27 de enero de 2010

Los jóvenes y la cultura: ¿una relación en crisis?



¿Qué está ocurriendo con la cultura para que el futuro de la cultura suscite tanta preocupación? Quizá el problema pase desapercibido hasta que alguien lo advierte y lo pone en circulación como reacción casi instintiva ante un hecho que no se puede dejar de lado. Es un tema necesitado de un debate, pues no es posible eludir su trascendencia. La cuestión está en ver qué hay de verdad o de mera sospecha en las alarmas que de cuando en cuando se lanzan en los medios o en los foros de debate sobre el desinterés de los jóvenes por manifestaciones o formas de expresión cultural esenciales para el desarrollo intelectual de la persona.

Los datos no dejan de ser sorprendentes. Según el Ministerio de Cultura, menos de la tercera parte de los jóvenes españoles entre los 18 y los 30 años encuentra en la lectura un motivo de satisfacción capaz de motivarles el encuentro con al menos un libro al año. Tampoco es habitual ver gente de esta edad en los teatros o en los cines con cierta regularidad. Sólo cuando de espectaculares ofertas cinematográficas se trata es posible detectar un aumento de la demanda, que es normalmente muy esporádica. A modo de ejemplo, baste señalar que en la Semana Internacional de Cine de Valladolid, según muestreos realizados al efecto, apenas el 20 % de los asistentes han alcanzado la tercera década de su vida. Con los conciertos de música clásica o con la ópera ocurre más o menos lo mismo, por mucho que haya jóvenes que, como nuestro compañero de blogosfera, el admirable y bondadoso Javier Sanz, se apasionen con el tema y sepan lo que no está escrito.
¿Y qué decir del arte, quintaesencia también de la cultura imperecedera? No ha mucho Vicente Verdú se escandalizaba al comprobar que los jóvenes tampoco se dejan ver con la frecuencia deseable en las exposiciones de arte, y particularmente de pintura. “Los jóvenes pasaban y no entraban, miraban y pasaban” escribe a propósito de su experiencia durante la visita a la exposición Impresionismo en la fundación Mapfre de Madrid, donde en la larga cola en la que estuvo “no había a la espera una sola persona menor de 30 años”.
¿Qué está ocurriendo realmente con las inquietudes culturales de la gente joven? ¿Tan potente es el atractivo de lo audiovisual, de lo efímeramente satisfactorio, de lo impactante en un momento dado y que al poco se volatiliza sin dejar apenas rastro en el recuerdo que cualquier otro hábito diferente se antoja disuasorio más por tedioso que por menospreciado?
Es muy probable que el sentido del tiempo haya experimentado tal modificación en los jóvenes que hace perder atractivo a lo que requiere de consumo de tiempo y esfuerzo para ser asumido. También puede ser que la educación recibida no haya sabido transmitir las pautas de formación capaces de generar esas sensibilidades para las que no es incompatible el disfrute de las fuentes clásicas de aprendizaje cultural con el que a la vez suministran las aportaciones derivadas de las nuevas tecnologías.
Sin duda los docentes entusiastas y familiarizados con la enseñanza de la literatura o del arte - y ahí tenemos a Fuensanta Clares, a Yolanda, a Luis Antonio o a Miguel para ilustrarnos - podrán hacer diagnósticos más convincentes sobre lo que verdaderamente pasa, aunque tampoco cabría invalidar la afirmación del propio Verdú cuando en su artículo señala que “definitivamente, el mundo no regresará a la despaciosa lectura bajo la luz de gas, ni a los conciertos de cámara, ni a El castillo, de Kafka. La cultura es lo que es y no son ellos, los adolescentes y jóvenes adultos, quienes se están ahorcando en su posible ignorancia, sino los adultos quienes, rezagados, vagan como zombis entre la melancolía de la desaparición”. ¿Melancolía? ¿El hecho de observar un entorno diferente nos lleva a ser necesariamente melancólicos cuando la reacción adoptada no es sino reflejo de un interés y de una preocupación plenamente justificados?

