Ha sido y es una de las intelectuales más
brillantes sobre los impactos de la globalización. Profesora de la Universidad
de Chicago, acuñó a comienzos del siglo XXI el concepto de "Global City", al que muchos hemos recurrido para explicar los procesos que transforman el mundo y nuestras sociedades.
Ha sido una mujer comprometida con las causas que merecen el compromiso de
quienes, con honestidad y fortaleza intelectual, se interesan por los problemas de nuestro tiempo y se esfuerzan por abrir horizontes a favor de una sociedad
más solidaria, justa e integrada.
Hace unos años asistí a una conferencia suya
en la Universidad Autónoma de Madrid. Pronunció una frase que, al verla ayer en
el Teatro Campoamor de Oviedo, he recordado, pues tomé nota de ella: "si
nos nos esforzamos por luchar a favor de un mundo mejor, los que lo dominan
acabarán por ahogarnos en la miseria". En Oviedo ha vuelto a demostrar lo
que significan la coherencia, la ética y la dignidad de los intelectuales firmemente comprometidos.
Sólo la sinceridad consigo mismo puede devolver
definitivamente a un pueblo maltratado la dignidad perdida en los momentos
dolorosos de su pasado. Ocultar la historia, enmascararla con invocaciones
interesadas en la defensa sesgada del olvido, eludir la verdad de lo vivido como
tragedia por entender que el tiempo ha erosionado la razón de ser de su
recuerdo o dificulta el encuentro supone una trampa en la que no se debe incurrir ya que lesiona la
posibilidad de que las heridas cicatricen gracias a la capacidad social y
culturalmente vertebradora que proporcionan las verdades compartidas.
Aleccionadora resulta en este sentido la iniciativa que el
gobierno de Chile ha emprendido con motivo del cuarenta aniversario del golpe
de Estado que puso fin violentamente al gobierno de Salvador Allende el 11 de
septiembre de 1973. Fue sin duda uno de los acontecimientos que con mayor impacto conmocionaron al mundo en el
último tercio del siglo XX. Las gentes de mi generación lo recordamos bien hasta el punto de que las
imágenes en blanco y negro que dieron cuenta de la dimensión de la barbarie, y de sus responsables, permanecen
indelebles en la memoria.
Por esa razón, descubrir y visitar en Santiago la exposición conmemorativa que recuerda aquellos sucesos constituye una experiencia que no
debe ser pasada por alto. Es una muestra discreta, cuidadosamente organizada en
un espacio limitado del Museo Histórico Nacional donde está instalada y concebida con un doble
propósito: el de demostrar que lo que ocurrió hace cuatro décadas forma parte
incuestionable de la vivencia histórica chilena y el de ofrecer a quien lo
desee un escenario en el que dejar libremente constancia expresa de lo que aquello supuso
desde el punto de vista de su percepción personal y política.
Cualquiera puede, si lo desea, manifestar por escrito su testimonio personal, su valoración de los acontecimientos, las ideas que aquello le evoca bien porque lo vivió de manera directa o porque forma parte de un legado histórico transmitido por quienes sí lo vivieron ante el que no es posible permanecer indiferente. La lectura de esos textos resulta muy aleccionadora y refleja hasta qué punto el 11 de Septiembre de 1973 y lo que sucedió después forman parte de una conciencia común, que es asumida con la sola voluntad de esclarecer los hechos sin tapujos, manipulaciones o silencios malintencionados.
Sharif Kanaana es un poeta nacido en 1936 en un
pueblo situado en las Colinas de Galilea, al Norte de Nazaret, en Palestina.
Huyendo de la Nakba (como se conoce la catástrofe sufrida por esa sociedad y ese territorio en 1948) abandonó la
tierra palestina ocupada y destruida para emigrara Estados Unidos, doctorándose en
Antropología por la Universidad de Honolulu(Hawaii) e impartir docencia
durante años en varias Universidades de aquel país. En 1976 regresó a su tierra
natal, donde fue rector de la Universidad de Nablus y Director del Departamento
de Sociología y Antropología de la Universidad Bir-Zeit de Ramala, ciudad en la
que actualmente reside. Se merece ser distinguido como Doctor honoris causa por una Universidad española. Sería deseable que lo fuese en la de Valladolid.
He sabido de su vida y de su obra a través de mis
amigos Suleiman Nayati Jabary, de origen palestino, y Pilar Salamanca,
prestigioso nefrólogo él y afamada escritora ella. Les hemos visitado en
Cantabria, donde ahora viven. Entre paseos por la costa, divisando ese litoral
"quebrado" que tanto impresiona y disfrutando de la buena
conversación y de la excelente mesa, té incluido, nos han regalado una obra de
Kanaana que ellos han traducido para darlo a conocer, como sin duda se merece, en
España. Emociona leer los cuentos de la tradición oral palestina, cuentos
transmitidos por las mujeres, pues, como dice el autor, "fueron las
mujeres quienes siempre los contaron y, aunque nunca dijeron que fueran sus
autoras, son - y fueron siempre - las transmisoras de la tradición que hace de
estos cuentos una propiedad colectiva de la comunidad palestina".
