Si demasiada información crea desinformación, si el exceso de señales desorienta, si las algarabías siempre provocan desconcierto, no es dificil llegar a la conclusión de que las ideas sólo afloran enriquecedoras y fecundas cuando parten de la serenidad, de la cautela y de la tolerancia con la que deben ser planteadas. Los avances de la ciencia se nutren de los debates emprendidos por los expertos en los foros, hablados o escritos, en los que las cuestiones que les ocupan decantan la atención y abren conclusiones tanto más provechosas cuanto mayores son las precauciones que se adoptan para que la discusion no derive hacia los "cerros de Úbeda", aunque también pudiera ser a los "páramos del Cerrato" palentino, tan sacudidos ellos por los vientos que soplan en todas las direcciones.
Pero, allende estos ambientes, más o menos reposados, comunmente ofrecidos por la comunidad científica (aunque de todo hay, justo es decirlo), abundan las ocasiones en que el caos ocasionado por las conversaciones cruzadas y el griterío que las acompañan traen consigo simplemente la confusión o, lo que es más grave, la prevalencia al fin de la opinión más estruendosa, pues casi siempre hay alguien interesado en que el ruido prime sobre las nueces. Procurar que el debate no se convierta en fuegos de artificio, solapados entre sí y con la pretensión de eludir la solución de los problemas, es una tarea intelectualmente sana, culturalmente necesaria, políticamente indispensable.
La viñeta ha sido realizada por el dibujante Máximo
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ResponderEliminarInvito a ustedes a blos
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saluda
Mary Carmen
¡Cuánta razón tienes! Los debates en España me agotan y me sublevan--todos hablando a la vez formando un guirigay que no hay quien los entienda...qué diferencia de los debates que solía ver en la BBC dónde discutían con fundamento, respetando sus turnos, inteligentemente, amenamente, con esa fina ironía típicamente inglesa... Me parece que es porque en España aún no tenemos esa tradición de debatir que, en el fondo, es muy anglosajona. Aún tenemos mucho que aprender... Besotes, M.
ResponderEliminarHablar y no escuchar, perorar e ignorar al interlocutor. Es muy común. Y se pierde la riqueza que aporta conocer ideas distintas a las tuyas, versiones de un tema que difieren de tus perspectivas. Incluso la oportunidad de cambiar de parecer si estás equivocado.
ResponderEliminarLo malo es que seguimos pensando que si decimos nuestras ideas con más volumen, tenemos la razón. Muchos erasmus me han comentado que es curioso lo alto que se habla en éste país, sobre todo cuando se discute, que siempre acabamos a gritos.
ResponderEliminarUn poco de sosiego es el primer paso. Si gritas, no puedes escuchar a los demás; si no escuchas, no ves las virtudes y los errores de sus planteamientos, sin lo cual debatir es imposible.
Sólo hay que ver (intentar ver, yo soy incapaz) alguna de las "tertulias" políticas en radio o televisión. Jaulas de grillos, las llamaría yo. Sólo hay una manera de que el debate sea tranquilo, y es la manera de la COPE, contratar a todos de un mismo signo político, de una misma opinión y que odian a los mismos. Así, al menos, no gritarán... qué triste.
Saludos.
Hola. Enhorabuena por sacar tal partido a la viñeta de Máximo. Por cierto que me encantan Peridos y El Roto, sobre todo este último, que es cáustico y realista como pocos.
ResponderEliminarSí, ese griterío es insufrible, y en el fondo me recuerda a la vieja idea de la Torre de Babel. A lo largo de muchos años he intentado establecer en reuniones un cierto orden para que la gente fuese explayando sus ideas. Es imposible. Te hablan hasta con la boca llena con tal de soltar su ocurrencia en ese momento. Lástima. Bueno, un saludo. Manzacosas
Estimado Fernando: no sé si recibes en tu correo el resumen de las noticias que sobre el Sahara recopila el profesor Carlos Ruiz Miguel.
ResponderEliminarSea como sea, ayer vi que en ellas se recoge tu entrada sobre la Declaración de las Universidades madrileñas.
Un abrazo