La movilización social que ha provocado la atroz riada sobre la Huerta Sur de Valencia y el sureste de la provincia de Albacete quedará para siempre en la memoria. Es la mayor catástrofe natural ocurrida en Europa en lo que llevamos de siglo. Ocurrió en una de las áreas demográficamente más densas de la Comunidad Valenciana.
Hoy hace ya tres meses que los cúmulos y nimbos vertiginosos henchidos de agua y lluvia en el cielo arrasaron vidas, tierra, viviendas, enseres... en el entorno de un Mediterráneo recalentado como jamás se había conocido. Los españoles y el mundo más sensible asistimos, sobrecogidos e impotentes, a la magnitud de una tragedia que fue desde el principio muy mal gestionada y que aún pervive en la afectada vida cotidiana de los municipios que fueron anegados, con impactos de toda índole que posiblemente nunca serán superados.
En medio de la tragedia afloran la fortaleza y la sensibilidad del pueblo valenciano. Las gentes de Paiporta, símbolo de la entereza de una comunidad admirable, se reunieron un día para transmitir a través de la música que seguían ahí y que tenían muchas cosas que decir. Tres meses después de la calamidad, emerge la música coral, aglutinada por una magnífica canción de Nino Bravo.
Modestamente, me permito desde aquí sugerirles que muchos les estaríamos agradecidos si, en una próxima representación, dieran a conocer su talento y su voluntad con "Al vent, la cara al vent, al vent del món...", del gran Raimon, paisano de Xátiva.
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