18 comentarios:

  1. No quiero acudir a los tópicos en este caso, pero baste decir una cosa: de las múltiples ocasiones que en que he acudido al auditorio de Valladolid, la entrada que he comprado ha sido de 12 euros, en galería, y aprovechándome de ser menor de 26 años, mi decuento la ha dejado en 10 euros.
    En alguna ocasión he tenido la oportunidad de estar en patio de butacas, donde las entradas cuestan 25 euros. Suele darse la curiosidad de que en dicho patio, se produce el fenómeno que yo llamo "huevo frito", un montón de gente apiñada en el centro, y un claro alrededor. Sin embargo, al levantar la vista hacia la zona de entradas de 12 euros, se ve repleto, y con una interesante afluencia de jóvenes.
    Además, acudir al cine no cuesta menos de 4 euros, ir a ver teatro, no suele bajar de 15, y los museos cada día se encarecen más.

    Ciertamente los jóvenes estamos perdiendo contacto con el mundo cultural, pero los gestores del mismo poco hacen para remediarlo.

    Un saludo y gracias por la mención.

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  2. Coincidimos, querido Fernando.

    Verás, hace dos semanas publiqué un post en mi blog sobre este tema: "La lenta agonia de la cultura en España" es su titulo.

    Este es el enlace:

    http://cornelivs.blogspot.com/2010/01/la-lenta-agonia-de-la-cultura-en-espana.html

    Me gustaria contar con tu siempre sabia opinion.

    Un fuerte abrazo.

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  3. Creo Fernando que, en parte, la culpa es nuestra, que no hemos logrado contagiarles nuestras inquietudes en el mundo de la cultura.
    Pero,por otro lado, estoy de acuerdo en que ese espacio lo ha llenado hoy este mundillo "online", que es más atractivo y produce satisfación en lugar de exigir esfuerzo.
    ¿El problema?
    Como buscar un tandem perfecto entre los dos mundos.
    Un abrazo

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  4. Me ha gustado el comentario de JAVIER SANZ. Desgraciadamente hoy en dia no hay ayudas a los jóvenes como existieron en mi época dorada de los años '60. En París los estudiantes teníamos descuentos en TODO, cines, restaurantes, teatros, museos hasta recuerdo ir a ver a María Callas en "Norma" desde el gallinero de la Ópera (experiencia sublime). Aquí, todo es caro. Los libros, el cine, el teatro, los conciertos, los museos y los jóvenes tambien están muy acostumbrados al ordenador y a los juegos (el Nintendo lo han tenido desde los dos años--lo sé por mis nietos que ahora son adolescentes). Sin embargo uno de mis jóvenes queridos bloggers gay, THIAGO, tiene muchas inquietudes culturales. A menudo escribe sobre obras de teatro que ha ido a ver con su pandilla o sobre libros que ha leido. En fin, no sé qué más decir. Besotes, M.

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  5. Entre otros muchos, yo me fijaría en dos aspectos: 1. La cultura es dinámica. Es decir, no se puede tener hoy la concepción que se tenía en el siglo XIX, por ejemplo. No se puede decir que no haya inquietud cultural en los jóvenes -su interés por la música no creo que ofrezca dudas-, sino que se interesan por muchos temas que no tienen nada que ver con la inquietud de quienes ya somos maduritos. 2. El panorama miserable que se les ofrece. Con escasas perspectivas a nivel personal, con belénestebismo, con un panorama francamente mediocre en casi todos los aspectos, literatura, teatro, pensamiento,... La cultura hoy ha de tener trascendencia económica para tener esa consideración o queda convertida en elemento residual. Yo, en contra de las opiniones del artículo, creo que bulle una inquietud renovadora que, sin embargo, oscurecen y devalúan los botellones y la telerealidad.

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  6. Lo del teatro, la ópera e incluso el cine podríamos achacarlos a los precios, pues los jóvenes, en general, tienen menos dinero que los que ya trabajan. Pero no es sólo eso, lo sé. También debe ser lo que tu apuntas: falta de formación adecuada, falta de capacidad para contemplar, reflexionar, degustar la belleza, competencia desleal de los medios audiovisuales, ofertas tecnológicas muy potentes en su propia casa.
    Pero también hay mucha gente de edad mediana que no lee nunca o casi nunca aunque tenga dinero para comprar libros y tiempo para abrirlos, o que no se le ocurre darse una vuelta por un museo una vez al mes.

