10 de diciembre de 2011

La victoria inequívoca de "los mercados"


¿Realmente nos hemos sorprendido de la actitud británica respecto a su negativa a suscribir el acuerdo de disciplina presupuestaria adoptado por el Consejo Europeo? Estaba cantado por varias razones: porque el Reino Unido siempre ha tenido una postura renuente a la plena integración del espacio comunitario (que siempre ha entendido más como un mercado común que como unión económica y política), porque nunca ha querido vincular su economía a los controles y vigilancia que implica la moneda única y porque la disciplina a que obliga el citado compromiso - déficit estructural no superior al 0,5 % del PIB, y con reconocimiento constitucional - es para ellos inasumible. Por eso, la reflexión a que conduce la decisión británica nos lleva a una conclusión ambivalente, ya que si, por un lado, quedan claras las distancias marcadas respecto al proyecto europeo y la estrategia de insolidaridad, egoísmo y desafección que ello representa, no es menos cierto que también suscita una cierta envidia, ya que no se va a ver acogotado por la disciplina feroz que se impone a los demás, entre ellos a España, a los que el acuerdo va a suponer recortes terribles mientras Gran Bretaña puede permitirse el lujo, exonerada de la obligación del déficit, de ser más generosa con sus ciudadanos y con las prestaciones sociales, que, en cambio, serán sensiblemente cercenadas en los demás. La victoria abrumadora de Merkel y de su modelo de Unión - lo que Josep Ramoneda ha denominado el "protectorado alemán" - no ha de llevarnos a aplaudirla por el mero hecho de que los británicos no hayan decidido secundarla.

En cualquier caso, lo que revela este acuerdo es la sumisión completa a los criterios e intereses de los bancos alemanes y franceses que, traumatizados por el impacto que les ha producido la crisis griega y en general los problemas asociados a la magnitud de la deuda soberana, han presionado a Merkel y Sarkozy para que les saquen las castañas del fuego imponiendo a los gobiernos europeos una disciplina presupuestaria socialmente atroz sin contrapartida alguna, ya que lo de los eurobonos ha quedado en suspenso y a nada se obliga al Banco Central Europeo, más allá de la vaguedad e imprecisión de sus promesas. Bajo estas coordenadas, las perspectivas de crecimiento aparecen remotas y relegadas a un proceso de ajuste sin fin, que sin duda agravará aún más la desigualdad. Y es que en el fondo todo se resuelve en una lucha de intereses financieros - de eso que se identifica genérica y eufemísticamente mente con “los mercados”- que se superponen a los de los Estados, y que en cierto modo explican también el desmarque de la City de Londres, a la que, como explicación de lo sucedido y con particular énfasis crítico, se acusa de la espantada de Cameron, como si el duumvirato que gobierna la Unión Europea no participase del mismo enfoque en lo que atañe a los intereses que defiende y preconiza.

Y, lo que no es menos grave, todo ello en un contexto de debilitamiento democrático, ya que solo tres países (Suecia, Hungria y República Checa) van a someter la cuestión a sus Parlamentos - un gesto elemental de deferencia democrática - mientras observamos que por parte de los demás no hay disposición alguna en ese sentido y asistimos impávidos al desprecio solemne hacia el Parlamento Europeo que ostensiblemente ha brillado por su ausencia en todo este proceso. Como si no existiera, nadie lo ha mencionado. Sin tampoco olvidar el escasísimo margen de atención prestada a la labor de la Comisión, que ha aparecido totalmente ninguneada. La imagen de Van Rompuy, Barroso y Ashton, fantasmas silentes en una ceremonia rígidamente prediseñada, no se ha asemejado siquiera a la de los convidados de piedra.

3 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo con tu artículo. El acuerdo del 9 de diciembre sólo le salva la forma de una Inglaterra que ante su negativa antieropeísta nos hace más llevadero un acuerdo antidemocrático y antisocial.
    Parece que Europa va a dejar de ser un mercado para convertirse en una unión económica a la alemana... ¿Cuánto tendremos que esperar para la Europa política y social?

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  2. Los británicos siempre han ido a su bola y una vez más no nos sorprende para nada el que sigan caminando por sus propios caminos.
    Un abrazo

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