Pilar Salamanca, Sharif Kanaana y Marcos Sacristán, rector de la UVa
Sharif Kanaana con Nayati Jabari
El dia 6 de noviembre de 2013 Sharif Kanaana ha hablado en la
Universidad de Valladolid. En acto presidido por el Rector, ha dado a conocer
su trayectoria profesional y científica, magníficamente compendiada por Pilar Salamanca, con motivo de la presentación del libro que nos ocupa. Se ha hablado de cultura, de patrimonio, de expolio bibliográfico, de sensibilidades creativas y sojuzgadas, de la identidad de un
pueblo que se resiste a desaparecer, del valor de la memoria como baluarte de
supervivencia, como justificación de los esfuerzos denodados por preservar los
recuerdos y para que quede constancia expresa de lo que fue la ocupación, bien
representada en la obra sobre la destrucción de las ciudades palestinas, en
cuya recopilación, representación y estudio desempeñó un papel decisivo la labor
llevada a cabo por Kanaana.
El resultado ha sido una obra monumental, editada
por Walid Khalidi, en la que figuran detalladamente identificadas y
cartografiadas el cerca de medio millar de ciudades y aldeas destruidas por el
gobierno israelí en el año de la Gran Catástrofe (Nakba) de 1948. Son los paisajes
de la desolación, del expolio sin límite.
Los sentimientos nacionalistas tienen distinto
origen y distinta trayectoria. Surgen en contextos históricos específicos y
evolucionan al compás de los procesos y las circunstancias que imponen los liderazgos
que los promueven, estimulan yorientan. La Historia está llena de tragedias asociadas a la
exacerbación de los comportamientos nacionalistas que, por principio, son
excluyentes y refractarios a la solidaridad. Sorprende, por tanto, observar de
qué modo los dirigentes alientan esa tendencia, que cala masivamente en la
sociedad al amparo del discurso basado en el agravio permanente, en la
identidad amenazada y, lo que no es menos importante, en el argumentario que lo
utiliza como panacea contra la crisis, frente a la cual vale cualquier opinión,
certera o disparatada, sin olvidar de qué modo todo eso enmascara una pésima
gestión de lo público. En marcha el proceso en Catalunya, y en aceleración incesante y
masiva, está por ver si quienes lo lideran, no precisamente caracterizados por
su calidad y honestidad como gobernantes, y quienes están obligados a dar la
cara porque su responsabilidad estatal así lo exige, están a la altura de la
situación y la afrontan con esa inteligencia y capacidad de concertación que tanto se echa de menos en unos
y otros. La mediocridad en ambos lados de la escena hace pensar que lo que
sucede en la calle se les va a ir de las manos. ¿O no? Es evidente que la política española se encuentra ante un desafío que va a poner a prueba muchas, muchas, cosas.
Fue un elemento inconfundible en el paisaje
urbano de Valladolid. Librería Relieve, de libros de todas las épocas, de
referencia obligada en los años en los que los libros estaban censurados. La
regentaba Pepe Rodriguez, el hermano de Pablo, el inolvidable Blas Pajarero, el autor de Retazos de Torozos. Paulatinamente ha sido víctima de la transformación urbana de la
ciudad. Ocupó en tiempos el local de toda la vida en la calle de Cánovas, al
lado mismo de la Fuente Dorada y del Café España, donde era un placer tomar un
café nada relaxing con Pepe, mientras hablaba, hablaba, hablaba de libros.
Recuerdo haber conocido allí a autores de categoría, como Carlos Castilla del
Pino, Francisco Umbral o Julio Llamazares. Muchos más, conocidos y anónimos, se detuvieron en aquel espacio entrañable, de tertulias incesantes y de conspiraciones que pronto se desvanecían en la humareda de los cigarrillos, a los que tampoco se ponía fin. La remodelación de aquel edificio dio al traste con el viejo local de toda la vida.
El empeño de Pepe y de su
mujer consiguió que se habilitara una construcción modesta en la Plaza del
Poniente, donde continuó con su tarea de siempre, llevada a cabo contra viento
y marea y luchando con menos fortuna y acompañamiento de los deseables por mantener un hueco en el
difícil mundo del mercado del libro, sumido en una feroz competencia frente a la que "Relieve" logró sobrevivir como una reliquia digna de ser preservada. Esta mañana, a las 9 horas ha comenzado su
demolición. Allí estábamos poco más de media docena de personas, ocho para ser más exacto. No he visto a Pepe. Me lo
imagino con lágrimas en los ojos y la boina calada. Gracias, "Pepe Relieve" por
todo lo que ha hecho por la cultura que se fue. A partir de hoy Valladolid se
debilita en la memoria.
