29 de agosto de 2020

Colorines en el Cantábrico

 En principio, todo cabe o todo es posible en el irrefrenable mundo de la expresión artística. Las sensibilidades son diversas, por lo que la controversia es inherente a la obra que la imaginación produce. Pero en esto del impacto en el paisaje, creo, conviene ser precavido, pues el paisaje - y el entorno que crea- marca, o debiera marcar, la pauta a seguir. Trato simplemente de dar mi modesta opinión a propósito de lo que se ha hecho en el faro de Ajo, en Cantabria, otrora provincia de Santander, de la que tan orgullosos se sentían Don Marcelino Menéndez y Pelayo y Don José María Pereda, entre otros próceres de conspicua alcurnia santanderina.



La polémica está servida. Nadie y nada están libres de ser cuestionados. Lo que no se critica no existe.
El espacio del Cantábrico - el Atlántico Norte - es verde, azul y embarnecido con las múltiples y cambiantes tonalidades del gris. Un escenario relajante en su sobriedad. Mezclar colorines de lo más variopinto y abigarrado es fácil. Muchos lo hacen, ofreciendo una obra que, pasada la novedad, acaba en la indiferencia o en el hartazgo. Lo difícil es integrar cromáticamente la estructura en el espacio natural, como un complemento inteligente y respetuoso del paisaje. Pero, a todo se acostumbra uno, incluso a que el artilugio distraiga de la perspectiva de un entorno incomparablemente más bello, que es lo que merece la pena, no los pastiches como el que nos ocupa. Así lo entendió Chillida en Gijón y San Sebastián. Sin comparación. ¿Se imaginan la torre de Hércules en A Coruña de colorines?
Pero Miguel Ángel Revilla, del que no se sabe si va o viene, no cabe en sí de gozo. No es que le guste: es que le encanta, y hoy por hoy es el que manda y paga ( a costa del presupuesto, naturalmente). Según él, puede ser un "revulsivo". Todo se puede justificar, por fas o por nefas.




Hace años, el centro de la ciudad de Valladolid se llenó de figuras de colorines, colorines y más colorines, que evocaban, según se dijo, las torres de la Alhambra de Granada, el monumento más visitado de España. Una joya de la Humanidad. Los característicos y discretos ocres originales de sus torres y adarves, de diseño ortogonal, se tornaron, por obra y magín de Cristóbal Gabarrón, en irregulares y retorcidos trozos de todos los colores imaginables. a cual más estridente a la vista. Alguien dijo también que era un "revulsivo", palabra utilizada para explicar lo inexplicable. Aquello fue un horror. Por fortuna, no ha vuelto a ocurrir. ¿Serán también un "revulsivo" las puertas de la fachada principal de la Catedral de Burgos, encargadas por el cabildo de marras a Antonio López, y más allá del coste que ello pueda suponer?

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