A menudo cuando se alude al éxito fulgurante de alguien, recuerdo haber oido, como razón explicativa, aquello de que "es muy listo y le va muy bien; se dedica a sus negocios". Si se intenta aclarar de qué negocios se trata, la respuesta suele insistir en la vaguedad del argumento: simplemente de "sus negocios". Sin más detalles. Siempre he pensado que tras esta denominación tan genérica algo inconfensable o turbio debía esconderse. Pero daba igual. Las crónicas de sociedad y los comentarios de toda laya anteponían las manifestaciones del éxito que depara la fortuna a cualquier otra matización que pudiera cuestionar el modo de conseguirlo. Si, por el contrario, se trata de enjuiciar las razones de la situación en que se encuentra quien no ha logrado el mismo relumbrón, la opinión se decanta a favor de circunstancias que sobre todo tienen que ver con la torpeza del sujeto o, de manera más eufemística, con su falta de ambición. "Le falta ambición. No tiene agallas", es el argumento antitético del anterior.
Que conste que siento admiración por quienes de forma transparente, sin ocultaciones ni medias tintas, acometen decisiones de riesgo que se traducen en la creación de empresas y en la consiguiente generación de riqueza y empleo. Estos "capitanes de empresa", como les denominó Raul Guerra Garrido, suscitan el máximo respeto cuando se aprecian los resultados de su gestión y los procedimientos de que hacen uso para conseguirlos con la ética propia de quien arriesga sin incurrir en corruptelas ni en prácticas que contravienen la ley.
En cambio, ninguna consideración positiva hay que otorgar a los que utilizan el "todo vale" para sus propósitos, componendas y enriquecimientos, confortablemente instalados en la "ley de la selva" que todo lo permite. Amparándose en niveles de tolerancia inadmisibles, que acaban creando tramas de intereses donde lo público y lo privado se confunden, entienden el concepto de honradez como una antigualla, como expresión de una debilidad o como testimonio de una torpeza que lleva, a quienes la practican, a la condición de perdedores. "Tú eres tonto", le dijo un conocido y exitoso promotor inmobiliario, otrora experto en alcantarillas, al alcalde de Seseña (Toledo) , que no aceptó plegarse a sus presiones y cohechos, sorprendido aquél por el cambio de comportamiento mostrado por la máxima autoridad local, sumisa hasta entonces, como si eso fuera lo normal, lo propio de los ganadores.
Es probable que la crisis que estamos viviendo aporte un efecto benéfico en ese sentido, es decir, contribuya al fortalecimiento de una regeneración moral de la sociedad que, refractaria a la cultura del pelotazo financiero, coloque a cada cual en su sitio, al entender que la falta de honradez de que han hecho gala los artífices de la catástrofe no merece más actitud que el desprecio, el rechazo sin paliativos y, siempre que sea posible, la penalización más contundente. La regeneración moral de la sociedad. Ahí es nada.
Viñeta de El Roto.
Ya va siendo hora de que se reclame publicamente la necesidad de la honradez y que se destaque su importancia frente a tanto desaprensivo y caradura que pulula por ahi presumiendo de lo que no tiene.
ResponderEliminar¡Bien dicho! ¡Proclamo, reclamo y susbscribo!
ResponderEliminarUn saludo cordial
No has podido reflejar toda esta realidad con mejores palabras.
ResponderEliminarTe felicito por tu post y apuesto por la regeneración moral de la sociedad.
Un abrazo y buen día
HOLA!EXCELENTE POST.PIENSO COMO VOS..
ResponderEliminarPERO CREO QUE HACE FALTA MAS PROPAGANDA Y PREDICA SOBRE LA HONRADEZ..
PARA ALGUNOS ES PALABRA OLVIDADA..
CARIÑOS.
SILVIA CLOUD.
El fortalecimiento de una regeneración moral ??
ResponderEliminarTe veo bastante innocente y crédulo amigo Fernando, cuando se hablan de sumas tan grandes como puede ser un tanto por ciento de algo o el cobro bajo mano por dejar o no construir pienso que el ser humano cae en la trampa de la ambición y una vez comenzado ya es difícil que uno se abstenga de estos cobros millonarios, somos débiles por naturaleza, ansiamos siempre más de lo que tenemos.Que son unos caraduras ? pues si.Que no son honrados ? Pues tambien, en fín que se vuelven unos ladrones de guante blanco hasta que les pillan como ha pasado en tantos
lugares sobretodo de la costa española, pero todos tenemos un precio, que haríamos nosotros si nos pusieran un cheque en blanco sobre la mesa ??
Es un tema difícil pero muy mucho y no quiero con esto darles la razón ,solo suelto lo que me ha pasado por la mente y que cada uno saque sus conclusiones.La polémica está servida.