José Rodriguez, "Pepe Relieve", ha fallecido en Valladolid el 10 de marzo de 2014. Con él se va una parte significativa de la historia de la cultura en Valladolid y uno de los símbolos del mundo del libro libre.
Una muestra del conocimiento humano que deja
huella indeleble. Se trataba de controlar el paso del tiempo mediante las
variaciones que la luz solar provoca al incidir sobre una figura geométrica,
construida a base de piedras y concebida contal fin. Lo hicieron los pobladores del Sur de Suecia hace unos mil quinientos años.
Aún perdura y
es digna de admiración. Geometría, Geografía, Astronomía: las tres perspectivas
que se complementan para dar sentido e interpretación al espacio a lo largo del
año. Merece la pena visitar el lugar. Es en Kaseberga, en la Escania profunda
que se abre al Báltico a través de un mirador que sobrecoge por su
espectacularidad.
Cruzando el estrecho de Oresund a través del puente que enlaza Copenhague con Malmö, el viajero tiene la sensación de que el Norte ya no están tan lejos. Hacerlo era un deseo viajero que acariciaba desde hace tiempo. Lo he cumplido, al fin, para acceder y observar con calma, curiosidad y atención los múltiples y valiosos aspectos que encierra la región sueca de Escania, mucho más interesante y atractiva de lo que parece. De ello daré cuenta.
Si las sociedades siempre han recurrido a
referencias personales que, desde el punto vista ético y profesional, sean
capaces de simbolizar los valores que dignifican el sentido de la convivencia,
en nuestros días, y por razones bien conocidas, esta invocación se ha convertido en una necesidad. Nadie es
indiscutible, nadie está exento de la crítica, obviamente, pero tampoco cabe duda que en la historia reciente
de España pocas personalidades han merecido el reconocimiento, amparado en lo
que han hecho por el mundo que les ha tocado vivir y por el legado que les
sobrevive, que se otorga a Don Gregorio Peces-Barba Martínez, cuya labor como
impulsor de la Revista "Cuadernos para el Diálogo", como ponente
constitucional, como presidente del Congreso de los Diputados y como artífice y
máximo responsable de la Universidad pública Carlos III de Madrid no admite
sino parabienes y gratitud.
El acto celebrado ayer en el Paraninfo de la
Universidad de Valladolid, organizado por el Partido Socialista vallisoletano y
al que asistí, fue buena prueba de ello. Las intervenciones de Virgilio
Zapatero, de Elias Diaz, de Alfonso Guerra, de Marcos Sacristán, rector de la
Universidad, y de Javier Izquierdo, Secretario provincial del PSOE y moderador del encuentro, dieron fiel
testimonio de la figura del personaje, de su trayectoria profesional y
política, de su coherencia intelectual, de su firmeza en la defensa de los
Derechos Humanos y de su empeño a favor de la enseñanza pública. Bastaría traer
a colación el perfil con el que fue identificado "como hombre de compromiso
político, fortalecido por una concepción ética, humanista, democrática,
defensora de los derechos humanos y del respeto al Estado social y democrático
de Derecho" para compendiar en torno a estas ideas básicas lo que en estos
momentos reclama una sociedad en la que muchos de estos valores y principios se
encuentran gravemente lesionados. Recordar lo que significaron la vida y la
obra de Gregorio Peces-Barba cuando se cumple el primer aniversario de su
fallecimiento (24 de julio de 2012) ayuda a reafirmar las convicciones sobre las que descansa la
dignidad del ser humano y de la acción pública al servicio de la sociedad.
Aquello del caso "Naseiro" quedó en nada. ¿Recuerdan? Por allí
pulularon, amén del tal Rosendo Naseiro, un tipo llamado Palop, que hacia buenas migas
en eso de la pasta con un sujeto atrabiliario que atendía por Zaplana, el
"individuo sin escrúpulos" como le calificó un colega mío de la
Universidad de Alicante. Al ver que no ocurría nada, y que la financiación
ilegal del Partido podía seguir campando a sus anchas, se adquirió una
sensación de impunidad que llevaba a pensar que lo de los dineros en las sedes partidarias
podía ser gestionado con la mayor impudicia sin que nada pudiera ocurrir. Si
las advertencias o las sanciones son necesarias para corregir errores y
enderezar políticas, cuando éstas no se producen se piensa entonces que todo está permitido,
máxime cuando se confía que los instrumentos legales están controlados o se les
puede domeñar. Es el riesgo que corre la política cuando, como señala Garrigou, "implica un realismo cínico y un uso instrumental del Derecho, que no sacraliza la regla normativa al considerarla en función de su utilidad práctica".
De aquellos polvos vinieron estos lozadales pestilentes en los
que se halla sumido el Partido Popular y que implican con enorme gravedad a
los dirigentes de los que al mismo tiempo depende el gobierno del país. He ahí la enorme gravedad de lo que ocurre: esa trama inmensa de irregularidades que todo lo corroe. Lo peor que nos podía suceder. No se
conoce en la reciente historia de la Europa comunitaria ningún escándalo que
haya alcanzado las proporciones de lo que en estos momentos está sucediendo en
España. La vergüenza hace tiempo ha sido
rebasada para dar lugar al esperpento, al ridículo y a la rabia incontenida.
