8 de enero de 2012

Los espacios truncados por “la grieta”: expresividad y compromiso en la fotografía de Ricardo González



Siempre que puedo procuro no perder la oportunidad de descubrir, a través de las exposiciones, el inmenso caudal de posibilidades que encierra la fotografía. Desde hace muchos años cultivo esta afición, que progresivamente ha ido madurando a medida que la observación directa me ha permitido establecer contacto con verdaderos artistas de la imagen inmovilizada aunque viva, personas sensibles capaces de transmitir con fuerza los motivos que las llevaron a inmortalizar un motivo determinado sin dejar por ello cerrada la puerta a la libre interpretación del observador.

Infinitos son, en efecto, los matices que se pueden extraer de la obra fotográfica de calidad, lo que la convierte en una forma de expresión artística tan relevante como aquellas con las que comparte el fascinante mundo de la creatividad humana. Es algo que siempre logro apreciar en los cultivadores de la fotografía con los que mantengo una buena relación personal, y entre los que destacaría los nombres de Justino Díez, Borja Santos, Luis Laforga, Martín Henkel o Fernando Manero Salvador.





En ese elenco incluyo también de forma preeminente a Ricardo González, a quien me honro en conocer desde hace muchos años. Le he seguido de cerca, pues es un fotógrafo muy activo, no se arredra ante las dificultades y en todo momento está a la búsqueda de los escenarios susceptibles de ser recogidos expresivamente para siempre. Aludo ahora a él porque creo que merece ser conocido y valorado. La ocasión viene dada por la magnífica exposición que presenta en la Sala del Teatro Calderón de Valladolid y que brinda la oportunidad de profundizar en su obra y en los numerosos mensajes que transmite. En esencia, todos se compendian en la serie de reflexiones a que puede conducir la percepción del panorama ofrecido por los espacios marcados por la presencia de una “grieta” acusada en su evolución hasta cristalizar en la imagen que presentan cuando el autor decide enfrentarse a ellos para que no queden relegados al olvido o la indiferencia.





La Grieta: esa es la idea, ese el concepto sustancial, que vertebra y da sentido a los diferentes elementos de la muestra concebida por Ricardo. Es una noción precisa con la que, mediante un trabajo "lento y humilde", se quiere significar el hecho de que, como él mismo advierte en la presentación, “ a veces es sólo una pequeña grieta lo primero que percibimos de algunas realidades en conflicto, aunque en otras ocasiones ésta es ya más que evidente y la fractura se muestra en toda su crudeza”. En otras palabras, se trata de presentar los cambios producidos en una realidad que, siendo viva e incluso prometedora, de pronto se ve truncada por circunstancias y factores que la transforman hasta convertirla en un entorno donde priman el vacío y la desolación, bien manifiestos en los testimonios que revelan el deterioro de lo que fue o pretendió ser.




Los ejemplos ofrecidos son harto reveladores y muy bien seleccionados: “Costa del oxígeno”, ese ámbito de ocio y recreo, ambicionado y apetecido en otro tiempo, y hoy sumido en la crisis, en un sector de la Tierra Pinariega burgalesa; y “Tribunal de Justicia”, con el que se quiere significar la extinción de un espacio de servicio público que deja de prestar tal función para convertirse en el depósito de los despojos ante los que el tiempo parece ya detenido. En ambos casos, la mirada del fotógrafo se convierte en testigo fidedigno de lo que ocurre para que nadie ignore que lo representado ha sucedido. Más allá de la calidad incuestionable del producto, está el nivel de compromiso que lo inspira, pues no en vano, y evocando lo dicho por el propio autor, “la potencialidad del medio fotográfico para hablar de la gente por su ausencia, de la vida de la gente a través de rastros y huellas nos conduce indefectiblemente al objeto último de todo este discurso: el ser humano"

Nota: Las fotografías recogidas en la exposición figuran, junto a otras que responden al mismo objetivo temático, en el libro editado en 2011 con el título "La Grieta" por la Fundación Díaz Caneja, de Palencia (ISBN 978-84-614-7005-1)



4 comentarios:

  1. de Miranda de Ebro.
    Desde aquí solo se ve el puente del ferrocarril que lo atraviesa

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  2. Se ve el río, el gran flujo que da empaque y nombre a la ciudad, el que la divida en dos: Aquende y Allende. Miranda es una ciudad vertebrada por el río, que la personaliza, lo que no siempre ocurre.

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  3. Me ha parecido estupenda esta entrada, no solo por darme a conocer la exposición "La grieta" -que pienso ir a ver ya mismo- y por el comentario que de ella haces, sino también por haber sido una ventana abierta a las webs de los fotógrafos que mencionas, en las que he pasado un rato verdaderamente bueno. Gracias. Ahora entiendo mejor la gran calidad de las fotos de tu blog. Por cierto, si yo fuera de Miranda, me sentiría orgullosa de verla reflejada en esta foto.

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