18 de enero de 2009

¿Justicia, al fin, para los asesinados en El Salvador hace veinte años?


Han pasado casi 20 años y parece que fue ayer. Veinte años, nada menos. Estábamos reunidos en la Sala de Profesores de la Facultad de Derecho de Valladolid en un acto cultural cuando César Aguirre Viani, catedrático de Medicina, nos dio la noticia. Era el 16 de Noviembre de 1989. Ocho personas habían sido asesinadas en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador. Entre ellos, los jesuitas españoles Ignacio Ellacuría, Juan Ramón Moreno, Amando López, Segundo Montes, Ignacio Martín Baró y el salvadoreño Joaquín López López. Murieron también la señora que les atendía, Elba Ramos, y su hija, Celina, de 16 años. Lo recuerdo como una noticia atroz que, no por esperada, dejaba de conmocionar las conciencias y revelar la tragedia que entonces se cernía sobre aquel país centroamericano.

Durante todo este tiempo ha permanecido como un recuerdo imborrable, causante de esa sensación de impotencia que provocan la impunidad y el frustrado deseo de que se haga justicia. Con frecuencia acudo a la Fundación Segundo y Santiago Montes, que en Valladolid dirige su hermana Catalina Montes, y en la que se llevan a cabo actividades culturales de una extraordinaria calidad, en un ambiente gratísimo, que no me impide nunca evocar la memoria de las víctimas de aquel crimen horrendo con la pesadumbre de que todavía nadie haya sido imputado. Es la misma sensación que he tenido el pasado otoño al visitar El Salvador, donde el crimen se recuerda tan vívido como cuando sucedió y con la misma sensación que a mí me embarga de vez en cuando.

Al fin, ha ocurrido. El 13 de noviembre fue presentada por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) una querella contra 14 miembros del Ejército salvadoreño y respaldada por el Centro de Justicia y Responsabilidad (CJA), que tiene su sede en San Francisco. Amparándose en el principio de justicia universal que permitió en 1998 el arresto del dictador chileno Augusto Pinochet por orden del juez Garzón y en el hecho de que cinco de las víctimas eran españolas, el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, ha admitido a trámite la querella que, aunque desestima la imputación del entonces Presidente de la República, Alfredo Cristiani, sí lo hace con los catorce militares - entre ellos, cuatro generales, dos coroneles y tres tenientes - incluidos en la querella de la APDHE.

La instrucción promete ser ambiciosa. Al tiempo que ordena la declaración del ex fiscal general de la República y de los jueces y fiscales asignados al caso cuando, sin resultados, se juzgó en El Salvador, solicita, a través de una comisión rogatoria, la remisión del testimonio completo de la causa penal que en aquel pais se llevó a cabo, con el fin de conocer los "mecanismos de perdón y de extinción de la responsabilidad criminal" de los que pudieron beneficiarse los "autores intelectuales y/o materiales de los asesinatos". Asimismo, solicita a la Justicia de Estados Unidos la toma de declaración de los miembros de la Delegación norteamericana que en representación del Congreso de Estados Unidos investigó, también sin resultados efectivos, los hechos en 1990.

Veinte años han pasado ya. Catalina Montes, la entrañable Caty para muchos de nosotros, ha declarado que confía en que, al fin, se haga justicia. Es lo que muchos deseamos para que los autores de aquella terrible masacre sean condenados y el dolor que nos produjo reciba el alivio que merece.

Caty Montes falleció en Valladolid el 5 de abril de 2011. No llegó a vivir la experiencia de la justicia aplicada a los criminales salvadoreños. Su Fundación continúa donde siempre ha estado. De cuando en cuando la visito y me dejo llevar por la gratísima sensación que se respire y vive en ese espacio.




Imagen: Arriba: Monumento a la Justicia en San Salvador. Derecha: Catalina Montes, Presidenta de la Fundación Segundo y Santiago Montes. Abajo: Sede de la Fundación en Valladolid. A la izquierda, destaca la sobria escultura de Jorge Oteiza, que el célebre artista vasco regaló a tan valiosa iniciativa cultural.

11 comentarios:

  1. Solo deseamos una cosa:

    J U S T I C I A .

    Que no es poco...

    Un abrazo.

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  2. hola escritor,poeta y amigo!
    muy buen post...
    que la justicia triunfe...

    besos.
    silvia cloud

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  3. Y, ¿por qué el entonces presidente Alfredo Cristiani sale indemne de esta otra masacre infame? Supongo que el tuvo algo que ver ¿no? Pero, como siempre, pagan el pato los subordinados (aunque tambien tienen que pagarlo, por supuesto). Besotes, M.

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  4. Hola Fernando,

    he leido tu post y es escalofriante el recuerdo, la realidad.
    yo también deseo Justicia, es triste que tarde tanto en llegar.

    un abrazo,
    muchas gracias por tus palabras y visitas,

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  5. La Justicia murió un poco en aquél día aciago de El Salvador. No revivirá por el hecho de que alguno de los asesinos visite el estrado de los acusados, pero quizá traiga consuelo a los amigos y a la familia.

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  6. Me enteré hace unos días de esta noticia y la verdad es que me alegré mucho de que hubieran encausado por fin a estos canallas. Fue algo impresionante aquel crimen y queda un dolor muy grande cuando hay impunidad total para asesinos. A ver si ahora se hace justicia de verdad.
    Aquí en Murcia funciona muy bien el Foro Ignacio Ellacuría, con actividades culturales, solidarias. Al menos se le recuerda en cada convocatoria.

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  7. Gracias Fernando por recordarlo.

    Dos cosas que decir:

    Una: En El Salvador opinan que debe ser la Justicia salvadoreña la que vea este “caso”, y sea allí mismo donde se devuelva el derecho robado. Sería bueno para todo el pueblo, como ya ha ocurrido con otro jesuita, Jon Cortina, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

    Dos: Personalmente sigo echando en falta el reconocimiento debido para estas personas dentro de la “institución” a la que pertenecían y siguen perteneciendo.

    Pero está visto que no todo pueden ser alegrías.

    Saludos cordiales.

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  8. ya era hora, aunque estoy con merche en que deberían pagar todos los que tuvieron que ver con el asesinato y no mirar sus categorías profesionales, porque todos son culpables. Al menos de una manera u otra, se le puede llamar JUSTICIA, después de tanto tiempo. Un beso, Rachel

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  9. La soledad margina y ahora me refiero a los sentimientos que muchas veces navegan dentro de nosotros mismos, sin embargo los sentimos solos, sin rumbo y hacia ningún lugar, pero cuando comenzamos a ver que esos sentimientos podrán tener al fin un hueco ya sea de entendimiento, de justicia, parece que como bien dices alivias el dolor, la angustia o simplemente comenzar a ver que la lucha de muchos años, por parte de la familia, amigos, simpatizantes...tiene un sentido.
    Espero que realmente te alivie porque tanta impotencia cubre de telarañas la mente y al corazón lo deja huerfano.
    Un abrazo amígo mío, didi.

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  10. qué poco vale la vida

    creo que la acción de la justicia no repara nunca el dolor, siempre queda un regusto amargo (aunque lo contrario, su falta, hace mucho más daño, por supuesto)

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