Cuando una sociedad trata de recuperar el conocimiento de un pasado que deliberadamente ha quedado oculto, minimizado o sometido a tergiversación, logra, al fin, restablecer su dignidad histórica. Si, para algunos, los esfuerzos que se están haciendo en España por rescatar del olvido las circunstancias trágicas que vivieron muchísimos españoles durante la guerra civil y la tragedia que la siguió son producto del revanchismo o del afán por reescribir la historia, para los más representan la necesidad de reparar el dolor sufrido y de no dejar sumidas en el pozo de la memoria realidades que existieron y que, puestas debidamente al descubierto, prestigian a un pueblo y hacen justicia a quienes las protagonizaron.
Se calcula que 600.000 personas salieron del país rumbo a lo desconocido huyendo del escenario de represión, muerte y expolio que trajo consigo el fin de la guerra civil. Entre ellas figuraba lo más selecto de la intelectualidad española en los más diversos campos del saber. La ciencia, la literatura, la medicina, el arte en todas sus manifestaciones… todo lo que de encomiable tiene la creatividad humana en un entorno de libertad sufrió un deterioro que aún no está calculado en toda su magnitud. Se ha adelantado mucho en esta línea de investigación, y cuanto más se avanza mayor es el asombro que provoca la mutilación sufrida, como expresión del “atroz desmoche” llevado a cabo, certera expresión utilizada por Pedro Laín Entralgo para referirse a la brutal depuración realizada en las Universidades.
El pasado viernes descubrí en Medina del Campo a una investigadora que ha hecho de este tema una razón de vida intelectual, tan fecunda como interesante. Arancha Díaz es una historiadora de origen palentino que estudió en la Universidad de Salamanca y que, con coraje y decisión, decidió acometer el estudio del exilio republicano centrando la atención en un tema apasionante y poco conocido todavía: la labor de los médicos republicanos españoles en la República Argentina. Ha viajado a ese pais, ha indagado en sus archivos, ha hablado con personas directa e indirectamente relacionadas con el tema, ha descubierto un mundo de solidaridad, entrega, generosidades y empeños a favor de un mundo mejor. Ha abierto un nuevo camino para disipar la bruma.
Es una mujer muy joven, que revela hasta qué punto desde la juventud española existe una inclinación decidida a favor de unas cuestiones que de pronto emergen como temas punteros tras haber estado durante años sofocados e impedidos en las líneas de investigación promovidas desde la mayoría de los Departamentos de Historia, refractarios hasta ahora ante este tipo de cuestiones. Doy a conocer el nombre de esta mujer investigadora porque lo merece y porque su labor la lleva a cabo con la soledad del corredor de fondo.
La he descubierto gracias a la iniciativa de la Asociación de Izquierda para el Debate, que en Medina del Campo promueve actividades culturales centradas en temas de actualidad, siempre polémicos, rigurosamente abordados y susceptibles de abrir el debate a la ciudadanía más sensible. Es un foro que, como he podido comprobar, atrae la atención de la sociedad medinense, que encuentra en el espacio de comunicación y reflexión organizado, entre otros, por Luis Gil y Carlos Lora, un ámbito no solamente grato para la convivencia sino también para el enriquecimiento cultural, social y politico.
Imágenes: Arriba: Fotografías expuestas en la conferencia, donde se recoge la imagen de Lázaro Cárdenas, Presidente de México, con el que los españoles mantenemos una deuda impagable. En el recuadro, la historiadora Arancha Díaz. Abajo: Amena conversación con Luis Gil, en el centro, y Carlos Lora, a la derecha.
Es una esperanza para la historia y para la justicia: que haya investigadores y estudiosos que indaguen en los capítulos menos conocidos de la historia española del siglo XX, nos permitirá a todos, a los mayores y a los jóvenes de ahora, a las generaciones futuras, saber lo que realmente ocurrió en los años de la guerra y la dictadura, el paradero de los desaparecidos y los exiliados.
ResponderEliminarA pesar de lo que dicen algunos políticos, a la gente le interesa conocer su historia, con sus aspectos positivos y negativos, estudiarla, debatirla, analizarla. Superar ese bache de cuarenta años de olvidos forzados, de mentiras y engañifas, de insidias contra los perdedores.
Los exiliados llevaron la cultura y la ciencia española a los países a los que viajaron y paliaron la nefasta imagen que la dictadura proyectaba de este país que quiso durante los años treinta ponerse a la altura de las democracias europeas y americanas. Bueno es que alguien haya sacado sus nombres del anonimato
Deberíamos de haber recuperado el conocimiento de ese pasado hace ya tiempo. Sin embargo, lo que más me sorprende, es que aún haya personas que pese a ser jóvenes, (se trata de los hijos de aquel bando que ganó) no comprendan lo que representa aliviar la historia de un periódo oscuro limpio de máculas, y se empecinen en entorpecer las labores de un pueblo que se supone -y entre el que ellos mismo se incluyen - ampliamente demócrata. Todavía hay demasiadas grietas y fosas sin luz en la historia de España. Mi enhorabuena para Arancha Díaz por su labor, necesitamos más como ella... Un abrazo!
ResponderEliminarTodos los que se oponen a esa recuperación histórica, en el fondo, lo que quieren es tapar sus vergüenzas. Y si se oculta la historia, ¿cómo evitar que se cometan los mismos errores y semejantes desafueros?. ¿Cuantas generaciones más tendrán que pasar para que nadie se oponga a que aflore toda la verdad?
