19 de agosto de 2020

En contra del escrache como practica politica

Es el llamado 'escrache" una práctica agresiva, impúdica y perversa que nunca debiera haber tenido lugar y menos aún sido justificada. Porque no sirve para nada, es dañina y ofensiva para quien la recibe y pone en evidencia las miserias políticas de quien la realiza o promueve. Nada tiene que ver con la libertad de expresión, manifestación y critica que el sistema constitucional reconoce y ampara. Alguien, haciendo gala de un cinismo superlativo, lo llamó alguna vez “ jarabe democrático “ como si de una pócima curativa se tratase, otorgando al furibundo y sistemático ataque personal connotaciones obscenamente salutíferas mediante su realización en pos de objetivos que siempre van en detrimento, al reclamarlos de esta forma, de la dignidad de quien es forzado a tragarse el brebaje. Si nunca tendrá justificación tampoco la "naturalización del insulto", preconizada por el mismo personaje, tampoco lo tendrá la violencia verbal o física contra nadie, por muy criticable que una persona, pues de persona se trata, sea. No se puede ser equidistante ni mirar para otro lado cuando se baja la cabeza o no se quiere mirar de frente. De eso se quejó el juez Llarena cuando asaltaban su casa en la provincia de Gerona o los guardias civiles, insultados y acosados vilmente en Alsasua, y a quienes muy pocos de los hoy tan indignados manifestaron su solidaridad cuando más la necesitaban.

La palabreja ( y su uso miserable y cobarde) surgió y cobró fuerza en la Argentina, ese país tan admirable en tantos aspectos y valores como representativo a veces de lo peor de la política y de quienes la ejercen. En las calles de Buenos Aires alcanzó niveles de agresividad y estupor que debieran haber advertido, antes de aplicarse en España, sobre lo bárbaro y lo estéril que resulta el procedimiento escracheador.
Cuidado con los experimentos que propenden a la violencia acosadora e insultante, pues siempre deparan derivaciones no deseadas cuando no acaban justificando el efecto bumerán. Cuidado con las piedras que irresponsablemente se lanzan sobre la lámina de agua, ya que nadie puede prever la intensidad y desolación provocadas por la onda expansiva. Mucho cuidado con las cajas de Pandora.

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