechos legítimos de su hijo y que debe ser compensado con cinco millones de euros, de los cuales la Fundación debe aportar una parte (1,8 M ) y el resto la trama en la que durante años se ha apoyado Marina Castaño para eludir los derechos del hijo de Cela, es decir, ella misma y las sociedades creadas para transferir a su favor ese patrimonio. ¿Lo entienden, no?. "La avaricia rompe el saco", dice el viejo refrán. En este caso, las alforjas henchidas han estallado por la codicia indisimulada de una mujer que ha hundido la imagen de Cela y que ocasiona una pena inmensa cuando se visita la Fundación que reune el inmenso legado del escritor y que hoy parece estar abandonada a su suerte.
Finalmente, y arrumbadas las maniobras dilatorias de Castaño, la justicia ha hecho justicia y ha dado la razón a Cela Conde. La resolución - de 4 de junio de 2012 - es meticulosa y satisface comprobar el cuidado que algunos jueces ponen en desenredar madejas inextricables, una auténtica "colmena financiera", como se la ha calificado. Pero la cuestión parecía tan evidente que hubiera sido inconcebible otra salida. Enhorabuena al profesor de Literatura de la Universidad de las Islas Baleares. Se lo merece y que lo disfrute en compañía de su familia.
Finalmente, y arrumbadas las maniobras dilatorias de Castaño, la justicia ha hecho justicia y ha dado la razón a Cela Conde. La resolución - de 4 de junio de 2012 - es meticulosa y satisface comprobar el cuidado que algunos jueces ponen en desenredar madejas inextricables, una auténtica "colmena financiera", como se la ha calificado. Pero la cuestión parecía tan evidente que hubiera sido inconcebible otra salida. Enhorabuena al profesor de Literatura de la Universidad de las Islas Baleares. Se lo merece y que lo disfrute en compañía de su familia.
Has hablado de ineptitud y mala fé, y eso carece de género. Pero los hechos ponen en evidencia un debate que está en boga estos días, el de los derechos de autor y la titularidad del patrimonio cultural. ¿Será posible un debate sereno para garantizar que la cultura sea un bien colectivo al tiempo que los autores pueden vivir dignamente de su trabajo?
ResponderEliminarTodo el mundo no es igual, ahí tienes esos ejemplos deplorables y otros magníficos, como el de la viuda de Ayala. Casos como esa sentencia te dejan al menos la sensación de que alguna vez la justicia es justicia y no simulacro de ella misma. No sé cómo se podría prevenir este tipo de conductas, pero creo que la sociedad tiene siempre algo que decir, pues una cosa tienen que entender siempre los herederos de una persona que ha creado un bien cultural, y es que esa persona ya no les pertenece por completo, sino que en ciertos aspectos pertenecen a la sociedad y eso tiene sus servidumbres y sus obligaciones. Estas dos mujeres que nombras han entendido que su unión tardía con hombres de valía cultural y de interés social, eran sólo un campo de expolio para su beneficio. No todas las mujeres son así, pero las hay, demostrado queda.
ResponderEliminarFernando, nunca entendí a esas mujeres porque saben bien a lo que van. se les nota demasiado.. y tú lo has dicho muy bien. Yo conozco el museo -casa de Otero Pedrallo y te puedo asegurar que aún se mantenía sin haber dado tanto bombo y platillo como en estos casos...Y a mí este escritor me encanta como escribía y eso que tiene poco en español...El museo es un pequeño pazo donde están sus libros, sus recuerdos, su casa... Cuando fuí a verlo me encantó a pesar de yo era muy jóven...Espero que aún se siga conservando gracias a una pequeña aportación de todos los que pasaban por allí.
ResponderEliminarLa codicia y la avaricia muchas veces tienen su merecido y en este caso la justicia ha hecho valer la ley. He visto una entrevista de su hijo y me parecía un hombre sincero, con valores y muy culto. Celebro que al final haya conseguido lo que se merecía... Que tengas un estupendo fin de semana. La fotografía que tienes encabezando tu blog es preciosa. Un abrazo.Angela
Me alegro que al hijo de Cela se le reconozcan sus derechos legítimos y más pensando en su madre que, según dicen, ayudó al escritor en sus primeros tiempos y que además rescató del fuego La familia de Pascual Duerte. Ignoro si será verdad pero así lo oí.
ResponderEliminarNo creo que nadie pueda pensar que eres machista y todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad pero el talante de la Castaño ya se veía desde el primer momento.
Un abrazo
Más interesante que "Viaje a la Alcarria" es "Viaje al Pirineo de Lérida", aunque no sea tan conocido. También habría que destacar del conjunto de su obra la creación de la revista ""Papeles de Son Armadans"
ResponderEliminarC.J.Cela no supo digerir el Nobel y cayó, supongo que con conocimiento de causa, en manos de María Castaño que, como acabó demostrando el tiempo, era una auténtica "lagarta". Y tampoco me considero machista, ¿eh?