¿Qué derroteros seguirá a partir de ahora la política española? A medida
que la presión aumenta al compás de informaciones, comportamientos y
declaraciones que parecen inconcebibles; a medida que salen a la luz los
acontecimientos y tejemanejes reveladores de prácticas corruptas enquistadas de manera crónica en los hábitos
de la política gobernante al más alto nivel; cuando se descubren manejos yactitudesa cual más escandalosos y lacerantes para la imagen del país; cuando la
indignación de la sociedad aumenta y una fronda de malestar y rechazoprovoca el repudio de la política, cuando tan indispensableésta resulta en tiempos de
crisis e incertidumbres como los que vivimos, necesitados de esa confianza en las instituciones que parece haber desaparecido; cuando todo esto ocurre y la
figura del presidente del gobierno queda irreversiblemente maltrechadiga lo que diga (que no dice nada), y haga
lo que haga (imposible de subsanar lo que ya ha hecho, pues la documentación
demoledora así lo revela) un escenario preocupante se cierne sobre el país,
haciendo trizas su prestigio internacional y dando la sensación de que sólo una
profunda catarsis del panorama político será capaz de sacarlo del atolladero en
que se encuentra.
Ni la mayoría absoluta
en la que se arropa de forma numantina ni las presuntas expectativas de mejora
económica – que solo percibe Guindos en un ejercicio de simplificación
lamentable – constituyen garantía alguna para salvar a un Presidente del
Gobierno que ya no merece serlo.
Partiendo del hecho de que resulta difícilmente
cuestionable una reforma de las estructuras administrativas del país, las
alarmas surgen cuando se observa el método elegido, el momento en el que se
plantea y las estrategias que se pretenden. Si en el caso de la reforma de las pensiones las medidas del gobierno se
amparaban en los cálculos de una comisión configurada ad hoc, que
fue dada a conocer a bombo y platillo, lo que permitía descubrir tanto la treta
del gobierno como la toma en consideración de los lobbysinteresados en el
pastel, la opacidad ha caracterizado, en cambio, el proceso de elaboración del análisis
efectuado por la Comisión para la Reforma de la Administración (CORA), sin que se conozca quiénes la han formado ni se haya
dado participación alguna a representantes de las instancias administrativas
afectadas (CCAA y municipios), hecho sorprendente ante un tema de tanta
trascendencia y de afectaciones múltiples. Todo indica, pues, que es un proyecto elaborado unilateralmente por el gobierno central, esgrimido por Sáenz
Santamaría como una obra propia, que trata de capitalizar personalmente, sin consenso alguno y orientado, en función de
la discrecionalidad que lo caracteriza, a su aplicación en un marco de
posibilidades de aceptación más bien inciertas y seguramente abiertas al conflicto.
Aun así, ¿de qué manera han intervenido en ello la presión e incluso la
presencia de la troika, ante la que este gobierno se muestra tan solícito?
Las múltiples vertientes e implicaciones que ofrece
la readaptación de una estructura administrativa tan compleja como la española
difícilmente pueden ser asumidas con perspectivas de eficacia si no se apoyan
en un programa asumido previamente como gran acuerdo de Estado y en coherencia
con una planificación bien ordenada en la que se evalúe claramente el impacto
de las medidas a adoptar, que si en unos casos pueden tender a la eficacia en
otros pueden derivar en tensiones muy acusadas, sin que, al final, los
resultados alcanzados se aproximen a los pretendidos. En cualquier caso,
esgrimir con ostentación y con voluntad de precisión el ahorro que se persigue
mientras se omite cualquier alusión a su incidencia negativa en el empleo no
deja de ser una maniobra de manipulación informativa tanto por lo que se dice
como por lo que se oculta.
Por otro lado, no es causal que la difusión de la
noticia y la mercadotecnia que la acompaña vean la luz a los pocos días del
famoso pacto entre Rajoy Brey y Pérez Rubalcaba. Firmado el acuerdo, he ahí la
reforma de la administración. De ahí las preguntas: ¿Conocía el líder socialista
lo que se estaba cociendo al respecto? ¿Estaba informado de ello antes de
sentarse con el presidente del gobierno para firmar sus avenencias? ¿Hasta dónde va a llegar la
voluntad del acuerdo entre ambas formaciones, con el riesgo de que la situada
en la oposición vea dificultada su capacidad de maniobra para adquirir la
entidad de una verdadera alternativa y no limitarse a una posición subsidiaria
en sus relaciones con un gobierno que está dejando a la sociedad española en
una situación terrible y que ahora amenaza con recomponer el Estado manteniendo
incólumes aquellas estructuras que garantizan y aseguran la fortaleza de su
estrategia clientelar? Cuidado con los abrazos del oso que, a la postre, acaba
devorando a sus víctimas.
