15 de septiembre de 2008

Tordesillas es mucho más que eso

Aunque no estoy empadronado en la villa vallisoletana de Tordesillas, la considero mi segunda casa. Como oriundo de ciudad que soy, la he convertido en mi pueblo de la madurez, casi con tanto afecto como el que tuve en la infancia con Masa, la pequeña localidad de Burgos de la que ya he hablado en este blog. Desde hace veinticinco años paso buena parte de los veranos en Tordesillas, cerca del Duero, rodeado de fornidos pinos piñoneros y de robustas encinas, que nos procuran, a mi familia y a mí, una época de descanso muy agradable.


Con mucha frecuencia, recorro las calles tordesillanas, donde me relaciono con un sinfín de conocidos, que con el tiempo han acabado rozando la confianza e incluso la amistad, efectúo compras en sus pequeñas tiendas, reacio como soy a sumergirme en las llamadas grandes superficies comerciales, y, entre los placeres de la vida, pocos encuentro tan gratos como leer la prensa o hablar con los amigos en la Plaza Mayor, sobre todo cuando, libre de coches, muestra su perfecta geometría medieval y se transforma en un entrañable espacio de comunicación por el que pasan las horas casi sin darse cuenta. No hay colega o amigo que, extranjero o español, venga de fuera que no se lleve una buena dosis de historia tordesillana en su mochila y en su cabeza. Hace años organicé allí alguna sesión de un Congreso Internacional sobre América Latina, a fin de prestigiar a la villa en América, aprovechando el marco acogedor de las Casas, donde el 7 de Junio de 1494 se firmó el famoso Tratado que, con los auspicios papales, ordenó la división del Nuevo Mundo entre España y Portugal. “O Brasil nasceu em Tordesillas” he comentado en alguna ocasión a mis anfitriones cuando he visitado el inmenso país sudamericano de habla portuguesa.
Nadie puede dudar, pues, de mi fidelidad a esa villa y de la admiración que la tengo. 

Pero, cuidado. Hay un día en el que, si me pierdo, nadie debe buscarme en Tordesillas. Es el martes de la segunda semana de Septiembre, el día en que se abren los toriles para lanzar de estampida a un enorme morlaco de más media tonelada de peso calle abajo con la intención de ser alanceado y muerto sin piedad en la vega que se extiende cabe el Duero. Nunca me he querido imaginar a ese animal, de enorme envergadura y acostumbrado a los suelos del campo, correr despavorido por el asfalto y acabar rodeado de una turbamulta vociferante que desea su muerte a toda costa, lanza en ristre y dispuesta a ensartarle como sea, en pos de un triunfo que rezuma tanta arrogancia como patetismo. "¡Que no quiero verla!”, decia Federico Garcia Lorca cuando supo de la muerte de su amigo torero. Yo tampoco quiero ver ese espectáculo de gritos y ensañamiento visceral. Ni ahora ni nunca. En veinticinco años no he asistido a él jamás. Es un día aciago, que me resisto a compartir en el pueblo al que admiro.

Se esgrime, para justificarlo, el valor de la tradición. ¿Tradición?. ¿De qué tradición estamos hablando?. En un país como el nuestro donde la historia está harta de experiencias de destrucción, muerte y agresividad …. ¿cabe reclamar la salvajada como herencia cultural, a sabiendas de que el paso del tiempo ha dejado bien clara la diferencia entre lo que merece ser preservado y lo que no es más que un testimonio de brutalidad digno de ser relegado al olvido?. Este año, una vez más, y en la confianza de que que cada vez sean menos, se pondrá a prueba el segundo martes de Septiembre la diferencia que existe entre la verdadera tradición y la barbarie.

16 comentarios:

  1. En Tordesillas debe de respirarse la Historia. Totalmente de acuerdo contigo acerca del salvajismo de las tradiciones que para mí nada tienen que ver con la cultura popular. La palabra Cultura siempre vendrá infinitamente grande e incompatible con estas carnicerías.

    Saludos.

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  2. Aunque no tengo, ni mucho menos, la relación que mantienes con Tordesillas, comparto tu disfrute de sus calles, de su plaza y sus gentes. Tanto, como comparto tus palabras sobre ese acto bárbaro que no comprenderé nunca.
    Un gran abrazo,
    Diego

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  3. Como te comenté en un post anterior, esas fiestas bárbaras igual tenían su justificación en la Edad Media pero ahora en pleno S. XXI son anacrónicas por lo crueles que son... Me ha gustado mucho tu descripción de Tordesillas. Besotes, M.

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  4. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Me parece del todo inaceptable que la gente se lo pase bien torturando a un animal. En cuanto a la apelación que hacen quienes defienden esa barbarie, con que se trata de tradición, ¿qué les parecería que otros pueblos, que lo hicieron en el pasado, continuaran sacrificando a sus adolescentes en nombre de la tradición? ¿o que la iglesia siguiera quemando a los herejes en las hogueas en nombre de la tradición? ¿Tanto cuesta entender que tenemos que seguir evolucionando y nada hay que justifique el maltrato innecesario de cualquier ser vivo?