ResponderEliminarComo sabes, yo tambien estoy poniendo mi granito de arena... Es muy necesario que todos conozcamos las historias del lado "perdedor", tantos años silenciadas. ¡Bien por Arancha Díaz! Muchos besotes, M.
ResponderEliminarTodo debe de salir a la luz. Y cuando digo "todo" me refiero a la VERDAD de lo realmente sucedido.
ResponderEliminarTenga el color que tenga.
Un abrazo.
Fernando, debería haber muchas Arancha Díaz, para que la historia se nos mostrara tal y como fue y no contada por los partidarios de uno y otro bando. Espero que algun día se haga justicia a este periodo de nuestra historia y nunca más se repita .Como siempre te admiro porque buscas ante todo la justicia. Que tengas una excelente semana.Un abrazo Angela
ResponderEliminarMuchos son los que se niegan a recuperar la memoria histórica, quizás no interese desenterrar muertos. Los intelectuales, cientificos y gente del arte, que se fué del Pais, hicieron bien, no quisieron vivir en una dictadura. Y hoy en dia, aunque me repitan por activa y por pasiva que vivimos una democracia, no me lo creo, se sigue haciendo lo que el poder ordena y manda, y el poder lo sigue teniendo la derecha, y la derecha es fascismo, y el fascismo es dictadura.Un beso Fernando
ResponderEliminarLa memoria se abre paso por mucho que haya quien quiera silenciarla. las voces de los vencidos están en la memoria de sus nietos y nadie nos la arrebatará. Un abrazo fernando
ResponderEliminarhola escritor,poeta y amigo!la memoria hace alos pueblos libres,para no repetir los mismos hechos...por eso concuerdo con Cornelivs....que salga todo ala luz como sea....
ResponderEliminarmuy buen post.
besotes silvia cloud
Siempre he pensado que uno de los grandes avances de nuestra sociedad actual es la capacidad que tenemos para analizar las mentiras y verdades de la historia de los vencedores, y para recuperar la historia de los vencidos. Esto último me parece esencial para comprender de manera adecuada el pasado y así proyectar con prudencia el futuro.
ResponderEliminarSaludos.
me parece fantástico, es lo que debería ser y no es. Conocer y sacar a la luz la verdad, lo que no sabemos no debería ser algo atípico, sino la normalidad. Mis felicitaciones a Arancha Díaz por su labor tan encomiable, gracias Fernando por dárnosla a conocer.
ResponderEliminarUn abrazo,
Rachel
Tendríamos (a estas alturas ya toca) que poder hablar de aquel episodio de nuestra Historia que supuso el antes de la Guerra, la Guerra, y la postguerra (la represión franquista) sin tener que dejar ver nuestra condición política. Yo, sinceramente, creo que aún hoy, no es posible hablar de aquello sin un atisbo de política y acercar la sardina a su ascua. No hay malos y buenos. Dejémonos de maniqueísmos estúpidos (o no tan estúpidos, pues son intencionados) y contemos todo, pero todo, aquello que lamentablemente pasó, para que los de un bando y el otro corrijan sus posiciones y nunca, nunca más pase algo como aquel atroz episodio. No es tiempo de revanchismos sino de de autocríticas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y es realmente alentador y esperanzador que sean investigadores jóvenes, como Arancha Díaz,que dediquen su tiempo, sus conocimientos y sus energias en indagar a fondo este amargo tramo de la Historia y lo leguen a generaciones actuales y futuras...
ResponderEliminarUn beso, Fernando y gracias por presentarnos a esta brillante historiadora.
Me ha gustado mucho lo que dices y cómo lo dices, con esa serenidad reflexiva que te caracteriza. La verdad nunca hace daño, y si lo hace, es un dolor positivo, para seguir avanzando. Sobre mentiras y ocultamientos no se puede vivir una vida digna. Realmente, tampoco los vencedores han vivido una vida digna, pero hay algo que se llama mala fe, que es hacer creer y convencerse de que lo que se hace y se piensa es lo ético, cuando en el fondo se sabe que no es así. Antes que suponer maldad pura, prefiero pensar en miedo y en mala fe. Hay que limpiar y adecentar la historia, no me cabe la menor duda. Gracias a personas como esta historiadora, se va haciendo.
ResponderEliminarEs nuestro deber recordar, volver la vista atrás y admirar a miles de personas que tuvieron que dejar el país y empezar una nueva vida. Tenemos que hablarlo y contárselo a nuestros hijos, nietos o sobrinos, contarles que hubo un tiempo oscuro y que mucha gente sufrió. De este modo sabrán qué pasó y no caerán en la locura de volver a pasar por lo que pasaron nuestros familiares.
ResponderEliminarEs grato encontrarse con estas personas que recuerdan.
saludos y salud
Amigo Fernando. Yo de eso apenas sé. Es mi culpa no haberme preocupado mucho más por enterarme, porque al fin y al cabo ahí están nuestras raíces, y por lo tanto las mías propias.
ResponderEliminarPero últimamente me ocurre que siempre que se roza, donde sea, ese asunto, salgo herido, y ello sin haber tomado parte, sin haber siquiera contribuido con mi arte. Y me da mucho miedo. Presiento que algo malo sobre mí caerá, sin dudarlo, si en ello me metiera.
Así que te leo, guardo silencio, y oro -es lo que me corresponde, ¿qué otra cosa me está dada?- porque no vuelva el remanso a revolverse otra vez.
Y lo que tenga que ser, que sea.
Alguna vez contaré cómo me vi metido en asunto de memoria histórica con personas con quienes camino de mañana.