29 de octubre de 2011

Haití en el punto de mira de la sensibilidad internacional. Que nunca se olvide su tragedia

De izda. a derecha, Fernando Guillén Cuervo, Soraya Rodríguez y Antonio Fraguas “Forges”

El brutal terremoto que asoló Haití a comienzos de 2010 marcó con especial dureza los acontecimientos de lo sucedido en ese año. Las dimensiones de la tragedia fueron asombrosas: murieron más de 250.000 personas, 280.000 resultaron heridas, dos millones fueron desplazadas de sus lugares de residencia habitual y cerca de millón y medio se quedaron sin techo que las cobijara. Se ha señalado que, dada la magnitud del problema y como consecuencia de la sensibilidad provocada por las imágenes impactantes que conmocionaron muchas conciencias hasta entonces ajenas a aquella realidad, la operación de ayuda humanitaria destinada a paliar las consecuencias del seísmo puede considerarse la más importantes de cuantas hasta la fecha se había llevado a cabo con motivo de una catástrofe natural. El balance, según estimaciones de Naciones Unidas, no es baladí: un millón y medio de personas han sido alojadas, a 1,2 millones se les ha facilitado el acceso al agua potable y nada menos que cuatro millones han recibido asistencia alimentaria.

Sin embargo, Haití sigue siendo un problema muy serio para los propios haitianos y para la comunidad internacional. La labor realizada por las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria no está exenta de observaciones que cuestionan su eficacia. Julien Bousac (La Decouverte, 2011) ha escrito que “numerosas críticas, surgidas tanto de los propios haitianos como de los responsables de la ayuda han puesto de manifiesto la debilidad de la coordinación, la falta de liderazgo en el seno de la comunidad humanitaria y el insuficiente conocimiento del contexto haitiano por parte de los agentes extranjeros. Peor aún – insiste -, la ausencia de toma en consideración de las iniciativas locales, el débil nivel de consulta y de participación de los habitantes, la marginación de los responsables institucionales haitianos y la bunquerización de los agentes internacionales han provocado la ralentización de programas completos de ayuda humanitaria, obstaculizando la intervención en las operaciones de la comunidad haitiana y dando origen a una sensación de distanciamiento hacia las poblaciones afectadas”.

Hubiera deseado plantear este debate en la sesión, a la que asistí, y que, con motivo de la Seminci vallisoletana, se dedicó a Haití, donde se dieron a conocer diversos documentales, de gran calidad, realizados por creadores españoles que se desplazaron al castigado país caribeño con ese propósito. No hubo tiempo, por lo que habrá que dejar el tema para otra ocasión. Con todo, la presencia de Antonio Fraguas “Forges” entre los invitados aportó un valor adicional a la dosis de brillantez y coherencia de la que también participaron los demás. El magnífico dibujante, que ha creado un estilo inconfundible en el humor gráfico español sin perder un ápice de ese espíritu crítico tan necesario como saludable en España, apuntó un par de ideas que no me resisto a mencionar.

Habló, por un lado, de su “tercer brazo”, el que le permite captar desde una nube lo que ocurre en los lugares castigados por la historia y por la naturaleza, para nunca perder de vista la incorporación de ese mundo al escenario donde también el humor aporta un valor añadido al conocimiento: “pero no te olvides de Haití”, dibuja en un minúsculo espacio de su viñeta cotidiana para dar testimonio de un mensaje grande a la vez que reiterado por necesario. Y comentó, por otro lado, el impacto que le provocó, cuando trato de adentrarse imaginariamente en aquella realidad, el contraste de color entre los dos países que integran la isla de La Española, para, a partir de ahí, evocar el pasado del que considera “el pueblo que más ha sufrido de la Historia”. Una Historia terrible, muy bien analizada en un libro de reciente publicación por el Ministerio español de Defensa. La Secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez, a su lado, trató de explicar que muchos otros también han sufrido muchísimo. No le faltaba razón. Pero allí se hablaba de Haití, de ese Titanic al que he hecho referencia en otra ocasión, y que nunca debiera ser relegado al olvido, aunque los terremotos no se ceben de momento en su maltrecho territorio. Y es que la primera República latinoamericana, el país de los "esclavos libres", ha vivido en una convulsión histórica permanente.

2 comentarios:

  1. Haiti, desgraciadamente, siempre ha tenido unos líderes ladrones y esquilmadores de sus riquezas naturales. Los Duvalier fueron lo peor que les pudo pasar a los haitianos. Desde entonces, no han podido levantar cabeza.
    Forges es genial. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  2. Tienes toda la razón, Merche. Toda. Besos

    ResponderEliminar

Related Posts with Thumbnails