30 de octubre de 2010

"Volverás a mi huerto y a mi higuera...."




¿Cómo no recordar a Miguel Hernández el día en el que cumple cien años? Nació en Orihuela, junto a las higueras, y murió en prisión en medio de la barbarie. No había cumplido aún 32 años. Se mantiene vivo y lozano en la memoria colectiva de España, donde su obra sigue emocionando como cuando fue escrita.

Un poeta es grande, un escritor lo es, cuando, tras haber leído muchas veces sus obras, la lectura de nuevo sigue emocionando, provoca sensaciones a flor de piel, obliga a releer lo ya leído porque en ello se encuentra un refugio en el que uno se siente confortado. Pasa con aquellos por los que no pasa el tiempo. Su memoria pervive, su obra permanece, su mensaje conserva actualidad. Y esas percepciones se agudizan cuando nos encontramos ante la obra y la figura de Miguel Hernández, el hombre que desde la sencillez y la pobreza, desde la defensa de la libertad y del compromiso sin fisuras que ello implica, supo colocar la poesía en lo más alto de la sensibilidad humana.

Me sumo al homenaje merecido como reconocimiento a la calidad humana y literaria que tanto conviene evocar en los momentos actuales de la realidad cultural y política española.

9 comentarios:

  1. Y yo. Por casi las mismas razones.

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  2. (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
    muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien
    tanto quería.)
    .
    Yo quiero ser llorando el hortelano
    de la tierra que ocupas y estercolas,
    compañero del alma, tan temprano.
    .
    Alimentando lluvias, caracoles
    Y órganos mi dolor sin instrumento,
    a las desalentadas amapolas
    .
    daré tu corazón por alimento.
    Tanto dolor se agrupa en mi costado,
    que por doler me duele hasta el aliento.
    .
    Un manotazo duro, un golpe helado,
    un hachazo invisible y homicida,
    un empujón brutal te ha derribado.
    .
    No hay extensión más grande que mi herida,
    lloro mi desventura y sus conjuntos
    y siento más tu muerte que mi vida.
    .
    Ando sobre rastrojos de difuntos,
    y sin calor de nadie y sin consuelo
    voy de mi corazón a mis asuntos.
    .
    .Temprano levantó la muerte el vuelo,
    temprano madrugó la madrugada,
    temprano estás rodando por el suelo.
    .
    No perdono a la muerte enamorada,
    no perdono a la vida desatenta,
    no perdono a la tierra ni a la nada.
    .
    En mis manos levanto una tormenta
    de piedras, rayos y hachas estridentes
    sedienta de catástrofe y hambrienta
    .
    Quiero escarbar la tierra con los dientes,
    quiero apartar la tierra parte
    a parte a dentelladas secas y calientes.
    .
    Quiero minar la tierra hasta encontrarte
    y besarte la noble calavera
    y desamordazarte y regresarte
    .
    Volverás a mi huerto y a mi higuera:
    por los altos andamios de mis flores
    pajareará tu alma colmenera
    .
    de angelicales ceras y labores.
    Volverás al arrullo de las rejas
    de los enamorados labradores.
    .
    Alegrarás la sombra de mis cejas,
    y tu sangre se irá a cada lado
    disputando tu novia y las abejas.
    .
    Tu corazón, ya terciopelo ajado,
    llama a un campo de almendras espumosas
    mi avariciosa voz de enamorado.
    .
    A las aladas almas de las rosas...
    de almendro de nata te requiero,:
    que tenemos que hablar de muchas cosas,
    compañero del alma, compañero.
    .
    (10 de enero de 1936)

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  3. Aunque técnicamente se le pueden encontrar pegas, el poema que más me ha conmovido siempre de Miguel Hernández es "El niño yuntero"...

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  4. Qué gusto pasear por aquí y encontrar tantos versos de Miguel... Hay que volver a él una y otra vez para sacudirnos de encima la zafiedad que nos rodea, tanta bajeza moral de unos y otros, las palabras gruesas, los insultos, las mentiras... Miguel murió por no claudicar, por no dejarse vencer. Murió, pero no perdió. Su lenguaje era potente, rotundo. Te dejo el "Vals de los enamorados y unidos hasta siempre":
    No salieron jamás
    del vergel del abrazo.
    Y ante el rojo rosal
    de los besos rodaron.
    Huracanes quisieron
    con rencor separarlos.
    Y las hachas tajantes,
    y los rígidos rayos.
    Aumentaron la tierra
    de las pálidas manos.
    Precipicios midieron,
    por el viento impulsados
    entre bocas deshechas.
    Recorrieron naufragios,
    cada vez más profundos
    en sus cuerpos sus brazos.
    perseguidos, hundidos
    por un gran desamparo
    de recuerdos y lunas,
    de noviembres y marzos,
    aventados se vieron
    como polvo liviano:
    aventados se vieron,
    pero siempre abrazados.

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  5. No pasa el tiempo por sus versos porque lo que en ellos proclama el poeta es un sentimiento universal, imperecedero. Hernández habló con una poesía que llega al corazón de quien tiene sentimientos, sea cual sea la época en que haya nacido. Lo malo es que a él le tocó una mala época y murió por ser como era. Nos arrebataron muchos versos que él ya no pudo componer.
    Pero lo que nos legó, gusta releerlo, como tú dices.

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  6. Para calmar el alma y dormir al sueño, nada mejor que los versos de Miguel Hernández.
    Un abrazo Fernando.
    didi.

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  7. Me encanta.
    Una vez más tengo que recordar "¡¡Oh!, Melancolía !!
    ( mi última entrada ) a mi profesora de literatura de COU, que tanto le amaba y que nos enseñó a amarlo a nosotros también.
    ¿Sabías que la mayoría de sus poesías las escribía en la soledad de las montañas mientras cuidaba el ganado?
    Lo releeré como particular homenaje.
    Un abrazo

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  8. Yo también me sumo a este recuerdo. 100 años. Un siglo. Es una cifra redonda para recordar un hito. Y lo hacemos con la ilusión de que su llama poética, como su rayo, nunca cese.

    Un abrazo.

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  9. Hola, Fernando, tarde, pero estoy aquí a saludarte y a solidarizarme contigo en lo de Miguel Hernández, mi vecino de al lado. Este curso tengo que explicar su poesía en segundo de Bachiller, lo que hará que lo revisite y lo analice con mucha atención. Un buen momento y un buen motivo. Seguro que mis alumnos, que también visitarán su casa natal en Orihuela, lo vivirán intensamente y les gustará su poesía, porque ¿quién puede resistirse a su palabra?

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