11 de junio de 2011

Espacios de libertad y tolerancia: el Ateneo de Madrid


Qué confortador resulta de cuando en cuando visitar espacios donde el ruido que invade el ambiente cotidiano desaparece para ser reemplazado por el sonido de la palabra creativa y gratificante. No es un ámbito demasiado conocido ni frecuentado e incluso puede decirse que permanece sumido en la indiferencia cuando uno se propone hacer uso de la oferta cultural – copiosa, abigarrada y para todos los gustos – que ofrece la ciudad de Madrid. Muchas veces oi hablar a mi maestro, Jesús García Fernández, - que a la vez participaba del entusiasmo que el suyo, Don Manuel de Terán, le había transmitido - del Ateneo madrileño, una institución creada en 1820 y que ha sobrevivido hasta nuestros días, salvo la etapa en la que estuvo prohibida por Fernando VII a partir de 1823. Abrió sus puertas de nuevo doce años más tarde.
Con frecuencia me comentaba aquél la importancia y riqueza de sus fondos bibliográficos, el interés de sus miembros por estar al día de lo que se avanzaba en el conocimiento en aquellos años de silencio y mediocridad que propició la dictadura. Recordaba la figura de Manuel Azaña, que lo presidió durante años, para desde ahí saltar al mundo de la política que le habría de llevar a la Presidencia de la Segunda República. Lamentaba el intento por parte de los falangistas de hacerse con el Ateneo tras la guerra civil, aunque pronto desistieron de ello, convencidos de que aquél no era su mundo y que lo mejor que podían hacer era abandonar sus salones si no querían hacer el ridículo. En cierta ocasión, comentó este tema Fernando Chueca Gotilla, que, aunque designado como director por el franquismo, mantuvo siempre un espíritu abierto y tolerante, ajeno a las presiones de aquel régimen.
Sin embargo, las cosas ya nunca fueron como antaño, pues el tiempo no pasa en balde, y de una u otra manera los cambios en la cultura, y en sus formas de manifestarse, redujeron la proyección de un lugar de encuentro para limitarlo a la atención recibido por quienes se acercaban al viejo edificio modernista de la calle Prado de Madrid para participar, en un ambiente recoleto y sosegado, de sus actividades, la verdad que insuficientemente divulgadas.
Tal vez por la huella de quien tanto me enseñó, siempre he permanecido atento a las señales emitidas desde el Ateneo madrileño, ese lugar donde, según reza su reglamento, “se reconoce y ampara el derecho de todo socio para profesar o emitir cualquier suerte de ideas políticas, religiosas y sociales, por radicales que sean u opuestas a las profesadas por los demás”. Posiblemente a algunos les parecerá cuestión de otro tiempo, ya desvanecido en la memoria. Pero les advierto que no es ninguna antigualla. Preserva la memoria y anima el estudio y la indagación sobre temas de nuestro tiempo, sin los sectarismos de otras instituciones culturales que sesgan el sentido de la Historia en función de la camarilla que las gestionan.
Y el hecho de que en este caso no sea así lo demuestra el acto celebrado el dia 9 de junio, al que tuve la oportunidad de asistir y donde se presentó el documental Ateneo:Ideas en Libertad, con el que se trata de poner en evidencia la Historia de España “a través del espejo del Ateneo hasta la actualidad”. Dirigido por Tito Alvarez de Eulate y Pedro Carvajal, es un canto a la libertad, un fiel reflejo de la pluralidad intelectual de nuestra época, de la variedad de sensibilidades que confluyen en un país donde son más los que respetan al adversario que quienes los insultan y ofenden. Seguramente no tendrá la resonancia de otras iniciativas que hoy dominan en el panorama cultural español, pero creo que merece la pena saber de su existencia, entre otras razones porque no todo es ruido, no todo es corrupción, no todo es vulgaridad ni cainismo.

7 comentarios:

  1. ¡Qué agradable es volverte a leer, Fernando! Y con un artículo sobre ese símbolo de la cultura y la libertad. Por desgracia, vivo muy lejos y no lo conozco, pero me basta con que exista. Salud(os).

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  2. Creo, no lo recuerdo, que nunca he estado en el Ateneo pero sí que acudía a todas las conferencias de la Residencia de Estudiantes en los '80. Me encantaba ese lugar, ese vetusto edificio rodeado de chopos que me recordaban a las facultades de mi querida Universidad de Toronto. Un oasis en el Madrid de cemento. Una anécdota: como asistía a todas las conferencias y conciertos, un día asistí a la conferencia de un oscuro escritor, cuyo nombre no me decía nada, pero asistí. Cual no fue mi sorpresa cuando fue una conferencia del maravilloso Fernando Savater, disculpándose porque tuvo que sustituir al misterioso escritor. Resultado: eramos cuatro gatos que disfrutamos como enanos de su magnífico discurso. Besotes, M.

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  3. No lo conozco y mira que la carrera la hice en Madrid, pero como disculpa, te contaré que yo también era de las que conferencia que anunciaban, conferencia a la que asistía. Con decirte que incluso recuerdo una sobre planetas ( y yo estudié Filología Inglesa ) Aún me pregunto como aguanté tanto dato de densidades y distancias...
    Jaja
    Un abrazo y ME ALEGRO DE VERTE DE NUEVO POR AQUÍ.

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  4. Te echaba de menos, querido Fernando, estabas muy callado ultimamente.

    Un placer leerte de nuevo...!

    Un enorme abrazo.

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  5. Me habría gustado ver ese documental, "Ateneo:Ideas en Libertad", que tan buen sabor te ha dejado. Últimamente no abundan esos cantos que saben a gloria...y que te reconcilian con la condición humana.
    Un abrazo

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  6. sin duda no es una leyenda sin vigencia, pero sí evoca tiempos en los que al grito de "muera la inteligencia", los bárbaros hicieron necesaria la existencia de espacios neutrales.

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  7. Pues yo hace poco que descubrí el Ateneo (ya me vale...).

    Fui a ver a un viejo y querido profesor, que además me hizo de Cicerón por el bello (y muy ajado) edificio.

    Me gustó el ambiente que allí se respiraba, de sano debate e intercambio de ideas. Quiero seguir yendo a ver qué se cuece... Hay actividades de todo tipo, desde las conferencias de García Calvo a recitales de poesía.

    En su contra he de decir que al igual que en su momento hiciera el Círculo de Bellas Artes, quizá al Ateneo le falta modernizarse un poco, acercarse a la gente para ofrecer sus actividades a más personas interesadas. Es bastante difícil enterarse de lo que hay: la web es un poco caos y los programas de actividades muy crípticos y abigarrados, sin casi espacios, en letra diminuta. En fin, la comunicación mejorable, andan allí escondidos entre la maraña de oferta cultural de Madrid... Es solo una sugerencia, claro :)

    Un saludo y encantada de volver por estos Campos.

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