La toma de conciencia sobre el paso del tiempo
depende de la experiencia que la alimente. No es sólo el aumento de la edad lo
que contribuye a ello, sino la percepción de que los sucesos, sobre todo los
más próximos y entrañables, transcurren en momentos en los que los recuerdos alcanzan ya una
amplia perspectiva, que hace a muchos de ellos demasiado remotos. Pocas
experiencias tan gratas he tenido como la que en esta apacible tarde de
comienzos del otoño, del día 4 de octubre de 2011, me ha permitido ver el
nacimiento de mi primera nieta. No me explayaré en detalles emocionales porque
no merecen la pena ni tampoco tienen nada de original. Mi hija Ana ha sido
madre, todo ha ido bien, sus abuelos maternos hemos observado el panorama en
una posición próxima, aunque discreta, mientras atisbamos las tareas que,
también discretamente, habremos de asumir hacia el futuro. Para nosotros se ha
abierto también, en las murallas de nuestras vidas, una ventana a la esperanza.
¿Qué ocurría en el mundo el día en que nacimos?
El inicio de nuestra vida está asociado a un determinado momento histórico y a
los acontecimientos que lo identifican. Hasta que nos damos cuenta de ello
pasan muchas lunas, los ciclos solares se repiten sin
cesar, las estaciones se suceden mientras transforman sensiblemente el entorno
que nos rodea. "Panta rei", como el gran Heráclito nos explicó. Pero,
al cabo del tiempo, surge quizá esa pregunta que suscita nuestra curiosidad y
que apetece responder. Es la razón que me ha llevado a preparar para mi nieta
Lara un primer obsequio que le entregaré cuando tenga edad para entenderlo: dos
ejemplares de la prensa diaria, publicados en el día en que nació. Uno
nacional, otro local. Para entonces el papel estará amarillento, pero podrá
leerse y ser comparadas sus noticias con las que entonces ocurran. Llegado ese
momento, y con la perspectiva necesaria, ¿volverá a hacer la señal de la
victoria que inconscientemente dibujó su mano al día siguiente de nacer? ¿Llegará
así a tener la sensación de que el mundo ha mejorado? Ojalá
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