12 de junio de 2013

Homenaje al maestro recuperado: la figura de Antoni Benaiges (Mont-roig del Camp (Tarragona) 1903- Puerto de La Pedraja (Burgos) 1936)


Con esta placa, el pueblo de Bañuelos de Bureba recuerda la figura de Antoni Benaiges, que da nombre a una escuela ya abandonada



"Era maestro, luchó por ser maestro, se esforzó como maestro para lograr que sus alumnos descubrieran el mundo, lo asesinaron por ser maestro y lo enterraron como un perro en un lugar sin nombre". Con estas palabras sintetizó Francesc Escribano, en la presentación en Valladolid  de la obra que nos ocupa (editada por Blume, 2013), la historia de Antoni Benaiges, el maestro catalán, nacido en la localidad tarraconense de Mont-roig del Camp en 1903 y asesinado, por ser maestro, a los pocos días de la sublevación militar de julio de 1936 en el portillo de La Pedraja, en la carretera que enlaza Burgos con Logroño. 

Es una historia simbólica, un testimonio sobrecogedor de la tragedia vivida por el magisterio español en aquella experiencia atroz que marcó la historia del país a sangre, fuego y miseria. Un caso más entre tantos,  todos singulares sin duda porque singulares fueron también muchas de las iniciativas emprendidas por ese grupo de enseñantes que trató, en las ciudades y en los pueblos de la España de los años treinta del siglo XX, de inculcar, a través de la enseñanza, los valores que hacen a los ciudadanos más libres y más conscientes del mundo que les ha tocado vivir. Ocurrió en el magisterio, en la enseñanza secundaria y en la universidad, víctima de un "atroz desmoche", como calificó Laín Entralgo la purga sufrida en las universidades españolas. Un concepto extensible a toda, toda, la educación en España tras la rebelión que dio origen a la guerra civil y a la "longa noite de pedra", expresión utilizada por Celso Emilio Ferreira para identificar aquella época. 


Escuela de Bañuelos de Bureba (Burgos).  Abril de 1936

Convendría echar a volar la imaginación para entender lo que suponía la tarea de enseñar que Benaiges llevó a cabo en el pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba. Encajonado en uno de los angostos valles que forman el relieve en este sector que hoy llaman de "La Riojilla burgalesa", entre los cauces de los ríos Oca y Tirón, se trataba entonces de un lugar remoto del interior de España, en el rural profundo de la época, con alto grado de analfabetismo, seguramente sojuzgado por la cerrazón y los recelos hacia cuanto venía de fuera. En ese mundo la figura del maestro desempeñaba un papel decisivo, como responsable de una labor que en la medida de sus posibilidades podía contribuir a la transformación de ese sector de la sociedad sobre el que se construye el futuro, es decir, de la infancia y la juventud. 











Aún permanece en pie el edificio de la Escuela donde impartió sus clases Antoni Benaiges

Así lo debió entender Benaiges cuando en 1934 llegó a Bañuelos decidido a aplicar los métodos de renovación pedagógica con los que había tomado contacto en Cataluña y que en esencia respondían a los principios de la técnica ideada por Celestino Freinet y que, entre otras innovaciones, contemplaban "el uso de la imprenta en la escuela para que los alumnos aprendiesen experimentando: el niño debía aprender a partir de sus propios intereses y el maestro debía guiarlo para que se desarrolle en un ambiente libre y cotidiano, y dirigir la clase sobre la base del sentido común, el tanteo, el trabajo y la alegría" (Queralt Solé, en Desenterrando el silencio, capítulo primero de la obra). Mucho empeño debió poner el maestro en la aplicación de esos métodos a tenor del legado que dejó, modesto mas imperecedero. Ahí están los cuadernillos que fue elaborando con sus alumnos como prueba fehaciente de lo que significa enseñar para aprender a vivir y a comprender la realidad, para estimular la imaginación, desarrollar la creatividad, lograr la satisfacción de que lo que se hace, lo que se dice y lo que se escribe merece la pena. "Publicaciones especiales": por ese nombre se conocía el producto derivado de la relación con sus alumnos. Trece eran los cuadernos guardados en una caja de cartón, que la familia conservó como un tesoro durante más de setenta años y que ahora han visto la luz. La luz definitiva, la luz que no se apaga. 





