Es evidente que las nociones de espacio y de tiempo nunca han estado sometidas a tanta revisión como en nuestros días. Sabemos lo que una y otra significan, las entendemos como algo natural, pero cuando se trata de interpretarlas o de definirlas surge en nosotros la sensación de que todo lo que digamos es provisional y puede ser cuestionado al día siguiente. Pero también es cierto, que cuando nos ponemos a ello, cuando emprendemos la tarea de aplicarlas a través de la comunicación con otras personas, tenemos bien claro lo que queremos y porqué lo hacemos. Lo hacemos porque nos apetece y, sobre todo, porque nos brinda la posibilidad de abrirnos a escenarios inimaginables, escenarios donde la fantasía se mezcla con la realidad, donde lo individual se entrevera con lo colectivo, donde el yo se enriquece con la visión que creamos de los otros.
Unos se refugian en el anonimato, otros fingen simular lo que quisieran ser, hay quienes no tienen reparo alguno en mostrarse tal cual son, con nombres y apellidos, los hay, en fin, que transmutan su identidad en símbolos o imágenes abriendo el camino a la especulación de lo que realmente quieren decir. Hay formas de presentación, por tanto, para todos los gustos, mensajes y sensaciones. Pero por encima de esta diferenciación, que no podría entenderse más que al amparo de una libertad total para expresar lo que se desea y como se desea, hay un denominador común que a todos engarza y articula.
Decía Italo Calvino que somos lo que somos porque estamos inmersos en redes múltiples que, querámoslo o no, nos vinculan a los otros por medio de los sutiles mecanismos de la complicidad. Creo que eso es lo que pasa cuando hacemos uso de las enormes posibilidades que nos permite la Red de Redes, que nació con fines militares y en apenas una década se ha convertido en la urdimbre más espectacular y tupida que imaginarse pueda. Es la red tramada por hilos invisibles, que fluctúan en todas las direcciones y que transmiten los mensajes que, entrecruzados e instantáneos, resumen todos los afanes, todas las imaginaciones, todos los anhelos y todos los desafíos de que es capaz el ser humano deseoso de formar parte de las inquietudes de los demás con el solo fin de hacer entrega virtual de las propias. ¿Y para recibir a cambio qué?. El precio no es excesivo: simplemente la respuesta, la prueba de la atención, el gesto amistoso, la palabra amable, la sonrisa intuida, la nota de que alguien hay a la otra orilla en un mundo de infinitas orillas e ilimitados horizontes.
A veces esta experiencia de descubrimientos virtuales alienta al descubrimiento real, a tener la sensación de que lo ficticio o lo simulado no lo son cuando de personas tangibles y concretas se trata. La imaginación humana descansa sobre la que es capaz de aportar el individuo con su identidad inequívoca. Es una exigencia obvia, porque de una u otra manera todos necesitamos ver, oir y sentir que lo que presumimos no es imaginario. Necesitamos realidades para sobre ellas asentar nuestras fantasías. Y eso es lo que se ha perseguido y quizá logrado en este encuentro de Burgos, lugar de encrucijada y de confluencias de todo tipo, es decir, abrirse a realidades personales vivas, enriquecedoras, dotadas de perfiles creativos que de pronto descubrimos gracias a la red a sabiendas de que, en la mayoría de los casos, de otra manera hubiera sido imposible e impensable.
Estoy de acuerdo contigo. Internet es un gigantesco puente que une todas las orillas posibles. Es increíble como ha cambiado el mundo desde que surgió, e incluso yo, que tengo 22 años, recuerdo los primeros ordenadores en el barrio con internet, y la sensación de tener todo al alcance de un clic.
ResponderEliminarCuando te metes en este mundo no sabes exactamente lo que te ocurrirá en el futuro. Ni siquiera piensas en que habrá futuro. Te dejas llevar por el afán de escribir, de comunicar, de compartir ideas o ficciones y, al cabo de unos días, o de meses, te das cuenta de que has caído en una tela de araña, con ramificaciones innumerables, que no sabías siquiera que existía.
ResponderEliminarYo no ceso de sorprenderme con esta aventura, que ha llenado más espacios de mi existencia de los que en principio estaba dispuesta a darle. Y lo que más me admira, o me seduce, es que detrás de los pseudónimos o de los nombres reales hay personas con rostros, sentimientos, costumbres, manías, fobias y filias... Y con un interés por esta forma de comunicación que coincide con la mía.
Espero que lo hayais pasado muy bien en la reunión.
HOLA!GRACIAS POR COMPARTIR LO VIVIDO CON TU ESPOSA..
ResponderEliminarMUY BUENO LO EXPLICADO SOBRE LA COMUNICION..
CARIÑOS.
SILVIA CLOUD.
Precisamente estaba preparando un post sobre esto, desde que empece, no hace mucho en este mundo, me ha intrigado, quien estara detras, si nos conocieramos, nos llevariamos sorpresar increibles....
