Atravieso en tren las campiñas apacibles de la región de la Baja Austria y del Burgerland. Las he visto espléndidas hace unos días, camino de Salzburgo y Munich. En ellas las aguas del Danubio se deslizan mansamente sin que ningún obstáculo natural se interponga en su camino. Nada parece alterar la paz y la mansedumbre de un espacio en el que el silencio marca la pauta de las horas y los días. Lugares para la calma, apenas turbados por el ruido de las campanas, el tráfico moderado y las conversaciones quedas de las personas que en las calles dan cuenta de historias mínimas que a nadie llaman la atención. Historias de todos los días, convencionales y repetitivas, sin que nunca pase nada. Diríase que el tiempo se ha detenido hace tiempo en este ámbito de quietudes y rutinas en las que aparece envuelta la sociedad, símbolo de esa Europa tranquila que por nada se inmuta en los verdes y feraces campos de la Austria próspera y bienpensante.
Mas cuando se echa la noche, ya de regreso, y el tren se detiene en una estación cualquiera camino de Viena, la mirada del viajero se dirige de pronto al nombre de un lugar que la memoria tardará mucho en olvidar. Un nombre que resuena por doquier, que duele en los ojos e irrita las mentes, cuando se asocia al horror cometido por un tal Josef Fritzl que en la ciudad de la parada ha ofendido al hecho de ser humano como responsable, y ya condenado a perpetuidad, de una de las mayores atrocidades que se recuerdan en mucho tiempo. No es justo que el nombre de un lugar cualquiera se identifique con tamaña vergüenza y depravación. Una historia abominable, que durante veinticuatro años ha coexistido, ignorada, con las muchas que, intrascendentes, suceden alrededor sin que nadie se percatara de ello.
Desdeluego que el nombre de esta ciudad pone los pelos de punta aunque la gente que vive en ella no tine culpa ninguna de lo que el monstruo hizo durante 24 años, tambien me cuesta mucho creer que nadie supiera nada, pero en fín debe ser así.Besos.
ResponderEliminarAmstetten. Enseguida que he visto el título lo he asociado con ese lascivo criminal. Tienes razón; cómo se quedan los nombres de algunos lugares ligados a sus monstruos... como Alcasser, Puente Hurraco y tantos otros... Una pena. Besotes, M.
ResponderEliminarY la vida sigue su curso, a veces la propia integridad es superior a cualquier horror, no sé... pienso que hay que vivirlo para realmente ser conciente del sentimiento al respecto.
ResponderEliminarSaludos.
hola escritor ,poeta y amigo!bienvenido de nuevo!muy bueno tu post ...la historia tiene esas COSAS....
ResponderEliminarme encanta como cambian tus imagenes del blog excelente...!!!
besotes y abrazos de oso.
silvia cloud
En tanta calma,quietud y silencio sucedió el horror ,pero no existe pueblo en este mundo que se vea libre de sucesos como este,lastima siempre llevarán ese estigma,tuvieron un monstruo entre ellos,pero de eso no tienen culpa,no todos al menos.Muy buen post,leerte es un placer,escribes tan bien,tan claro y con tanta inteligencia que admiro tus escritos y at u persona mucho! un abrazo querido Fernando que tengas buen fin de semana!!!!!!!
ResponderEliminarLos judíos enviaban un carnero al desierto al que previamente habían cargado con los pecados del pueblo. Así se sentían liberados.
ResponderEliminarMuchos pueblos cargan sobre sí el pecado de uno solo.
¡Qué paradojas! Real como la vida misma.
Gusto en volverte a leer.
Es triste, como apuntaba Merche, que lo primero que se nos venga a la cabeza con este nombre sea el del individuo este. Afortunadamente para nosotros, el mundo va demasiado rapido y es posible que nos olvidemos dentro de un tiempo. Desafortunadamente para los habitantes de Amstetten, no lo lograrán olvidar y vivirán siempre con una vergüenza que no les corresponde y que sin duda empaña la gran belleza de esa tierra.
ResponderEliminarTienens razón, un hombre, solo la maldad infinita de un solo hombre, puede enmascara el nombre de un sitio bello y tranquilo. Pero hemos de saber disociar claramente unas cosas de otras.
ResponderEliminarUn saludo
Amstetten y su silencio... Este silencio seguramente pesa aún como una losa sobre sus habitantes, pero cuesta creer que los padres de muchos de ellos ignorasen lo que allí pasaba... cuesta creer en esta no-complicidad.. pero no quiero generalizar..
ResponderEliminarUn beso Fernando.
Qué razón tienes...
ResponderEliminarQueramos o no ese nombre ya tiene colagodo su "San Benito".
Y... no deja de ser triste.
Un abrazo
Es irremediable relacionar ciudades, lugares…olores, ruidos, nombres, caras...etc con los recuerdos, con lo estudiado, con lo que te han contado o vivido, aunque sea doloroso, independientemente de que lo merezca o no, a mí también me ha recordado a un monstruo.
ResponderEliminarUn abrazo, didi.
Fernando, tú que has recorrido estos días esa parte de Europa que en otros tiempos fue imperio y que en ella se puede ver tanta historia siento necesidad de poder viajar....y perderme como lo has hecho tú ... ahora no me es posible pero en mayo sí.
ResponderEliminarFernando, en mi blog tengo una carta escrita a su hija. Por entonces, no podía creer que un individuo aparentemente normal tuviera una doble vida... Un abrazo .Angela