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  7. He de apuntar que no todo es malo, sino que se pueden encontrar excelentes ofertas culturales a buen precio. Ejemplo: yo soy un asiduo visitante del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, tesoro difícilmente comparable con otros semejantes de nuestro país y del mundo, ya que posee una increíble colección de esculturas sacras policromadas, y se encuentra en el maravilloso espacio del colegio de San Gregorio de la capital pucelana. Sus precios son irrisorios, y en mucho tiempo, la entrada ha sido gratuita tras su reinauguración. Sin embargo, es dificilísimo encontrar gente de mi edad paseando por las salas. Yo acostumbro a sentarme en el claustro del colegio de San Gregorio y disfrutar de un rato de lectura. Recomiendo a todo el mundo que lo pruebe.

    Lo que echo de menos es una mayor promoción, por ejemplo, en Valladoid, de los bienes culturales, museos, palacios, iglesias, teatros, etc.

    Por cierto. Acérquense una noche de actuación al Café Teatro, o pásense por el bar La Curva a una lectura de poesías o una "performance". Es más, visiten alguna asociación cultural juvenil seria de la ciudad, y verán la oferta cultural de la juventud.

    Podemos ser críticos, como bien nos muestra Fernando, pero tampoco podemos recluir a toda la juventud en la generación "nini" cultural. Eso sí, haríamos mucho más si se fomentara (económicamente, sobre todo) la participación de la juventud en la vida cultural.

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  8. bueno, leer es casi gratis. Gratis total si vas a la biblioteca. El dinero no debería ser un problema.

    Algo más profundo debe estar sucediendo. Tengo 38 años y mi generación vivió pegada a un tebeo. Quizá aquéllos comics eran nuestro entrenamiento para enfrentarnos a literatura DE VERDAD pero lo cierto es que nadie lee lo que no le interesa. Quizá ese sea el problema.

    Ahora los chavales leen menos, sí, pero en estas navidades los anaqueles de las librerías rebosaban con "Crepúsculo", la saga de vampiros que ha hecho furor entre los adolescentes. Los últimos años sucedió igual con Harry Potter ...por tanto, no estoy seguro de que el interés de los chavales por descubrir historias haya decrecido. Quizá ahora llegan a la historia por otros medios.

    Sobre el cine ... los adultos tampoco van. El teatro, la ópera, la danza ... ya eran minoritarios cuando yo era peque.

    Por cierto, los chavales tampoco juegan a la pelota en la calle, de hecho, no juegan a nada en la calle.

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  9. Fernando, todos echamos de menos mayor formación artística desde edades tempranas para aprender a disfrutar de la belleza cuanto antes. En mi colegio tenemos un coro gracias al entusiasmo de María, celebramos una Semana Cultural, decoramos continuamente clases y pasillos con murales y mil cosas más, hacemos muchas salidas a museos, realizamos visitas a la biblioteca... Yo, además, de modo particular, les llevo libros de esas colecciones baratas que ofrecen a veces los periódicos (ahora "El País", por ejemplo) y se los ofrezco para que los lean de forma voluntaria, cosa que les gusta mucho. Se puede hacer muchas cosas para despertar el amor por la cultura sin recurrir a grandes gastos.
    Un abrazo.

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  10. Mucha tela que cortar, amigo Fernando, pero que mucha tela, porque los adultos, y cuando hemos sobrepasado una edad determinada, más aún, tendemos a pensar melancólicamente y a creer lo que Jorge Manrique, que cualquier tiempo pasado fue mejor, y como dicen los Luthiers, no es mejor, es sólo anterior.
    Yo tampoco recuerdo en mi juventud afluencia masiva de público juvenil a conferencias, cines de arte y ensayo, teatro, etc. Juzgamos a veces por nuestra juventud, en la que pertenecimos a un grupo privilegiado, no por clase social, sino por interés y capacidad, y eso nos hace pensar que nosotros éramos todo, toda la cultura, y medimos el interés de la sociedad por nuestro interés. Ahora pasa lo mismo. La cultura y el interés por ella ha sido y es cosa de privilegiados, y no porque cualquier persona no pueda pertenecer a ese grupo, sino porque las estructuras sociales así lo determinan de antemano. Bastarían cuatro medidas y algo de dinero, con un cambio de sistema cultural, o sea, social, para que se difundiera interés cultural. Pero quizás eso no conviene, y lo que conviene es que siga la cosa como está: cultura para unos pocos, no necesariamente ricos, sino interesados por la razón que sea. Y sigo: que también la educación familiar y el entorno hacen su trabajo, y la mayoría de la gente, bastante tiene con sobrevivir cada día, o vivir medio dignamente; los jóvenes no son diferentes en esto a los adultos de su entorno. Luego está todo eso que decís de los medios y demás: eso son medios, no fines, y si se quiere se pueden utilizar a fines culturales, como hago yo o haces tú. Lo que dice Javier es muy acertado, respecto al precio de los bienes culturales, pero esa carestía corresponde a lo estructural. En este mundo todo se vende y caro, hasa la cultura. Los jóvenes tampoco se pueden permitir muchas alegrías en este sentido.
    Los educadores y los padres tenemos mucho que hacer, pero necesitamos ayuda para conseguir algo.