Lo había intentado cinco años antes cuando visitó Berlín
como candidato del Partido Demócrata a la Casa Blanca. No le dejaron disponer entonces de ese lugar
emblemático del escenario europeo, aunque ello no le impidió aprovechar con creces
el impresionante panorama ofrecido bajo la columna de la victoria de Siegessäule en los jardines de Tiergarten, como ya señalé en su día en este mismo espacio. Apunté en aquella ocasión que, tras ser elegido
presidente, no sería quizá mala idea que volviera a visitar la ciudad que tantos
quebraderos de cabeza ha dado a los europeos y que hoy se erige en el centro de
referencia de las estrategias que modelan este territorio de historia tan
atormentada como contradictoria, esto es, con sus luces y sus sombras, con sus
esperanzas y sus decepciones. Finalmente lo ha hecho ante 4.000 invitados, previamente seleccionados y entre los cuales se encontraban numerosos jóvenes norteamericanos que estudian en Alemania. Muy lejos ya de las 200.000 personas que lo aclamaron en 2008 en el famoso parque de la capital alemana.
La resonancia del lugar permite desplegar ideas que llegan a todos los lugares del mundo, suscitando ese interés que tienen las grandes declaraciones sobre hechos y situaciones que interesan más allá de las fronteras. Medio siglo después de que John F. Kennedy utilizara - el 26 de junio de 1963 - esa misma plataforma, aunque en un contexto diferente, condicionado por la ruptura que imponía "la guerra fría", las ideas de Obama nos sitúan, obligado por la realidad circundante, ante el reconocimiento ineludible de los problemas que afectan a la humanidad y cuya denuncia, sincera u oportunista, no puede quedar sumida en el olvido ni en la indiferencia.
Plantear la necesidad de defender un mundo más justo, de luchar contra las desigualdades, de afrontar con diligencia las situaciones de corrupción e intolerancia, reducir la magnitud del desempleo, son ideas que suenan bien en unos momentos en los que la gravedad de los problemas denunciados mina los fundamentos de la sociedad abocándola a un panorama de conflictos que tenderán a acentuarse a medida que las sociedades tomen conciencia de los factores que los provocan. ¡Cómo no sorprenderse de lo que está ocurriendo en Brasil en este junio que se antojaba tan fértil para la imagen de ese país! Por esa razón, cuando el presidente norteamericano señala que "mientras siga habiendo cientos de millones de personas con el estómago vacío o bajo la angustia del desempleo, no seremos realmente prósperos", lo único que hace es manifestar una preocupación que lleve a quienes lo escuchan a tener la sensación de que las tragedias del mundo contemporáneo forman parte también de las inquietudes de quienes lo gobiernan. Demasiadas ideas y pocas concreciones, salvo que se entienda como tal la reiterada promesa, de momento incumplida, de cerrar la prisión de Guantánamo o la propuesta de reducir la tercera parte del arsenal nuclear, ahora que ya las guerras nucleares se han convertido en antiguallas desfasadas.
Más aún, lo cierto es que, por más declaraciones que se hagan en este sentido, nunca parecerán suficientes, ya sea porque se entienden promulgadas en función de las circunstancias en que se plantean o bien porque, una vez efectuadas, escasos indicios se perciben de que las causas que motivan lo denunciado vayan a ser corregidas. No puede decirse, en puridad, que estemos ante una lectura crítica del mundo contemporáneo. Sus palabras son, en cualquier caso, el testimonio de la gran antinomia en que se desenvuelve el mundo de nuestros días, es decir, la que revela el aumento de las contradicciones sin que se perciban claramente las medidas encaminadas a su reducción y la propia crisis de liderazgo en que se desenvuelve la toma de decisiones, marcadas por la constatación de que, más allá de las palabras biempensantes, los hechos distan mucho de corresponderse con lo que aparentemente persiguen.
Pero Obama ya ha satisfecho su objetivo, que es de lo que se trataba, consciente de que el capital político de que entonces disponía se ha debilitado. Ha hecho lo mismo que hicieron varios de sus predecesores: hablar en el corazón de Berlín, de cara a la Avenida Bajo los Tilos que culmina en la Universidad presidida por la estatua de Alexander von Humboldt, aprovechando la resonancia que ese espacio tiene, para sentir con ello que ha cumplido con un requisito histórico aunque los derroteros del mundo se encaminen por cauces que contravienen las bellas palabras que, al fin y al cabo, se acaba llevando el viento cuando las luces del estrado se apagan.
Con esta placa, el pueblo de Bañuelos de Bureba recuerda la figura de Antoni Benaiges, que da nombre a una escuela ya abandonada
"Era maestro, luchó por ser maestro, se esforzó como maestro para lograr que sus alumnos descubrieran el mundo, lo asesinaron por ser maestro y lo enterraron como un perro en un lugar sin nombre". Con estas palabras sintetizó Francesc Escribano, en la presentación en Valladolid de la obra que nos ocupa (editada por Blume, 2013), la historia de Antoni Benaiges, el maestro catalán, nacido en la localidad tarraconense de Mont-roig del Camp en 1903 y asesinado, por ser maestro, a los pocos días de la sublevación militar de julio de 1936 en el portillo de La Pedraja, en la carretera que enlaza Burgos con Logroño.
