La liberación de la política colombiana Ingrid Betancourt ha sido uno de los acontecimientos de mayor resonancia mundial en los últimos años. Un secuestro terrible y prolongado, la personalidad pública de la víctima, su condición de ciudadana francesa y la intervención - entre oportunista y bienintencionada - de los que, al margen del gobierno colombiano, ansiaban indisimuladamente atribuirse y capitalizar a su favor la recuperación de la libertad han contribuido a hacer de esta circunstancia un poderoso símbolo en el que confluyen anhelos personales, proyectos de futuro, objetivos políticos y la resonancia propia de un acontecimiento con enorme proyección mediática, que ha sabido concitar como pocos la sensibilidad de todo el mundo con independencia de las ideologías.Si nada invalida el mérito que hay que reconocer al gobierno colombiano, artífice incuestionable de una hábil operación de rescate que se ha saldado con el éxito cuando el liderazgo guerrillero se muestra ya prácticamente descabezado tras la muerte de Manuel Marulanda y Raúl Vallés, no hay que olvidar otro hecho particularmente trascendental, derivado de lo sucedido: supone el comienzo del fin de la última guerrilla que, sumida en el descrédito y en la degradación, sobrevive en América Latina. A la vista de los hechos y de las declaraciones efectuadas por destacados dirigentes políticos latonoamericanos, no es aventurado afirmar que con la liberación de Betancourt el camino a la extinción del movimiento guerrillero en el continente se muestra como algo inexorable.
En estos dos escenarios he tenido la oportunidad de conocer gráficamente la enorme resonancia que han tenido el secuestro y la liberación de Ingrid Betancourt. A la derecha, panel colocado en el Ayuntamiento de Paris durante el cautiverio (7 de Junio 2008); a la izquierda, su liberación aparece ostensiblemente destacada en un cartel colocado en la Via Nazionale de Roma (2 de Julio 2008)
Ha sido un gran éxito y seguro que Uribe gana un tercer mandato. En Colombia (estuve en octubre pasado) le aprecian mucho porque la delincuencia había descendido muchísimo y, ahora, con la liberación de Ingrid Betancourt y divisar el pronto y próximo final de la guerrilla ¡ni te cuento! Arrasa. Besotes, M.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que esta liberación ha sido un golpe muy duro contra el movimiento guerrillero, pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones. No olviden ustedes lo que ha pasado con la ETA en España, que también son terroristas, que se mantienen como un movimiento mafioso y cada vez más degradado, pero que no van a desaparecer tan facilmente, entre otras razones porque esa gente no sabe ni es capaz de hacer otra cosa.
ResponderEliminarEl día de la liberación de Ingrid vi en la Cuatro un reportaje sobre los cautivos de las Farc y se me saltaron las lágrimas. ¡Han secuestrado niños y los han maltratado para grabarlos y pedir rescate por ellos1 ¿Cómo se puede ser tan despiadado, tan inhumano, tan...?
ResponderEliminarSin duda es una noticia feliz y trascendental por las consecuencias que traerá. Aparte de réditos políticos, que es lo de menos, Ingrid Betancourt era la rehen-estrella de las FARC y su liberación por sorpresa debe haber sido todo un hachazo. No se puede sostener más el uso del secuestro como medio de presión política y es por esto que la guerrilla se haya convertido en impopular. Espero que como dices sea este su agónico final. Un saludo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con tu reflexión al respecto. A nivel político, su liberación supone un tremendo varapalo para las FARC. Mi humilde aportación se aleja de toda lectura política. Únicamente trato de expresar el sentimiento que me inspira su hisoria.
ResponderEliminarTu blog es muy interesante, tienes una pluma firme y un conocimiento profundo de la actualidad política.
Pasaré a leerte siempre que pueda.
Un beso.
Soledad
Hechando un vistazo, me encontre con este post, que casi no recordaba, sobre todo por la elgria que habia generado la liberación, lastima que ahun no se ha culminado con la guerrilla Colombiana
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