13 de julio de 2008
Mensajes en la calle: el patrimonio entorpecido
Con motivo de una celebración familiar, he visitado este domingo la villa de Lerma, en la provincia de Burgos. Es un lugar de visita obligada. Destacada sobre el valle del río Arlanza, desde donde se divisa una magnífica perspectiva que lleva la mirada hasta las siluetas inconfundibles de la Cordillera Ibérica, sobresale por el interés de su historia y la riqueza arquitectónica y monumental legada por su relevancia en este sentido. El elemento distintivo de su personalidad urbana y artística se identifica con su Plaza Mayor, donde resalta la espectacular imagen del conjunto monástico- palaciego, testimonio del inmenso poder que en su época - la del reinado de Felipe III- tuvo el Duque de Lerma. La Plaza, de trazado regular y dominada por el impresionante Palacio, que el Duque mandó edificar para disponer de un edificio que emulase a El Escorial, tiene una superficie de 6.862 metros cuadrados, lo que la convierte en una de las Plazas Mayores más grandes de España. Es un conjunto espectacular, grandioso y de gran valor para visualizar y entender la España de comienzos del siglo XVII.
Pues bien, la perspectiva de este conjunto queda totalmente dificultada e impedida porque la plaza no es sino un enorme aparcamiento, caótico y atestado de vehículos, que acceden a ella sin limitación alguna, para acercarse a las puertas mismas del Palacio y dar buena cuenta de los manjares, gneralmente recios, servidos en los numerosos restaurantes que proliferan en su entorno. Los autobuses tiene prohibido el acceso, pero nadie evita que sus moles se aposenten en el empedrado e introduzcan otro más de los obstáculos que impiden contemplar la magnificiencia de un espacio singular. En definitiva, cualquier intento de disfrutar de este paisaje construido por la historia resulta vano y decepcionante. Una lástima. Otra prueba más de las numerosas deficiencias de que adolece en nuestro país el modo de entender y gestionar el espacio público, a fin de facilitar, sin estorbos, el conocimiento y disfrute del patrimonio, en este caso histórico-artístico.
Nota: Sigan mi consejo, que es, al menos, lo que mi familia y yo hicimos. Dejen su vehinculo a las afueras de la villa, ya que hay espacio suficiente, y suban lentamente a pie, que además es muy saludable. Aparte de corto, el trayecto les deparará experiencias muy gratas. Verán las calles del trazado medieval, algunas soportaladas, otras de nombro sonoro (como la que figura en la fotografía), tendrán la oportunidad de contemplar el magnífico edificio de la Colegiata de San Pedro y la balconada sobre el Valle del Arlanza, en una plaza donde destacan el convento de las Clarisas y el mausoleo dedicado al Cura Merino, uno de los héroes de la guerra contra los franceses, de la que ahora se celebra el segundo centenario. Y poco a poco, y como compensación al esfuerzo realizado, irán abriendo su mirada al espacio abierto de la Plaza Mayor, encontrando de frente el Palacio Ducal, espléndidamente rehabilitado e integrado en la red de los Paradores Nacionales de Turismo.
Etiquetas:
Arte e Imágenes,
Castilla y León,
Paisajes,
Urbanismo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Preciosa la descripción que has hecho de Lerma pero, al ver la foto, esos coches le quitan, sin duda alguna, su belleza arquitectónica. Estas plazas históricas deberían ser peatonales. Menos mal que el alcalde (ahora es el Conseller) de Ibiza, Xicu Tarrés--le conozco desde que era estudiante--me hizo caso y quitó los coches que subían por el Rastrillo a Dalt Vila (cuando retomé mi trabajo de guía en el '95 y vi los coches subiendo, no me lo podía creer) y tambien hizo que el barrio de la Marina fuera peatonal. La verdad es que ha quedado muy bonito. ¡Ya está bien de coches por todos los lados! Besotes, M.
ResponderEliminarP.D. Por cierto, preciosa foto de nuevo al comienzo de tu blog.
Y demos gracias por no haber construido un edificio de 5 plantas detrás del palacio!
ResponderEliminarSeguiremos tus consejos.
ResponderEliminarAbrazos,
Diego
Es el cáncer que aqueja a muchas localidades: los coches llenando con sus humos, sus ruidos y sus volúmenes las plazas y calles más bonitas, impidiendo el paseo y el regocijo de disfrutar de un ambiente rural.
ResponderEliminarMe gusta mucho el nombre de la santa que da nombre a esa calle. Voy a averiguar de qué va la cosa porque debe ser cosa curiosa. Lo de los coches es como la peste. No se dan cuentan los alcaldes que eso afea al pueblo, pero mejor eso que hacer esfuerzos para buscar soluciones. En mi pueblo pasa lo mismo, lo hemos criticado, pero como si nada.
ResponderEliminarMe pregunto si los aparcamientos serán de pago.
ResponderEliminarLo digo porque en Lleida es imposible encontrar plazas de aparcamiento gratis.
La voracidad recaudatoria de los ayuntamientos ( en Cataluña) es infinita.
Un brazo