24 de junio de 2010

Severidad con los débiles, tolerancia con los poderosos


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No quisiera que el título de esta entrada rozase la demagogia, pero es el que se me ha ocurrido para poner en evidencia un hecho que de demagógico no tiene nada. ¿Cómo explicar al ciudadano que trabaja por cuenta ajena y que cumple con sus obligaciones fiscales el que hasta ahora la Administración tributaria española no haya decidido intervenir sobre las grandes fortunas depositadas en Suiza y que suponen, en una primera aproximación, la ocultación de más de 6.000 millones de euros? Durante mucho tiempo quienes recurrían a las prácticas de evasión de capital, características de quienes sienten que su dinero es apátrida, han tenido una sensación de impunidad que les reconfortaba de su forma de entender el ahorro o, mejor dicho, el destino de los beneficios obtenidos mediante procedimientos que difícilmente eran conciliables con el trabajo honesto y dignamente retribuido.
Sorprende que siendo algo sabido, y conscientes de que la prosperidad suiza debe mucho a la neutralidad que le lleva a ser el refugio de las finanzas fraudulentamente obtenidas o domiciliadas por las rutilantes figuras del deporte, la farándula o los "negocios" que presumen de patriotas y que en su terruño son objeto de toda suerte de pleitesías mientras su peculio permanece fuera a buen recaudo, el tema haya permanecido en el silencio que sólo cabe entender en función de una permisividad deliberadamente ejercida. Es sencillamente escandaloso. Pero no ha sido la Hacienda española la que ha tomado la decisión de controlar esos depósitos de españoles fiscalmente opacos, sino la advertencia de las autoridades francesas, que han informado de los contribuyentes con fondos depositados en la filial suiza del HSBC (Hongkong and Shanghai Banking Corporation), bien conocido en el mundo por su política financiera sin escrúpulos.
La madurez, la credibilidad y la solvencia de un país se miden, en buena medida, por el nivel de su cultura fiscal y por el respeto a las normas que llevan a entender que la tributación sin privilegios beneficia a toda la sociedad. Nunca he sido partidario de la objeción fiscal, pero sí de la justicia fiscal sin paliativos de ningún tipo. Porque cuando se observa que el cumplimiento de las reglas es estricto con unos y tolerante con el fraude y la evasión, la indignación aflora de inmediato, ya que no hay que ser demasiado perspicaz para darse cuenta de cuántos sacrificios serían mucho más livianos si todas esas fortunas que escapan al fisco o se desenvuelven en el terreno etéreo de la irregularidad impune aflorasen y no permitieran que la lucha contra la deuda y el recorte consiguiente recayesen vergonzosamente en las espaldas de los más indefensos a la par que cumplidores.

4 comentarios:

  1. Hoy mismo, "El Periódico de Catalunya" trae la noticia de que Hacienda investiga fortunas en Suiza. Los implicados disponen de plazo hasta el 30 de junio para repatriar el capital a España. ¿Nos lo creemos?

    Es lamentable lo que expresas con tu entrada, pero las cosas son así. Mientras, al menos, la Justicia no sea igual para todos, las cosas seguirán estancadas en ese punto, del que parece ser no se puede o no se quiere salir.

    ¿Qué tipo de seducción tendrá el poder del dinero que todos - gobiernos, iglesias, etc. - acaban rendidos en sus brazos...!

    Y lo malo es que no acaba de verse ni tan siquiera una tenue luz de esperanza en el horizonte...

    Un abrazo, Fernando

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  2. Completamente de acuerdo, nosotros los pardillos tenemos que pagar religiosamente nuestros impuestos mientras que los ladrones de guante blanco tienen sus fortunas a buen recaudo. MUY injusto, como comprenderás... También he leído o he escuchado en la SER que Hacienda investiga esas cuentas en Suiza. Veremos qué pasa. Pero te aseguro, Fernando, que si los Matas, Bárcenas, Camps, Aguirre etc. devolviesen todo lo que han robado, las cuentas gubernamentales estarían mucho más saneadas. Sigo creyendo que los ciudadanos tenemos que reaccionar de alguna manera. Besotes, M.

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  3. Por ejemplo, negándonos, todos, el año que viene a pagar a Hacienda hasta que no lo hagan los poderosos. Besotes, M.

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  4. Pero...
    A pequeña escala, sé de gente ayudada por el estado, hijos becados ( una y otra vez ) recibiendo dinero de uno y otro lado por la profesión liberal del padre, que ya no sé si es "de por libre" o "con todas las libertades" y tienen la friolera de 3 casas, llevan ropa de marca, 3 coches... Y yo pago por ello.
    Existiendo esto aquí, ¿como no va a funcionar "lo de Suiza"?.
    Nunca las cosas fueron iguales ni "se miden igual", para todos.
    Una pena, pero es lo que nos tocó vivir.

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