ResponderEliminarDe nuevo vuelves a darme envidia GRRRR :( jajaja, pero me alegro sinceramente por ti y por todos los que pudisteis compartir un rato de camaradería bloguera. Yo no era partidaria de hacer un blog, me convenció un amigo, lo vi como una manera sutil de compartir mis poesias o pensamientos, aunque no sabía muy bien con quien, asi que vi lo de los blogs como una especie de botellas lanzadas al mar, con la esperanza de que alguien algún día entrara a leerlo, creo que es una mezcla entre egolatría, ganas de compartir, necesidad de que te confirmen con una simple respuesta, que existes para alguien más que para tus mas cercanos allegados... no se.. un cúmulo de sentimientos opuestos y a la vez unidos entre si, una necesidad quizá de demostrarnos a nosotros mismos que a pesar de vivir cada vez mas alejados del resto del mundo, seguimos existiendo como "manada" grupo o comunidad. Un abrazo :D
ResponderEliminarEs verdad tener un blog te abre a un mundo maravilloso en el que conoces a gente que vale la pena. Aunque como dice cecilia no sabes lo que te va a ocurrir y te dejas llevar, eso es lo bonito. Casi todo lo que hacemos en la vida lo pensamos demasiado, aquí somos libres y nos expresamos tal cual.
ResponderEliminarMe alegra que haya sido tan genial el encuentro.
Un abrazo,
Rachel
Tantas posibilidades tiene esto de la red, me encanta ver a través de ventanas que no sea la mia, saber que piensan otras personas, en definitiva la comunicación, siempre aprendo algo.
ResponderEliminarMe muero de envidia con lo del encuentro y aunque no sea de Burgos me gustaria participar en otra ocasión
Ha sido un placer compartir con vosotros y todos los que asistieron esas alubias tan buenas. ;-).
ResponderEliminarEspero que se vuelva a repetir la quedada, no las alubias.
Un saludo, y una vez más: un placer.
Me sumo a cada uno de los comentarios y, por supuesto, al magnífico post de Fernando. Espero, sinceramente, poderme sumar a la próxima "quedada" (bloguera)
ResponderEliminarEsta es la nueva comunicación del futuro, más libre y más clara. Espacios donde la escritura te atrapa. Donde aprendes de todos, los que no tienen rostro, los que tienen nombres y apellidos, los imaginativos, etc... Permiteme poner una puntualización al título del post: El imprevisible y gustuso mundo de los blogs"
ResponderEliminarEnlazo tu página pues me parece muy interesante.
Un abrazo, saludos y salud
Estamos abriendo nuevos caminos, aunque a veces no seamos conscientes de ello. Y en la andadura, conocemos gente excelente-
ResponderEliminarUn abrazo ;-)
Fue un placer teneros entre nosotros, comer juntos una olla podrida y compartir tanta conversación.
ResponderEliminarAcabo de publicar reseña de la reunión, con lista que da fe de los asistentes.
Saludos.
Fué un placer haberte conocido y haber charlado contigo. Nos leemos
ResponderEliminarTe doy la enhorabuena por haber podido estar en esa fantástica quedada de Burgosfera.
ResponderEliminarUn abrazo
Querido y admirado Fernando, sentí mucho no despedirme de ti ni de Mª Antonia, pensé que vendríais al café de Burgos dónde habíamos quedado. Me encantó conoceros y espero que nos volvamos a encontrar en otra de estas iniciativas maravillosas de los de la Burgoesfera. Besotes, M.
ResponderEliminarFernando, fue un placer contar con vosotros. La Burgosfera ayer fue mucho más nuestra gracias a ser de todos. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Qué bien os lo pasáis! Me alegro de que la olla podrida estuviera tan bien.
ResponderEliminarMuy acertado tu comentario, yo a veces tengo esa sensación de querer conocer personalmente a tanto bloguero que leo y que me visitan en mi blog también. Después de conocerlos, pienso que escribiría con mayor libertad de expresión, porque me estaría dirigiendo a personas reales y no virtuales, por eso, la idea de reuniros unos cuantos me pareció muy buena, ahora, algún bloguero que se le diera bien estas cosas, debería organizar otro encuentro mayor, a mi me encantaría. Un beso
ResponderEliminarHola, aquí estoy yo la que faltaba Fernado , me encanto conocerte ,al igual que tu encantadora señora,El mordisquee del burrito quedo en nada un morado( Coménteselo a Mª Antonia por favor , ya que se quedo preocupada) .
ResponderEliminarUn achuchon para los dos
Fuentecillas
Esta entrada es la sustancia de la olla que compartimos.
ResponderEliminarTodos necesitamos una identidad, un rostro, al que colocarle un pensamiento.
No tuvimos oportunidad de intercambiar impresiones (claro que te acaparó Merche Pallarés), me ha sorprendido gratamente que os acercárais a Burgos. Muchísimas gracias por enriquecer esta comida.
Fernando, fue un placer conocerte a ti y a tu esposa.
ResponderEliminarHa sido un fin de semana compartido con perfectos desconocidos pero, a veces mucho más cercanos que otras personas que conocemos de toda la vida, gracias, como tu dices muy bien, a la red de redes.
Espero repetir quedada y compañía.
Un fuerte abrazo.