15 de mayo de 2008

La Ópera Nacional de Letonia: esfuerzo, mérito y calidad

Descubrir la calidad de las manifestaciones culturales que nos llegan de la Europa del Este ha deparado en ocasiones gratísimas sorpresas. Siempre hemos sabido de la sensibilidad, buen gusto y saber hacer de las compañías que de tarde en tarde se dejaban ver por nuestros escenarios en la época del llamado “socialismo real”, cuando hacían su aparición los grupos procedentes de la URSS, de Checoslovaquia, de Hungría o de la República Democrática Alemana, por citar los países de los que recuerdo haber asistido a algún espectáculo – casi siempre en Madrid - que mereciera la pena. Con el tiempo, su presencia cultural, salvo en el caso de Rusia y de la Alemania unificada, se ha ido diluyendo y rarísimas son las citas que nos convocan para saber en qué situación se encuentran, culturalmente hablando, pues da la impresión que sus prioridades van en otra dirección, que en estos momentos no acierto a explicar. Hace un par de años estuve en Polonia y lo observado a este respecto era bastante pobre.
Pues bien, en medio de ese panorama ciertamente confuso he tenido la fortuna de descubrir algo que no me esperaba. La impresionante aportación al género operístico realizada por la Ópera Nacional de Letonia - que ha ofrecido en el Teatro Calderón de Valladolid su representación de “ALCINA”, una ópera en tres actos de Händel (estrenada en el Covent Garden Londres en 1735) - ha sido uno de los espectáculos más asombrosos a los que he asistido en muchísimo tiempo. Una maravilla, un auténtico placer, la ratificación con creces de las enormes posibilidades que encierra la ópera como “espectáculo total”.
Y, aunque bien es cierto que mi admiración por Händel (del que hablaré otro día) siempre ha sido muy alta, el esfuerzo realizado por los actores, los responsables de la escenografía, la dirección musical, el vestuario, la coreografía y la dirección de escena es digno de los mayores elogios. Por su perfección y las singularidades que ofrece. Sorprende la capacidad para aunar la brillantez artística del barroco con la originalidad de formas de expresión que logran innovar, a través de la danza, el lenguaje escénico, ofreciendo composiciones tan originales como insólitas. Clasicismo y modernidad aparecen conjugados, pues, en un entramado artístico de gran calidad visual y auditiva que dice mucho de la capacidad mostrada por ese pequeño país del Báltico, olvidado durante décadas, para proyectar la ópera, y la dimensión artística que conlleva, como uno de los testimonios más potentes de su personalidad cultural.

1 comentario:

  1. Qué lastima que en mi tierra, Castilla-La Mancha, no esté previsto este espectáculo, con lo que a mi me gusta la ópera, y también la zarzuela. Voy a enterarme si la dan en Madrid para no perdérmela, aunque conseguir buenas entradas en el Real es casi imposible. De todos modos, muchas gracias

    ResponderEliminar

Related Posts with Thumbnails