Es una historia simbólica, un testimonio sobrecogedor de la tragedia vivida por el magisterio español en aquella experiencia atroz que marcó la historia del país a sangre, fuego y miseria. Un caso más entre tantos, todos singulares sin duda porque singulares fueron también muchas de las iniciativas emprendidas por ese grupo de enseñantes que trató, en las ciudades y en los pueblos de la España de los años treinta del siglo XX, de inculcar, a través de la enseñanza, los valores que hacen a los ciudadanos más libres y más conscientes del mundo que les ha tocado vivir. Ocurrió en el magisterio, en la enseñanza secundaria y en la universidad, víctima de un "atroz desmoche", como calificó Laín Entralgo la purga sufrida en las universidades españolas. Un concepto extensible a toda, toda, la educación en España tras la rebelión que dio origen a la guerra civil y a la "longa noite de pedra", expresión utilizada por Celso Emilio Ferreira para identificar aquella época.
Escuela de Bañuelos de Bureba (Burgos). Abril de 1936
Convendría echar a volar la imaginación para entender lo que suponía la tarea de enseñar que Benaiges llevó a cabo en el pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba. Encajonado en uno de los angostos valles que forman el relieve en este sector que hoy llaman de "La Riojilla burgalesa", entre los cauces de los ríos Oca y Tirón, se trataba entonces de un lugar remoto del interior de España, en el rural profundo de la época, con alto grado de analfabetismo, seguramente sojuzgado por la cerrazón y los recelos hacia cuanto venía de fuera. En ese mundo la figura del maestro desempeñaba un papel decisivo, como responsable de una labor que en la medida de sus posibilidades podía contribuir a la transformación de ese sector de la sociedad sobre el que se construye el futuro, es decir, de la infancia y la juventud.
Aún permanece en pie el edificio de la Escuela donde impartió sus clases Antoni Benaiges
Así lo debió entender Benaiges cuando en 1934 llegó a Bañuelos decidido a aplicar los métodos de renovación pedagógica con los que había tomado contacto en Cataluña y que en esencia respondían a los principios de la técnica ideada por Celestino Freinet y que, entre otras innovaciones, contemplaban "el uso de la imprenta en la escuela para que los alumnos aprendiesen experimentando: el niño debía aprender a partir de sus propios intereses y el maestro debía guiarlo para que se desarrolle en un ambiente libre y cotidiano, y dirigir la clase sobre la base del sentido común, el tanteo, el trabajo y la alegría" (Queralt Solé, en Desenterrando el silencio, capítulo primero de la obra). Mucho empeño debió poner el maestro en la aplicación de esos métodos a tenor del legado que dejó, modesto mas imperecedero. Ahí están los cuadernillos que fue elaborando con sus alumnos como prueba fehaciente de lo que significa enseñar para aprender a vivir y a comprender la realidad, para estimular la imaginación, desarrollar la creatividad, lograr la satisfacción de que lo que se hace, lo que se dice y lo que se escribe merece la pena. "Publicaciones especiales": por ese nombre se conocía el producto derivado de la relación con sus alumnos. Trece eran los cuadernos guardados en una caja de cartón, que la familia conservó como un tesoro durante más de setenta años y que ahora han visto la luz. La luz definitiva, la luz que no se apaga.
Estalló la rebelión de los sediciosos y con ella vinieron la muerte y la destrucción sin piedad. Un día de la segunda decena de julio de 1936 Antoni Benaiges desapareció para siempre. Nadie supo qué había sido de él pero todos se temieron lo peor. Fue asesinado el 25 de ese mes y enterrado en una de las fosas comunes que se descubrieron en 2010 en el portillo de La Pedraja, un lugar de paisaje hermoso, cercano al valle del río Oca, en uno de los tramos que ponen en contacto Castilla con La Rioja. Las exhumaciones llevadas a cabo han sido - están siendo - una tarea titánica, en la que han puesto tiempo, esfuerzo, dinero y esperanzas los centenares de familias - pues centenares son los cuerpos allí descubiertos - que se vieron afectadas por la tragedia, y que han mantenido en silencio durante décadas a la espera de una reparación que todavía no ha llegado. Se acabaron las ayudas oficiales que hasta 2011 habían permitido dar satisfacción a unas esperanzas durante tanto tiempo albergadas por quienes nunca perdieron la memoria. Desde entonces, en medio del desprecio oficial, cuando no de la humillación y la amenaza, son los propios familiares los que corren a cargo con los gastos que tales operaciones conllevan. Inestimable es la colaboración que en todo ello prestan una vez más el forense Francisco Etxebarría y su equipo, cuyos nombres se asocian al rigor de la profesionalidad entendida con sentido humanitario y solidario. En España y donde se les reclame.
