17 de marzo de 2013

Espacios transformados (14): los escenarios contrastados de Bergoglio




En muchas ocasiones al salir de la catedral que ocupa uno de los frentes de la Plaza de Mayo de Buenos Aires, el arzobispo cardenal Jorge Mario Bergoglio se toparía sin poder evitarlo con imágenes como ésta. No se puede cruzar ese espacio simbólico de la historia argentina sin detenerse, siquiera un momento, en el sinfín de mensajes, proclamas, reivindicaciones y lamentos que insistentemente recuerdan las tragedias vividas y las esperanzas frustradas.

Ernesto Sábato, uno de los más grandes intelectuales de la tierra de Martín Fierro, escribió que "el pueblo argentino no puede dejar de hacer de su historia el testimonio permanente de su vida cotidiana". En Plaza de Mayo se compendia todo, pues todo forma parte del mismo lugar de encuentros obligados y sensibilidades compartidas y siempre a flor de piel. Poco más de 100 metros separan la Casa Rosada de la Catedral católica, donde el general San Martín, el libertador mitificado, de ascendencia palentina, está enterrado a medias. Apenas 300 marcan la distancia entre la sede catedralicia y el lugar donde la sociedad expresa sus preocupaciones, al lado mismo del recorrido marcado por las madres y las abuelas que reclaman a sus desaparecidos.

Cuántas veces, el jesuita Bergoglio, que ha llegado a papa y que va a tratar de ejercer como tal, dirigiría al tiempo la mirada hacia el palacio de gobierno, la sede del poder católico y los grupos congregados en la calle. ¿Qué pensaría en esos momentos? ¿Por cuál optar? ¿Qué actitud tomar ante sensaciones tan contrastadas? ¿Dónde y con quiénes fijar la atención preferente? He ahí la incógnita que encierra una experiencia en ciernes, y también la sorpresa agazapada. Pues no me digan que unir todos esos ingredientes con el panorama soberbio que se divisa al contemplar el mundo desde la imponente balconada del palacio de San Pedro no puede traer consigo sino contradicción y un punto de esquizofrenia, que tal vez le obligue a aliviarlas, aunque sea en la distancia, con los aromas vivificantes del mate y las tonalidades del tango más desgarrador. ¿Se imaginan contemplar los fastos que tienen lugar en la nave central de la basílica bajo los acordes del bandoneón?



1 comentario:

  1. Conozco esa plaza y la escena que has seleccionado. No sé qué pensarán los que salen de uno u otro de los dos edificios ¿confrontados? donde residen el poder temporal y el espiritual... Personalmene quedé conmovido ante esas madres obstinadas en exigir justicia y dudo que nadie con corazón sea capaz de mirar hacia otro lado...

    Lo dicho, esperaremos un tiempo prudencial para saber por dónde van los pálpitos y las acciones de este Papa que, si no me equivoco, ha levantado más expectativas que ningún otro.

    Un abrazo, Fernando

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