Es un país pequeño, uno de los más recónditos de América Latina. Hay que esforzarse si se desea llegar a él, pero se acaba llegando si se desea. El viaje desde Guatemala merece la pena. Su nombre no pasa desapercibido. Es El Salvador. Nombre de evocaciones bíblicas, de futuro prometedor, de esperanza mantenida. Y no suena tanto porque sea un nombre bello, que con mayor resonancia se plasma en su capital, como por el hecho de que en él han tenido lugar acontecimientos que han conmocionado el mundo. Sufrió una atroz guerra civil que asoló el país durante casi doce años (1980-1992), vivió a finales de los sesenta un conflicto absurdo con su vecino Honduras en la llamada “guerra del fútbol”, que inspiró uno de los libros más memorables de Ryszard Kapucinski, y lamentablemente fue noticia cuando el fanatismo acabó con la vida del obispo Oscar Romero y selló con la muerte la de los jesuitas de la Universidad Centroamericana , en uno de los episodios de brutalidad más terribles que se recuerdan en aquel continente. Demasiada violencia en el país que se asoma a la inmensidad del Pacífico desde la veintena de volcanes que salpican su espectacular territorio, de selvas, lagos y horizontes increíbles.
Es un país remoto, pero que no debe pasar desapercibido. Desde 1992 vive una etapa de paz, que se mantiene porque sus ciudadanos quieren paz, aborrecen de la guerra y sólo desean que su vida no se vea relegada a la miseria y a la frustración. No ha habido grandes tensiones desde entonces, aunque la vida en la calle no es fácil, la inseguridad amenaza en cada esquina y a poco que uno de descuide tiene la sensación de que el riesgo le acompaña. Mas cuando se profundiza en la cultura de la gente, cuando uno se enfrasca en las conversaciones y en los espacios de encuentro construidos en torno a una buena ración de “pupusas”, regadas por unas cuantas Supremas, no es difícil percibir la ansiedad por el cambio que no llega, por el deseo de que se amortigüen las enormes desigualdades que fracturan su sociedad, por los aires de renovación que saquen de su letargo a los movimientos que en su día combatieron por la libertad y que no se resisten a desaparecer, integrados en el juego democrático que siempre les ha sido esquivo.
Personalmente, no me atrevo a emitir grandes opiniones al respecto, pues la prensa se ha encargado de aclarar hasta dónde llega o puede llegar el triunfo del candidato presidencial del Frente Farabundo Martí, que combatió como guerrilla y que no sin esfuerzos acató sus compromisos en un proceso de paz negociada. Pero sí quisiera hacerme eco del comentario que acabo de recibir de un buen amigo de San Salvador, trabajador infatigable e ilusionado por contribuir a que las políticas públicas de su país se rijan por criterios de honestidad, equidad y eficacia. Sus palabras no admiten equívocos: “han sido tantos los años en los que hemos vivido con miedo o no hemos sido nada, que sólo la posibilidad de que se comience a oír nuestra voz justifica que lo mucho que hemos sufrido ha servido para algo”. Todo un camino está por recorrer, cuando el país donde la huella de Ignacio Ellacuría y sus compañeros de la UCA permanece viva, trata de armonizar con las corrientes de cambio que despejan las brumas del pasado en el sufrido y tremendamente injusto continente latinoamericano.
Imagen: Monumento a la Revolución en San Salvador
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ResponderEliminarEs importante la oportunidad de sentir que pueden llegar cambios, en este caso tan necesitados de todo. Un ejemplo de humildad el tuyo, haces que seamos conscientes de los graves problemas que hay en cualquier país, en cualquier lugar, aunque esté escondido en lo más profundo de esta Tierra.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, didi.
Poco a poco hay que avanzar, aunque se den tres pasos y se retroceda uno, hay un pequeño avance. Todo sea por la paz y la estabilidad, en ese pequeño Pais de nombre tan bello, y en el resto del mundo. Un beso
ResponderEliminarExcelente tu reportaje. Les deseo suerte que bien que la merecen y la necesitan. Besotes, M.
ResponderEliminarFernando, gracias por acercarnos a unas realidades que muchos de nosotros las sentimos muy lejanas.
ResponderEliminarEsperemos que con esa victoria el Salvador avance por caminos de justicia, democracia y libertad.
Un abrazo.
Muy sentido lo que has escrito y me toca de cerca, tengo una sobrina viviendo en El Salvador.
ResponderEliminarInteresantísimo tu reportaje y pongo mi esperanza en que se recupere.
Un abrazo, Fernando
Yo tambien les deseo suerte a todos, y que el cambio, el verdadero y buen cambio hacia la democracia y hacia la paz y la libertad, pueda consolidarse allí.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Cuánto me gustaría que tus palabras fueran premonitorias!
ResponderEliminarEse bello pueblo se lo merece, un futuro mejor, un convivencia pacífica y una justicia real. La sangre derramada tiene que reverdecer en una primavera salvadoreña y salvadora.
La cercana Nicaragua, también entrañable, me hace sospechar que los sueños se hacen difícilmente realidad. Pero deben mantenerse, porque el presente es demasiado cruel y hace sufrir más a los de siempre.
El inconveniente es que no se puede estar sólo soñando permanentemente. Si los anhelos no se concretan por las buenas, siempre habrá quien los pretenda forzar por las malas, y estaríamos volviendo a las andadas…
Saludos cordiales, Fernando.
hola escritor ,poeta y amigo!excelente post..ojalá tengan suerte
ResponderEliminaraprovecho para desearte un feliz dia del padre..(19-3-)
besotes .
silvia cloud
Gracias maestro por tus comentarios.
ResponderEliminarMe da miedo tanto triunfo de la izquierda en ese continente, juguete del sistema capitalista.
La unica esperanza es que los tiempos estan cambiendo y los dirigentes tambien.
Un abrazo.
Interesante artículo, compañero. Nos queda tan lejos América del Sur, después de haber estado tan cerca, que tus artículos nos aproximan tal y como debería ser. MUCHAS GRACIAS. UN ABRAZO
ResponderEliminarOjalá que el nuevo gobierno sirva para sacar al país de sus problemas económicos y sociales. Que se miren en el espejo de quienes están gobernando para bien de sus gentes, como Lula, y no caigan en la trampa que ha caído, por poner un caso doloroso, el sandinista Daniel.
ResponderEliminarOjalá toda la América del centro y del sur saliera de sus baches, porque tienen riquezas naturales, gentes trabajadoras, artistas y artesanos, apoyo de otros países hermanos...
Toda la suerte para El Salvador. Ojalá algún día pueda conocer las maravillas que le atribuyes.
ResponderEliminarUn abrazo
Al saber los resultados de estas últimas elecciones no pude impedirme de sentir este atisbo de Esperanza a la cual haces referencia.. La que todos deseamos para este hermoso país y su Gente...
ResponderEliminarGracias por hacernos llegar a él y recordarnos su terrible pasado, se merecen esta Esperanza..
Un beso, Fernando.
PD: La foto que encabeza tu Blog me ha dado la ocasión de llenar mis pulmones de energia... Es hermosa esta Primavera allí...