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  5. He leido en el periódico "El diario de Valladolid" - "El mundo" de hoy (creo, ya que he revisado también la prensa del fin de semna y dudo de la fecha)en el que un defensor dl festejo arremete contra las personas que este fin de semana se han manifestado por las calles turdelisanas y vallisoletanas contra la celebración de esta fiesta, con una serie de argumentos que rozan lo pueril y cayendo, como no podía ser menos, en los mismos excesos y defectos que achaca a los "protestones". La sobreactuación y los argumentos sobredimensionados que a vesces se esgrimen para proestar, no restan, en cualquier caso, un apíce a la barbarie manifestada en este tipo de festejos.

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  6. Yo estuve en la manifestación de Valladolid, y ciertamente el sujeto aquel intentó hacerse notar más que otra cosa. Lo que también fue curioso es que nada más llegar la manifestación a la Plaza Mayor, se empezaran las pruebas de sonido del gran escenario, ocultando los gritos de protesta. Por suerte, nuestros silbidos hicieron que los altavoces se apagaran.
    En cuanto a que Tordesillas es más que eso, estoy de acuerdo. Pero por desgracia, han hecho del toro de la vega su enseña.
    Saludos.

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  7. Ojalá se eliminen pronto ésta y otras tradiciones salvajes que persisten en España. Bonitos pueblos y ciudades, cultos y hospitalarios, tienen esa lacra que no deberíamos tolerar

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  8. Hola Fernando, que bonito parece Tordesillas, no lo conozco, pero me gustaría hacerlo, referente al otro punto mejor no digo nada pues suelo salir de mis casillas, solo diré una palabra para referime a estas fiestas "Aberrantes ".

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  9. Fernando, jamás entenderé esa diversión, jamás iré a ver una corrida de toros porque creo que el toro tiene su lugar y nosotros el nuestro,jamás entenderé porque el toreo es un arte y si me permites ni tan siquiera lo intento. En cambio, si me gustó la plaza mayor de Tordesillas, lugar obligado para parar cuando la carretera cruzaba el pueblo al igual que otras muchas de Castilla antes la Vieja guardo recuerdos muy entrañables de Ciudad Rodrigo, La Alberca,
    Medina del Campo, Sasamón y otros más. Castilla, tiene un encanto especial para quienes vivimos en el norte donde la humedad la llevamos hasta en los tuétanos.Un saludo y que tengas buenas semana.Angela

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  10. Me agrada tanto tu declaración de principios que voy a seguir tu blog.

    Apenas leí Tordesillas pensé de inmediato en el toro alanceado. Fíjate el extremo hasta el que me duele esa crueldad que de inmediato ya lo asocio. He pasado por ella dos veces en esta semana camino del norte. Sé que tienen una escuela de lanceros y que arranca desde la Edad Media pero no lo soporto. Me alegraré si la prohíben o si lo sustituyen por otra cosa que no sea un animal.

    Las costumbres están para seguirlas pero también para erradicarlas.

    Saludos.

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  11. Me encanta tu blog, la selección de las entradas, cómo lo dices y el fondo de tus mensajes. Me recuerdas a las clases que recibimos y veo que sigues tan joven y activo como siempre. Sigue así mucho tiempo y seremos muchos y muchas los que te lo agradeceremos.

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  12. Conozco la tradición y comparto la vergüenza que debes sentir. A un rincón tan encantador y con tanta historia, no le pega nada una salvajada así.
    Ojalá acabara pronto o alguien la hiciera desaparecer.
    Mucho ánimo, amigo y un placer vover a pasear por tus campos.
    Espero que estés de maravilla.
    Hasta pronto.

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  13. La foto de Tordesillas con el río en primer plano me ha recordado a Lleida. La de la plaza porticada me ha llevado a pueblos medio perdidos que también las tienen, no sé si para guarecerse del sol o de la lluvia, escasa ahora.
    En cuanto a las fiestas taurinas nunca lo entenderé, jamás.
    Me disgustan profundamente.
    Un fuerte abrazo.

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  14. Termino de ver en la tele, lo que le hacen al pobre animal, una tortura en toda regla.
    No comparto esas tradiciones, por muchos años que tengan, y no entiendo que una ciudad como Tordesillas pueda ser tan salvaje con un toro.
    Un abrazo.

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  15. son contrastes que no entiendo, conozco Tordesillas, allí se respira historia, unos dias de descanso por alli, te devuelven la paz interior, y en cuanto a gastronomía, buen vino, y buena gente, no digamos, sin embargo conservan eso que llaman tradición y es como tú dices una barbarie, pero no solamente en Tordesillas, hay muchos pueblos en España, que me encantan, y tienen la misma tradición. ¡ Algún dia, quizás se den cuenta de lo que hacen sufrir al animal!. Un beso

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