De izda. a dcha. Francesc Escribano, Sergi Bernal, Miguel Ángel Martínez Movilla y Leopoldo Blume.
Y es que lo que debiera ser una cuestión de Estado, propia de un país con voluntad de integración y respeto a todos sus ciudadanos, se ha convertido en una tarea laboriosamente acometida por los allegados que se mantienen firmes en su empeño de preservar la memoria de sus antepasados y de procurarles una sepultura digna de un ser humano. Prueba de los sacrificios sufridos la ofrece el elocuente testimonio revelado por Miguel Angel Martínez Movilla, que intervino en el acto de presentación de la obra que justifica esta entrada y que asume la responsabilidad de la Agrupación de familiares creada con el fin de dar respuesta a las numerosas incógnitas que todavía encierra el inmenso campo del horror de La Pedraja. En él fue enterrado su abuelo, un contratista de obras de Briviesca y en él se hallan también los restos de Antoni Benaiges, el maestro que vino de Cataluña y que se había propuesto llevar a sus alumnos a conocer el Mediterráneo en el verano del 36. No pudo ser.
Conozcan esta obra y, si es posible, adquiéranla. Merece la pena. Lo merecen los textos, las fotografías históricas, las actuales, realizadas admirablemente por Sergi Bernal, el cuadernillo que recoge las fantasías de los niños sobre lo que para ellos podría ser el mar, la cuidadísima edición llevada a cabo por Leopoldo Blume. Es una obra grande porque grande es el propósito que la anima: el de dar imagen y palabra a la causa del magisterio que vio frustrada su esperanza en pro de una España mejor.
En fin, cuando viajo por Burgos, mi provincia natal, no puedo evitar la visita y el recuerdo a los lugares donde la memoria de la tragedia debe ser preservada. Es la Geografía del horror burgalés. Ese espacio donde prima "el lugar que ya no está". Entre muchos otros, Valdenoceda, La Pedraja, Cardeña, que conoció los experimentos depravados de un psicópata con poder como fue Antonio Vallejo-Nájera, Estepar, donde yacen los restos del gran compositor Antonio José, amigo que fue de mi familia. Una provincia bella, salpicada de brutalidades que no hay que olvidar. Y es que la memoria de los olvidados nos pertenece.
Mañana de sábado. Día nuboso y primavera rezagada. Regreso de dar un largo paseo junto
al río y trato de ordenar algunos de los viejos papeles que ocupan mi espacio. En medio del fárrago, me encuentro con esa portada que no recordaba. Han pasado cuatro años pero
parecen muchos más. Conservaré esa revista, porque significa mucho. Ahí están, sonrientes, alegres, encantados
de haberse conocido, con corbatas rutilantes y ternos impecables, convencidos de que son
alguien, orgullosos de lo que hacen, seguros de lo que dicen, respetados, según
creen, por los que les adulan y por los que aún confían en ellos. La imagen de la
vanidad cuando todo era vanidad, prestigios infundados, burbujas insaciables y
negocios suculentos a costa de los ahorradores embaucados por quienes creían
que eran merecedores de su confianza. Han pasado cuatro años y todo eso se ha
derrumbado como un edificio de lucro desmedido, edificado sobre la especulación, la
insensibilidad, el engaño y la ineptitud para ejercer sus responsabilidades con la profesionalidad que se les presumía y que, sin merecerlo, les situaba en la cúspide de la pirámide social.
Los gobernantes regionales hablaban entonces del
poderoso "músculo financiero" que se iba a lograr con la fusión de
las seis cajas de ahorros domiciliadas en una de las regiones con mayor
capacidad de ahorro de España. Todo ha quedado en nada, porque bien poco han demostrado valer los
que las dirigían. Ni ellos ni la cohorte de consejeros que los acompañaban en
el aquelarre financiero y que también y tanto se han beneficiado de él.
Al final ha ocurrido lo que nadie preveía, aunque, a decir verdad, a nadie sorprende: la gran estampida, la fuerza centrífuga
en todas las direcciones, la desbandada que demuestra la incapacidad para
entenderse y para sobrevivir al escándalo. Fotografía imposible de repetir, los
que en ella aparecen ejemplifican la catadura de los que gestionaron la mayor
parte del ahorro de los ciudadanos en Castilla y León, confiados en sus Cajas de toda la vida. Caja España, Caja Duero,
Caja Burgos, Caja Círculo, Caja Ávila, Caja Segovia. Todas desaparecidas nominalmente, todas
descapitalizadas, con fuertes reducciones de plantilla, desprovistas de su patrimonio, desacreditadas, con Obras Sociales mutiladas, meramente testimoniales o extintas. Ya no sonríen entre sí los tipos que ahí
aparecen. Y es probable que ni siquiera se saluden. Sonríen para sus adentros, satisfechos de que su futuro no corre
peligro y seguros de que el tiempo acabará difuminando sus
"habilidades". Todos son conocidos, pero ninguno, ninguno, vale gran cosa,
por más que sus cuentas corrientes y sus jubilaciones estén henchidas de muchos
ceros a la derecha. Los ceros a la izquierda son, en cambio, para los demás. Que nadie
olvide, empero, sus rostros y sus nombres. La historia dejará constancia de ello. La historia y la justicia, de ese rayo que no cesa.