Estalló la rebelión de los sediciosos y con ella vinieron la muerte y la destrucción sin piedad. Un día de la segunda decena de julio de 1936 Antoni Benaiges desapareció para siempre. Nadie supo qué había sido de él pero todos se temieron lo peor. Fue asesinado el 25 de ese mes y enterrado en una de las fosas comunes que se descubrieron en 2010 en el portillo de La Pedraja, un lugar de paisaje hermoso, cercano al valle del río Oca, en uno de los tramos que ponen en contacto Castilla con La Rioja. Las exhumaciones llevadas a cabo han sido - están siendo - una tarea titánica, en la que han puesto tiempo, esfuerzo, dinero y esperanzas los centenares de familias -  pues centenares son los cuerpos allí descubiertos - que se vieron afectadas por la tragedia, y que han mantenido en silencio durante décadas a la espera de una reparación que todavía no ha llegado.  Se acabaron las ayudas oficiales que hasta 2011 habían permitido dar satisfacción a unas esperanzas durante tanto tiempo albergadas por quienes nunca perdieron la memoria. Desde entonces, en medio del desprecio oficial, cuando no de la humillación y la amenaza, son los propios familiares los que corren a cargo con los gastos que tales operaciones conllevan. Inestimable es la colaboración que en todo ello prestan una vez más el forense Francisco Etxebarría y su equipo, cuyos nombres se asocian al rigor de la profesionalidad entendida con sentido humanitario y solidario.  En España y donde se les reclame. 



De izda. a dcha. Francesc Escribano, Sergi Bernal, Miguel Ángel Martínez Movilla y Leopoldo Blume. 


Y es que lo que debiera ser una cuestión de Estado, propia de un país con voluntad de integración y respeto a todos sus ciudadanos, se ha convertido en una tarea laboriosamente acometida por los allegados que se mantienen firmes en su empeño de preservar la memoria de sus antepasados y de procurarles una sepultura digna de un ser humano. Prueba de los sacrificios sufridos la ofrece el elocuente  testimonio  revelado por Miguel Angel Martínez Movilla, que intervino en el acto de presentación de la obra que justifica esta entrada y que asume la responsabilidad de la Agrupación de familiares creada con el fin de dar respuesta a las numerosas incógnitas que todavía encierra el inmenso campo del horror de La Pedraja. En él fue enterrado su abuelo, un contratista de obras de Briviesca y en él se hallan también los restos de Antoni Benaiges, el maestro que vino de Cataluña y que se había propuesto llevar a sus alumnos a conocer el Mediterráneo en el verano del 36. No pudo ser. 






Conozcan esta obra y, si es posible, adquiéranla. Merece la pena. Lo merecen los textos, las fotografías históricas, las actuales, realizadas admirablemente por Sergi Bernal, el cuadernillo que recoge las fantasías de los niños sobre lo que para ellos podría ser el mar, la cuidadísima edición llevada a cabo por Leopoldo Blume. Es una obra grande porque grande es el propósito que la anima: el de dar imagen y palabra a la causa del magisterio que vio frustrada su esperanza en pro de una España mejor. 








Memorial de La Pedraja. Tomado de ElLiodeAbi.com

En fin, cuando viajo por Burgos, mi provincia natal, no puedo evitar la visita y el recuerdo a los lugares donde la memoria de la tragedia debe ser preservada. Es la Geografía del horror burgalés. Ese espacio donde prima "el lugar que ya no está".  Entre muchos otros, Valdenoceda, La Pedraja, Cardeña, que conoció los experimentos depravados de un psicópata con poder como fue Antonio Vallejo-Nájera, Estepar, donde yacen los restos del gran compositor Antonio José, amigo que fue de mi familia. Una provincia bella, salpicada de brutalidades que no hay que olvidar. Y es que la memoria de los olvidados nos pertenece. 


3 comentarios:

  1. Amigo Fernando, gracias graciasd gracias opor tus palabras!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias, amigo Sergi. Vuestro trabajo ha sido un descubrimiento para mí, un hecho impactante, emotivo e inolvidable. Gracias a vosotros por haberlo dado a conocer. Eres muy joven y un excelente fotógrafo. No dejes de ilustrarnos con los hechos que crean conciencia sobre la dignidad humana. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Merecido homenaje.
    Estas historias me tocan el corazón...Gracias por compartirlas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Related Posts with Thumbnails