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  11. El concepto que la juventud tiene últimamente, de lo que es el ocio, es "marcha" (alcohol, fiesta, drogas).
    Un beso

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  12. No estoy de acuerdo con algunas generalizaciones que se hacen. Es peligroso tratar a un grupo tan diverso como la "juventud" como si fuera una entidad homogénea.
    Invito a los que piensan que toda la juventud se comporta de la misma manera (videoconsolas, alcohol y fiestas) a que visiten teatros, auditorios, museos, a que visiten asociaciones culturales... encontrarán juventud. Cierto es que hay muchos que se comportan de esa manera que se dice, pero no todos. Tengo 23 años y un gran círculo de amigos de mi edad, y si bien nos gusta salir de fiesta de vez en cuando (creo que eso no es cuestión de edad), también nos gustan otras cosas. Sin ir más lejos, hoy no podré ir a un concierto en el auditorio porque tengo una lectura de poesías en una asociación cultural. participo en una ópera, y por ello no tengo tiempo para acompañar a mis amigos del grupo de teatro. Salgo a tomar cafe de vez en cuando con mis compañeros músicos, sin olvidar las intersantes charlas de filosofía con mis amigos y colegas de carrera. Todo ello, mientras escribo y comparo con otros amigos relatos que presentar a concursos de literatura... y así pueden encontrar a muchos jóvenes.

    El botellón hace mucho ruido, y deducimos que por ello todos los jóvenes se comportan de igual manera. No es así. Hay un gran futuro en la juventud de cara a las actividades artísticas, filosóficas, y culturales en general. Y uno de los grandes problemas suele ser que por parte de la gente que ya no es joven se nos recluye. Me remito a unos cuantos post de Fernando acerca de jóvenes promesas en la pintura o escultura para ilustrar esta diversidad entre la juventud, que por otra parte, me parece equivalente a cualquier época pasada.

    Saludos.

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  13. Tanto el panorama cultural actual como el de pasadas generaciones – incluyo la mía – deja mucho que desear. Lo de que cualquier tiempo pasado fue mejor es un tópico propio de nostálgicos irredentos. Voy a centrarme en la lectura porque todo lo referente a otras manifestaciones culturales –teatro, conciertos, museos, cine, etc. – aun siendo importantes, están por debajo de la relevancia que ofrece la lectura.

    Dicho esto, tengo que añadir que la crisis del libro y la lectura que se atribuye a los colectivos juveniles, especialmente atrapados por el ocio tecnológico, lo desmienten los estudios estadísticos. (El Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros, recogido en un informe elaborado por "Precisa Research" para la Federación de Gremios de Editores de España para 2002. Lo que se desprende de dichos estudios es más bien que los jóvenes siguen leyendo más que los adultos.

    El Barómetro muestra en sus datos que cuanto mayor es la edad menor es el porcentaje de lectores. Por segmentos de edad, los más lectores en el año 2002 fueron los jóvenes de 14 a 24 años, grupo que ofrece una tasa de lectores de un 70,2%. Tampoco parece que la utilización de las nuevas tecnologías suponga una merma significativa de la práctica de leer: el informe refleja asimismo que el uso de Internet es más frecuente entre los lectores (un 36,7% de estos son internautas) que entre los no lectores (16,2%). Además, uno de cada cinco lectores usuarios de Internet lee o consulta libros a través de la Red”

    Lo que está ocurriendo es realmente una ruptura del orden cultural tradicional generado por la nueva oferta mediática y de entretenimiento digital. Ahora las prácticas de lectura pasan a ubicarse en pantallas. Y con instrumentos como los que acaban de anunciarnos - “iPad” de Apple – ese proceso va a ir a más.

    P.D. ¿Quién pillara los precios de cine y teatro de Valladolid en Barcelona?

