Cuando las campanas tocan a rebato es que
algo grave, muy grave, está ocurriendo en la localidad. Cuántas veces los
incendios pavorosos convocaban a las gentes en las noches de verano para entre
todos tratar de sofocarlo mientras el sonido de las campanas acompañaba la
angustia de la vecindad. Curiosidades de la vida, esta tarde he oído el tañido
de estas piezas espectaculares sonar estridentes con el logotipo de Bankia
presidiendo la escena. De pronto, casi de manera instintiva, he sentido la
congoja y la rabia que embargaba a cuantos asociaban el ruido de los badajos a
la tragedia que acababa de desencadenarse, y cuyas consecuencias se antojan pavorosas .
Y no era para menos, pues
catastrófica está siendo para el país la mayor estafa financiera de la historia
contemporánea de España. Un pozo sin fondo, un terremoto desestabilizador de
consecuencias incalculables, un incendio bestial que abrasa cuanto se encuentra
a su paso. La percepción brutalmente sonora del entorno me llevó a pensar que
la escena tenía un carácter simbólico, que excedía con creces la comprobación
de lo mucho y bien que suenan las campanas de la catedral de Ciudad Rodrigo en
la Bienal de Arte y Patrimonio (AR&PA), celebrada este fin de semana en
Valladolid y que patrocina, entre otros, la ruinosa entidad de marras. Había que entenderlo
más como un estruendo que afecta, irradia y aturde sobre el conjunto del país.
"Por quién doblan las campanas" se preguntaba Hemingway en su famosa
novela. Ahora sabemos por quién doblan hoy: por el descalabro de una firma
financiera que, gestionada por gente inepta, mentirosa e incomprensiblemente irresponsable, está dejando en la ruina a la
sociedad española.
A mí lo que me apena sobre todo es que nos han tomado por idiotas, y teniendo en cuenta la resignación con que aceptamos ser engañados, no es que lo seamos, pero como si lo fuéramos. Consiguen lo mismo.
ResponderEliminarUn abrazo, Fernando