28 de abril de 2008

¿En qué queda la relevancia internacional de la Unión Europea, tras la última crisis de los Balcanes?


¿Está Europa realmente en crisis política?,¿hasta qué punto las estructuras de poder en el Viejo continente rivalizan y compiten en un contexto de pérdida de fortaleza en un mundo globalizado, que precisa de respuestas claras y contundentes?, ¿de qué modo la experiencia de Kosovo y el fracaso de una política exterior común ponen en evidencia las contradicciones existentes en un espacio económicamente sólido pero con marcados síntomas de impotencia desde la perspectiva de su presencia internacional?. Muchas interrogantes surgen en esta Unión Europea formada por 27 miembros, que se debate entre la integración y la fragmentación. Creo que el siguiente texto, que recoge la interesante reflexión realizada por Jose Ignacio Torreblanca, director de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, y que provocativamente asimila el panorama actual del mundo al que existía en 1914, nos aporta ideas capaces de estimular un debate que se echa mucho de menos pese a que a nadie debiera dejar indiferente:

"Lamentablemente, el mundo se parece hoy sospechosamente a la Europa de 1914: recuérdese, una combinación sumamente inflamable de Estados muy interdependientes, en rápido desarrollo económico y en abierta competencia por las materias primas, y, a la par, escasamente integrados en instituciones internacionales y sumamente dispares en sus configuraciones de principios y valores. En este tipo de mundo, Europa se encuentra en evidente desventaja, ya que la naturaleza de su proyecto, eminentemente pacífico, abierto, democrático y consensual, le impone severas (aunque aceptables) limitaciones a la hora de ejercer su poder. Europa ya recorrió en el pasado el camino imperial, por lo que es plenamente consciente de las consecuencias. Esto no quiere decir que Europa deba resignarse a disponer sólo del llamado poder blando. Primero, porque en un mundo poblado de depredadores, ser herbívoro es una opción muy problemática. Segundo, porque el poder de Europa no sólo se basa en la atracción que pueda ejercer su modelo, sino en su inmenso poder real: Europa es la primera economía mundial, el segundo bloque comercial, el primer donante de ayuda oficial al desarrollo y, aunque se olvide, una enorme potencia militar.

Por tanto, el problema de Europa no es que carezca de poder, blando o duro, sino que éste se encuentra fragmentado y, en consecuencia, es ineficaz. Sólo desde esa fragmentación puede entenderse que Moscú pueda desafiar tan abiertamente a los europeos cuando éstos superan a Rusia tres veces y media en población, diez veces en gasto militar o quince veces en términos económicos.En consecuencia, la limitación más importante del poder europeo tiene que ver con la miopía de sus líderes y, por qué no decirlo, de algunos de sus electorados. Con toda seguridad, la historia prestará mucha atención a la desgraciada primavera de 2005, cuando Europa, abocada a asumir su "destino manifiesto" en el mundo, dudó, y luego retrocedió. El efecto contagio que siguió a los fallidos referendos en Francia y los Países Bajos dejó entrever una preferencia clara en muchos Estados miembros por dar una respuesta a la globalización consistente en reforzar los Estados-nación y las identidades nacionales, no en reforzar el poder europeo”.

(De "La fragmentación del poder europeo". El Pais (Madrid), 25 de Febrero de 2008)
En la imagen, catedral de Ostende (Bélgica)

1 comentario:

  1. El reconocimiento de Kosovo demuestra el fracaso de la UE como proyecto político.
    La UE no logrará ir más allá de la unión monetaria porque en política exterior la ausencia de respeto por el derecho internacional es una constante (Irak, Kosovo...)

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