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  14. Bueno, yo quisiera simplificar el asunto y decir que este problema no es nuevo. Parece ser un mal necesario. los jóvenes no se interesan por la cultura. Y es verdad, pero ahora y antes. Nunca se han interesado por la cultura. la cultura no es un bien inmediato, es una satisfacción a largo plazo y esto, para la vertiginosa vida de los adolescentes y los jóvenes les suena a duro escollo, por lo tanto buscan (o, podríamos decir, buscábamos) otros intereses más inmediatos. La tecnología actual se lo proporciona; antes eran otras cosas. Pero al final soy opotimista. Esto se cura con la edad. Yo, por mi experiencia personal, puedo decir que en mis años mozos aborrecía la música clásica, el jazz, el teatro, la lectura, y pasado el sarampión de la juventud, poco a poco lo he ido amando. Y así pasa. ¡Juventud divino tesoro! como diría el poeta...

    Un abrazo.

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  15. Han cambiado los tiempos y las opciones son mas abiertas, los accesos a nuevas formas culturales se están modificando por las nuevas tecnologías.

    No se puede generalizar, como dice Javier. desde mi sobrina Clara, una estupenda escritora y devoradora de libros, enamorada de la música de cámara ( toca el piano), que se pasea por el Cursal de Donosti en la semana de cine, que se patea todas las exposiciones madrileñas..., a mi hijo Ignacio al que, lo que le gusta es el deporte, la capoeira, el montañismo, el cine en casa con sus amigo, bajarse pelis o leer a través de internet, hay un sin fin de matices.

    Hemos de darles su tiempo, como nos lo dieron a nosotros y no perder la esperanza.

    Un abrazo

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  16. Los mensajes que los adultos estamos dando y pongo como ejemplo la TV no es lo más apropiado... Lo fácil, lo que todo vale, lo cutre ...etc es lo que impera y está de moda... Se quita todas las referencias al esfuerzo ....al sacrificio para conseguir las metas y,me refiero a la enseñanza y ahí Fernando es un caos... por lo menos en secundaria y la Eso que es lo que vivo...Podríasmos estar hablando todo el día y no llegaríamos a ninguna conclusión me temo, porque ni tú ni yo podemos... Todos nos preguntamos lo mismo... Pero son quienes nos gobiernan los que tienen que cortar de raiz y cambiar los mensajes vacíos y sin sentido que les dan... Al final Fernando, somos los padres los que desde la familia les inculcamos además de los valores las ganas de abrirse a nuevos campos y horizontes....Que tengas una buena semana.Un abrazo

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  17. Yo estoy de acuerdo con los comentarios que han relativizado el concepto de cultura. En cada contexto social suceden las cosas de manera diferente. Además, parto de una distinción que me parece pertinente: la cultura es el conjunto de producciones humanas (de pensamiento, artísticas, etc.) "cultas", es decir, coplejas, realizadas con un lenguaje (en sentido general) innovador, rico, denso, lleno de posibilidades, etc., y por lo tanto, sólo al alcance de una minoría especialmente preparada; frente a estas obras, están las que llamamos "populares", mucho más sencillas y asequibles (en fondo y forma) a la mayoría. Esta diferencia explica, por ejemplo, una comosición de C. Halffter y una de Juan Manuel Serrat (por citar dos músicos actuales). Pues bien, las obras cultas van dirigidas a un público culto, de élite, minoritario; y por lo común, el gran público no las alcanza. En el sector de público con el que se corresponde lo culto, creo que muy pocos jóvenes figuran, pues su formación y su madurez humana no alcanza a tanto. El precio de la cultura es elevado, pero más la exigencia de comprensión y apreciación. Por eso, casi nunca se quejan de los precios las personas a las que se orienta. Salvo los pocos jóvenes que representan la excepción a esa especie de regla general que he establecido. A ellos habría que proporcionales ayuda económica y de todo tipo. (Perdón por extenderme)

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  18. Mi querido Fernando.

    Soy ya abuela, en mi casa mis hijos siempre han estado rodeados de libros, hemos comentado, hablado, dialogado.
    Quizá el problema es que ahora no hay nadie cuando los niños llegan a casa.
    Nadie que les impida estar con el ordenador(que siendo bueno), se pasan horas chateando, o con la Play.
    En generación de mis hijos, no había tantas cosas, por lo tanto la tencación era nula, sin embargo tenían la curiosidad por la léctura.
    ¿Seremos nosotros los que no les motivamos...?

    Un abrazo lleno de cariño.

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