9 de mayo de 2013

Siempre ha habido un maestro o una maestra en nuestra vida




He comprobado que a medida que pasa el tiempo y observo tras de mí una larga ristra de recuerdos que me señalan la longitud de la vida vivida y la constatación de que el pasado prima sobre el futuro, me vienen a la memoria los nombres y los rostros de los mejores profesores que he tenido y con los que he disfrutado en ese proceso tan difícil y azaroso como es el de la formación. No muchos, la verdad, pero sí importantes en algún momento, asociados a circunstancias y situaciones que dejaron huella y que con habilidad, inteligencia y afecto me enseñaron a afrontar. No recuerdo lo que me explicaban, aunque mantengo nítida la imagen de cómo lo hacían, el empeño puesto en su afán por enseñar a aprender y a vivir, a descifrar esas incógnitas complejas a que se enfrenta la vida cotidiana en la infancia, en la adolescencia y en la juventud, cuando en el panorama de confusiones que se crean uno va descubriendo las cosas y abriéndose a la luz al compás de la voz de la maestra, del consejo del maestro, de la advertencia del profesor, de la reflexión pertinente de la profesora. Lecciones valiosas que el paso de la vida no consigue relegar al olvido.

Ninguno vive ya, pero ellos viven en mí y de cuando en cuando los evoco sobre todo si necesito referencias personales en las que apoyarme para seguir reafirmado en la convicción de que pocas cosas hay tan importantes en la vida como la impronta indeleble del buen maestro. La lectura del texto de Carlos Arroyo me ha inducido a hacer este pequeño homenaje a los mejores profesores de mi vida. Seguro que todos los tenemos.

2 comentarios:

  1. Los profesores tenemos mucha necesidad de comprobar, de vez en cuando al menos, que algo bueno de uno ha quedado en algún alumno/a alguna vez. Es muy estimulante la idea de recordar a los maestros. He leído también el hermoso texto de Carlos Arroyo. A ver si me animo y escribo sobre alguno de los míos. Salud(os).

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    1. Anímate, JARAMOS, que lo harás bien, pues tu pluma es ágil y convincente. Estoy convencido que son muchos los alumnos que te recuerdan y recordarán con admiración y gratitud. Con un cordial saludo

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