De su hijo también tengo las mejores referencias así como de la primera esposa que siempre estuvo ayudándole desde la sombra.
Un abrazo, Fernando
La avaricia, como dices, rompe el saco. Marina Castaño, se empeñó en dejar a su hijo y a su nieta sin lo que les correspondía, y ya no digamos de su primera mujer, que fué la que realmente le apoyó, y fué su mano derecha, cuando el escritor hizo los mejores libros. El premio Nobel, se le subió a la cabeza, pero mas aún a Marina,que vió en el escritor, un trampolín para sus propios proyectos. Nunca me cayó bien ese señor, su hijo, es de otra pasta, como persona, seguro que se parece mas a su madre. Un beso
ResponderEliminarFernando, comparto totalmente lo que dices. Yo he dicho en alguna ocasión algo muy parecido sobre las obras de Cela, aunque nunca he hablado de su viuda porque me parece más bien un tema del papel cuché. Cela dejó de ser buen escritor cuando descubrió el color de las revistas en las que su mujer aparecía encantada. Parece mentira que un hombre tan inteligente cayera en manos de semejante bicho, aunque es un hecho bastante habitual. Siempre fue, y es, orgullosa, ambiciosa y soberbia y ha tenido que ser la Justicia quien la haya puesto en su sitio tras años de lucha de su hijo. Como no tome cartas en el asunto alguien realmente competente, la obra de Cela (no toda excelente, justo es decirlo) correrá una suerte bastante adversa, pero así son las cosas. Yo me alegré mucho cuando la novela con la que ganó el Planeta (un regalo descarado con sospechas de plagio desde el principio)vendió muchos menos ejemplares que la de Ángeles Caso, que se lo llevó crudo con total merecimiento. Este año sí se lo ha llevado ella enterito, lo que son las cosas, pero no puedo opinar porque no lo he leído, aunque seguramente lo haré. El buen Cela es el de los primeros tiempos, el autor de "La colmena", "La familia de Pascual Duarte" y los libros de viajes. Luego se sintió merecedor de ocupar un sitio de honor en el Olimpo y se volvió oscuro y retorcido y dejó de interesarme.
ResponderEliminarUn saludo.
Las cosas no son tan simples como a ti te pueda parecer.De todo hay en la viña del señor. Pero seguramente, en los casos que citas, sí son los finales merecidos para unos tipos envilecidos en el tramo postrero de sus vidas: Cela y Alberti. Suenan casi intercambiables. Pobres Rosario y María Teresa, depositarias de un talento y una dignidad que ni de lejos rozaron sus mastuerzos. La película de Cela no necesita glosa, pero los cirios de Alberti con la catalana y con la Mateo tampoco le van a la zaga.
ResponderEliminarUna observación. Después del signo de interrogación, no se pone punto, que para eso lo lleva la interrogación. Y un par más. Los nombres de los días de la semana y de los meses se escriben con minúscula.
Fernando vuelvo encantada a leer tus posts (me he perdido unos cuantos, lo sé pero ahora me pondré al dia). Marina Castaño siempre me cayó mal, se la veía venir. Aunque Cela en sus últimos años era un ser patético y ridículo. Me alegro de que se haya hecho justicia con su hijo así como espero que se haga con la hija de Alberti. Además la primera mujer de Cela y madre de su hijo, fue la que transcribió a máquina sus primeros libros, que fueron los mejores.
ResponderEliminarA la vejez, algunos hombres se vuelven chochos... dejan a su primera compañera y madre de sus hijos cuando quizá ella, como en el caso de Cela, fue quién les aupo a la fama, por una mosquita muerta, insulsa pero ¡ay! más jóven... Besotes, M.
Digno de ser leído.
ResponderEliminarSaludos
Lo malo es que la balanza en este caso tiene dos platos, y el peso se inclina más hacia el lado negativo.
ResponderEliminarlo mismo pasa también en la pintura, no te olvides ( y no nombro a nadie )
Un abrazo
Cela fue un escritor que a mí llegó a fascinarme. Pero después del premio Nobel no sé qué le pasó y su vida se fue por unos derroteros que incidieron en su obra. Y luego, las finanzas. Una lástima que el autor de "La familia de Pascual Duarte", "La colmena" y "Viaje a la Alcarria", terminara así.
ResponderEliminarUn abrazo.
Camilo José Cela era un buen escritor,pero un maleducado y machista.Por los años 80 en la escuela en la que yo trabajaba le invitamos a ir porque le poníamos su nombre,estuvimos bastantes horas con él,fuimos a comer a un lugar típico de comida mallorquina y se mostró en todo momento grosero,maleducado,ofensivo...
ResponderEliminarSu hijo es una maravilla de persona,escribe bastante bien y en la Universidad se le tiene mucha estima,es sencillo,culto,amable.
Saludos