8 de abril de 2012

Opiniones desaparecidas, ausentes debates



Apenas ha pasado poco más de un año y seguramente muchos ya lo han olvidado. Con cuánta pompa y circunstancia un grupo de personajes conspicuos de la economía y del think tank mediático español presentaron a los cuatro vientos un informe que iba a solucionar para siempre "los males de la patria", que diría el gran Lucas Mallada. A la sazón gobernaba, lánguido y abatido ya, el Sr. Rodriguez Zapatero, de quien nunca más se supo. Todo un mensaje el de esos caballeros en la línea de flotación del Gobierno de entonces, al que pretendían poner en evidencia, recurriendo incluso a la presentación de su propuesta al Jefe del Estado, a fin de que la resonancia de sus intenciones, la máxima y más contundente posible, no admitiese paliativos. No ha llovido mucho, la verdad, pero los vientos de la zozobra y la inquietud se han apoderado del país, mientras el debate se ha simplificado sobremanera hasta el extremo de empobrecer el panorama de forma increíble. Abrumados por el objetivo unidimensional que centra exclusivamente la atención en la palabra redundante y obsesiva - "déficit, déficit, déficit" - ha desaparecido como por ensalmo toda referencia, siquiera sea aproximativa, hacia el rumbo al que se orienta España en medio de este agobiante tremedal en el que nos desenvolvemos.

Cuando miramos al futuro, no sabemos qué decir, pues nadie habla ya de modelo de futuro, ni de lo que haya de ser España cuando, en tan solo año y medio, observemos, impávidos y desconsolados, los restos del naufragio a que nos conduce la demolición de lo queda de Estado del bienestar. Ni una palabra se dice sobre el escenario a perseguir, sobre qué hacer con nuestros recursos, con nuestros científicos, con esos profesionales que en el día a día se esfuerzan sin saber bien qué va a ser de ellos. Se recurre, para salir del paso e intentar transmitir una vaga sensación de confianza, a la frase hecha, al argumento repetitivo que, de manera mecánica y predeterminada, asocia el despegue al momento en el que – sacrificado todo lo sacrificable y con fuerte retracción del consumo en un contexto de deterioro abrumador de la capacidad adquisitiva como resultado de un desempleo masivo – se considere que un nuevo ciclo expansivo hará acto de presencia sin anticipar cuándo, ni cómo ni con qué dimensión. Como una especie de latiguillo memorizado se ha impuesto este discurso – “relato” lo llaman ahora algunos periodistas - entre los que defienden la estrategia seguida, por más que no acabe de aportar los efectos pretendidos ni se atisbe tampoco cuándo vaya a ocurrir

¿En qué quedó, señor Serra, aquel documento de tanta prosapia, aquellas ideas que iban a revolucionar España y a sacarla de la postración y del marasmo en qué estaba sumida? Silencio sepulcral por parte de los otrora campeones de la opinión cautivadora y necesaria. Se apagaron como la vela incapaz de sobreponerse al flujo del vendaval que todo lo arrasa. En medio de ese panorama de discurso único desde el poder, se echa de menos la voz y la palabra de los que creían tener el futuro en sus manos. En realidad, ¿era tan sólida como se pretendía?

4 comentarios:

  1. Posiblemente porque mas de uno sabe que de esta crisis no saldremos. No estamos haciendo sacrificios, simplemente nos estamos dejando expoliar y saquear hasta la médula.
    Echemos un vistazo a la economía real. Estamos en una crisis energética sin precedentes y sin posibilidad de remisión. ¿No nos dice nada el precio de los combustibles? Es la era del petróleo que toca a su fin, mientras caemos gobernados por una economía que no se puede distinguir del crimen organizado.

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  2. Totalmente de acuerdo, Camino a Gaia. Es sorprendente que nada se diga de la crisis energética, aunque también es verdad que de otras crisis energéticas se ha salido, por lo que cabe pensar que en esta ocasión hay factores aún más graves que el precio de los combustibles que impiden las posibilidades de recuperación y de restablecimiento de un modelo que se hunde irremisiblemente. Gracias.

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  3. Qué tristeza de panorama... Besotes, M.

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  4. Cuanta gente hay ahora escondida, encerrada en casa con su cafelito caliente y viendo a Ana Rosa. Las calles ya no se manifiestan a favor de la familia (y mira que hay razones cuando tantas familias están sufriendo). Cuanto silencio Fernando, menos mal que hay memoria y youtube.
    Saludos y salud

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