Sin duda es necesario un código ético en muchos oficios. Probablemente en el mundo de la empresa sea lo más complicado, pero se me ocurren otros que no sería descabellado: colegio de periodistas que emite un código ético; también para los políticos, por ejemplo...
ResponderEliminarSoy un soñador, lo sé, pero me gustaría encontrarme un día con periodismo, política y mundo empresarial regido por una honradez mínima.
No creo que se dé tal regeneración. Si la corrupción disminuye será porque hay menos dinero sobre la mesa.
ResponderEliminarSaludos
Ay, Fernando, vivimos en el país de la picaresca... El "listo" siempre será el que hace fortuna, sea como sea, y los "tontos" los que se quedan por el camino con su honradez y honestidad a cuestas... Pero ¿sabes qué? Prefiero cien mil veces ser tonta, sin un duro, pero con mi conciencia tranquila porque los "listos" tarde o temprano lo pagarán y bien caro no lo dudes. Tarde o temprano caerán de su pedestal de oro ficticio (como está pasando en Baleares). Besotes, M.
ResponderEliminarGracias, amigos, por vuestros comentarios, pertinentes, sagaces y enriquecedores. Sé bien que esta idea de la REGENERACION MORAL DE LA SOCIEDAD raya en la utopía y sólo se limita a los buenos deseos que cabe albergar ante las evidencias de los resultados que derivan del déficit de cultura ética dominante en nuestros días. Admitiendo que no es un proyecto fácil ni tampoco alcanzable a corto plazo, creo, sin embargo, que es preciso insistir en los principios y valores que nos hacen más humanos, más solidarios y más conscientes de la necesidad de poner término, siquiera sea con la palabra y la letra, a comportamientos que sólo han traido vergüenza, enriquecimiento ilícito y desprecio al débil.
ResponderEliminarFernando, yo también soy negativa para el trepa...no me gustan nada pero, ya ves, por algunos son bien vistos y lo peor es que los aplauden... corren malos tiempos Fernando para los que nos hemos educado en valores pero, no importa, resistiré con ellos...y por ellos.Esperemos Fernando, que esta jaula de despiadados se den cuenta de que el egoismo llevado al superlativo no tiene sentido...Hagamos votos para que los valores primen en la sociedad y, estos malos vientos se esfumen en busca de otros donde la honradez y la cordura brillen en favor del más débil.Un abrazo Angela
ResponderEliminarSerá muy difícil llegar a esa "regeneración moral de la sociedad", pero creo que debemos plantearnos esa opción como algo muy serio, habrá que crear comites de seguimiento, y comites de seguimiento de los comites, o cambiarlos cada semana, pero algo hay que hacer, para evitar que algunos se enriquezcan de forma tan desmesurada en detrimento del pueblo. Un beso
ResponderEliminarDesear, es lícito, aunque sea utópico... creo que la sociedad casa día es más avariciosa y no para, va a más.
ResponderEliminarQue pena.
Buena reflexión, quizás , pelín optimista, pero es lo que nos queda.
Besos, niño
Hola Fernando, yo estoy de acuerdo con Geni, creo que ha planteado el quite de la cuestión, el dinero y lo que lleva a hacer, lo que atrae ver una suma importante ahí, delante de uno. Hay que tener una gran convicción moral para no caer, si miramos a nuestro alrededor está lleno de casos de corrupción. Aún así me gusta pensar que aunque sea algo utópico se puede conseguir. Muy buen post, un abrazo.
ResponderEliminarUna vez leí que todos los millonarios cuentan cómo ganaron su primer dólar pero ocultan celosamente cómo ganaron el primer millón.
ResponderEliminarEsperemos que de esta crisis salgamos todos renovados para bien.
Un abrazo
Paso de nuevo por aquí para desearte un buen fin de semana.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo no espero cambios radicales, pero estoy convencido que el "pensamiento" de los años venideros pasará por una profunda reflexión de lo ocurrido hasta ahora y por una apuesta por nuevos valores. El Premio a Krugman abre esperanzas en este sentido. No son pocos los que desde hace tiempo venían advirtiendo sobre lo que se avecinaba (Ramonet, Rifkin, S. George, Toni Negri, M. Hardt,...) y hoy que sus pronósticos se han convertido en realidad, tienen más razón que nunca para seguir reivindicando la necesaria regeneración de nuestra cultura.
ResponderEliminarEs de alabar que hay gente que sin utilizar malas zancadillas sean capaces de pasar de la nada a lo que son, naturalmente no todos son asi, pero esta clase de personas tienen un algo especial, que les ha hecho llegar a lo mas alto, que unos envidiaran por puro egoismo y otros por su saber hacer...
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