Perspectiva del Valle de Valdivielso. Al fondo, Valdenoceda, a la entrada del Ebro en el valle
Valdenoceda es el pequeño pueblo que, viniendo de Villarcayo o nada
más descender el puerto de la Mazorra, en la carretera que enlaza Burgos con
Bilbao, inicia el acceso al valle de Valdivielso, que configura la Merindad
epónima, identificada con el límite meridional de la comarca de Las Merindades
burgalesas. Lo cruza el Ebro, airoso y limpio, cuyas aguas fecundan una vega en
la que el regadío no se ha extendido mucho, aunque en ella la agricultura
ofrece iniciativas de gran interés en el sector de la fruticultura, merced a
las favorables condiciones climáticas que la configuración morfológica proporciona.
En ese espacio comencé hace muchos años mi labor investigadora, realizada con
el apoyo y el asesoramiento de mi maestro, Jesús García Fernández, que me
enseñó a entender lo que veía, a interpretarlo globalmente y a captar los
factores que contribuyen a la transformación del territorio y a la evolución de
sus paisajes. Allí transcurrieron varios veranos de mi juventud universitaria,
de los que guardo gratísimos recuerdos.
Nada se hablaba entonces de lo que había sucedido en
Valdenoceda durante la guerra civil y hasta que finalizó la segunda guerra
mundial. Era un tema ignorado, tabú, en aquellos años sesenta del franquismo
que acababa de conmemorar sus “veinticinco años de paz”. Recuerdo, sin embargo,
que en cierta ocasión – en el verano de 1970 – el alcalde, un tipo que siempre
iba con corbata, se interesó por lo que estaba haciendo allí. “Investigando”,
le dije. “¿Investigando qué?”, indagó. “Investigando el paisaje, la economía y
la sociedad del Valle, su población, su poblamiento”: esa fue mi respuesta. “Ah,
bueno. No pasa nada”. Mi trabajo no fue interrumpido en ningún momento y
culminó satisfactoriamente, resultado del cual fue un libro publicado en 1972.
Con el tiempo, me he reprochado a mí mismo no saber o averiguar más sobre lo que encerraba y encierra la historia de aquel escenario tan bello desde el
punto de vista natural, pero tan sórdido y terrible en un pasado que aún permanece vívido en la memoria. Lo supe años después, cuando el silencio sepulcral que
hasta entonces se había mantenido, fue roto por el estruendo de la evidencia
más atroz, por la manifestación sin tapujos de la inhumanidad de que era capaz aquel régimen edificado sobre la muerte de sus adversarios y la destrucción del país. Lo supe por mi padre, que no se había atrevido a informarme de ello
cuando inicié aquel trabajo. Su conocimiento del asunto era limitado, pero bastaba
ver su rostro para darse cuenta de la conmoción que aquel recuerdo provocaba. Se
trataba del penal de Valdenoceda, junto al Ebro. ¿Qué había ocurrido allí? “Un
campo de concentración del que no se salía. Un lugar del que nunca se hablaba porque había miedo pero cuya existencia nadie ignoraba”. Esa era la expresión utilizada
para definir el significado de la barbarie localizada en un punto bien ubicado
en el espacio. El excelente trabajo llevado a cabo por Fernando Cardero Azofra y Fernando Cardero Elso ofrece un análisis riguroso y necesario sobre lo que fue aquella monstruosidad.
Desde Radio Valdivielso se ha dejado siempre constancia de la memoria que sobrevive al paso del tiempo, de ese empeño por transmitir a la sociedad actual el recuerdo de lo que fue una de las mayores tragedias vividas en esta tierra. Hace unos días, el grupo de familiares de los hombres que allí
murieron ha decidido buscar a las personas que pudieran tener relación con los
que han sido exhumados en el cementerio que se construyó junto a la prisión. Se han hecho públicos sus nombres para que no queden en el olvido.
En muchas ocasiones he vuelto a pasar por ese lugar, antes de
detenerme para contemplar por enésima vez la espectacular “cluse”
de los Hocinos o de Incinillas, que el Ebro construye sobre la sierra de la
Tesla. Pero el deleite paisajístico no ensombrece un ápice la evocación de lo
que aquel penal del franquismo criminal representó: un campo de exterminio, donde
la gente moría de hambre y ahogada cuando el Ebro se “salía de madre”. Que sus
nombres no se olviden ni tampoco el lugar, hermoso y siniestro a la par, en el
que fueron torturados y perdieron sus vidas.